EL RINCON DE LOS SENSATOS

Aquellos años felices

Siempre fui enemigo de la vieja idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor. En la frase resuena un viejo tango llorón que añora el barrio, la mina y el percal. Este pensamiento porta una carga fatal de melancolía, en el sentido portugués de la saudade y un cierto espíritu de inconformismo con las novedades y con el pasar del tiempo. Esto dicho con las mejores intenciones, en términos generales y a la volea. 

Si abordásemos el asunto concienzudamente, microscopio en mano, podría ocurrir que el rechazo en lo general, pueda tener asidero en lo singular. Por ejemplo, en el tema inseguridad, en el pasado se estaba mejor. Y no me refiero a Grecia, Roma o el medioevo hablo del pasado dentro de una generación. Sin embargo no es de lo que quiero hablar. 

Posiblemente el tema elegido para esta nota sea liviano, ligero, ¿frívolo, podría decir cierta intelectualidad comprometida? Puede ser

Desde el lugar que la miremos la Argentina no está bien. Mal y pronto, está para la mierda. Hemos dejado de reírnos en público pues los valores militantes del puritanismo de género todo lo prohíben, lo persiguen y lo vigilan.

Sublimar mediante un chiste los males que nos atraviesan, hoy es peligroso, la ley o la condena social está a la orden del día. Cuando el Estado baja línea un sinfín de instituciones y ciudadanos débiles de molleras acompañan el dislate. El alcahuete de turno, por lo general un personaje oscuro pero de aires enjundiosos te observa condenatoriamente.

 ¿Cómo hacer, hoy, chistes de gallegos, de judíos, de turcos? Imposible todo es tomado en serio. Sobre mujeres y maricones, olvídate, vas preso. El puritanismo de género te observa desde un Ministerio al mejor estilo jacobino. Hoy no podrían existir programas como Operación Ja, No Toca Botón, el Gordo Porcel, Matrimonios y algo más, ni hablar de Verdaguer, todos ellos y muchos más caerían bajo la lupa censora del INADI y de los fanáticos del pensamiento políticamente correcto, que en la Argentina han logrado alcanzar el gobierno y apoderarse del sentido común, al menos del sentido común de los elegidos. Los iluminados de la igualdad. Los niveladores. No olvide el lector que Tinelli debió hacer un acto de contrición por sus programas ofensores del ¨género¨.  

¿Podría estar Anibal, un pelotazo en contra el grasa mujeriego de barrio? Personaje inocente si los hay, en la televisión abierta. Me estoy imaginando las críticas. ¿Y Pepe galleta? ¿Y Borromeo, recibiendo una paliza de su padre por el pésimo comportamiento del endemoniado niño donde finalmente todo quedaba roto? Dejo para el final el plato fuerte: Alberto Olmedo y sus personajes burlones y atrevidos con las mujeres. Nada de esto podría hacerse hoy. Ya no vendrían con la Cruz en manos como los inquisidores del siglo XV, sino con un alegato en neutro de pedagogues y vigilantas del género. Hoy gracias a elles todo es serio, comprometido, militante, aleccionador. Pero acá no termina la cosa. 

Ahora han dado un paso más, ¡hasta cuando esta locura! Lo que jamás creí fuera a pasar esta entre nosotros. No son los consejos del Viejo Vizcacha o del puritano Benjamín Franklin, son los consejos sexuales ¿para pasarla bien? de Mercedes Moran, feminista y kirchnerista de la primera hora. Si no fuera por todo el clima que nos envuelve, sus dichos correspondieron a una estupidez copernicana, pero como la estupidez en la Argentina tiene un Ministerio, habrá que andarse con cuidado. Nada de aceptar palabras de un horroroso contenido diabólicamente machista como: mamita, cosita o putita y naturalmente jamás una palmada en las nalgas. Espero que el Ministerio no ponga mujeres para cuidar el comportamiento machista. ¡Gracias a Dios no alcanzarían las cárceles!

Hemos llegado a un nivel de locura tal que estoy cambiando de idea: los tiempos pasados ​​eran más felices.