Si Lewis Carroll, seudónimo de Charles Lutwidge Dodgson) viviera en estos tiempos, su genial historia del sinsentido llamada "Las aventuras de Alicia en el país de la maravillas", podría haberse inspirado en la Argentina y su despistado personaje haber transitado el territorio de nuestro país.
El escritor inglés propuso en su relato para niños y adultos, un cuento surrealista de un mundo repleto de personajes entre delirantes y sorprendentes. Alicia, la protagonista, recorre su aventura entre diálogos y pensamientos que despiertan forzosamente la imaginación del lector. Una de esas frases, que suena a contradicción, "Es un tipo de memoria muy pobre la que solo funciona hacia atrás", me despertó esta coincidencia con nuestro país hoy. Y es verdad, los argentinos solo tenemos memoria para atrás, y es como obvio que la memoria funcione solamente en ese sentido, pero cuando se hace obstinación a punto de no dejarnos vivir el presente y ya no hablar del futuro, esta descripción de Perogrullo, se hace una mala manera de entender la realidad. El atrás para los argentinos es todo, es la culpa, los errores, los aciertos, la raíz inexorable de lo inmediato, el desconcierto de lo que vendrá y es hasta el indicador de los niveles del optimismo y el pesimismo.
Si nos plantamos en el pasado y seguimos discutiendo lo que fue, lo que nos pasó, lo que no hicimos, perderemos el tren de la historia o lo que es más simple, perderemos el tiempo. Vamos dando tumbos pero para atrás o sea, golpeándonos con los errores una y otra vez y buscando los nombres en el cuaderno viejo de las responsabilidades. En el nuevo, nadie se atreve a anotar nada por las dudas, dejamos pasar los años y ya tendremos tiempo de saber qué nos pasó cuando el hoy sea el atrás y dentro de unos años lo revisaremos.
Además querido lector, cuando hoy hablan los políticos nos vemos obligados a ir hacia atrás porque lo primero que nos decimos es "esto ya lo escuché". Siguiendo el hilo de Alicia, ella bien podría haber dicho sobre nuestros políticos "Ellos dicen solo lo que dijeron".
Por otro lado piense que a muchos de nuestros hombres públicos, los que manejan el país en todos los órdenes, bien se les puede atribuir otra frase que Alicia dice durante su viaje a ese extraño país: "Me doy buenos consejos a mi misma pero rara vez los sigo".
Porque uno supone que no van a cometer esta equivocación y supone que lo piensan, pero van y la cometen. Incluso hasta cuando dicen lo que piensan, después hacen lo contrario ¿o no? Uno se descoloca porque se nota que la palabra no vale nada. En el terreno de las convicciones como en el reino que conoció Alicia, lo fantástico supera la realidad y el ciudadano argentino ve con asombro (aunque cada vez menos) que la clase dirigente podría hacerse dueña de la frase que la niña inventada por Carroll dice en el cuento: "Sabía quién era esta mañana, pero he cambiado varias veces desde entonces".
Hoy están en este lado y mañana en aquel y pasado vaya uno a saber. Hacen alianzas para romperlas, se prometen fidelidades para traicionarlas y son tanto blancos como negros. Argentina, como el País de las Maravillas, está condenada a ser conducida por administradores delirantes dispuestos a todo para nada o dispuestos a nada para todo. No es un juego de palabras, es la realidad que vivimos ayer y hoy y seguro que mañana. Alicia habla con uno de los personajes del cuento y le dice algo que sintetiza lo dicho hasta aquí para quienes fueron y son responsables de la marcha de nuestro país. "Solo unos pocos encuentran el camino, otros no lo reconocen cuando lo encuentran, otros ni siquiera quieren encontrarlo".
En fin, el desconcierto es grande y las dudas crecen como los enanos en el circo de los pesimistas pero a no desesperar, a buscar templanza donde se pueda o abandonarse definitivamente a la filosofía sencilla que desde el absurdo nos enseñó la Alicia del cuento: "Si no sabes dónde vas, cualquier camino te llevará ahí".
V. CORDERO