En breves días se conmemorará el bicentenario de la batalla de Ayacucho. Aquel 9 de diciembre de 1824 a 400 kilómetros de Lima se cerró la época de la dominación española en nuestro continente y se inició una nueva en los pueblos de la América del Sur. El triunfo de las armas que buscaban la independencia fue posible por el aporte de los ejércitos de diversas naciones latinoamericanas, que habían luchado por la liberación de su propia tierra; y también de algunos europeos.
El resplandor de la libertad había incitado a muchos militares europeos después de Waterloo, a ofrecer sus servicios a la causa americana. Algunos de ellos dejaron su vida y otros se cubrieron de gloria junto a sus camaradas de este continente.
La magnífica publicación peruana Ayacucho, la liberación de América la dio hace conocer en 1974 la Comisión Mixta de los Sesquicentenarios de Junín, Ayacucho y la convocatoria al Congreso de Panamá” que integraban la Argentina, Bolivia, Chile, Panamá, Perú, y Venezuela, consigna una relación de los jefes y oficiales que combatieron en esa acción: el alemán Otto Felipe Braun y los irlandeses: Francisco Burdett O´Connor, Arturo Sandes, Gilmor Gregge y Guillermo Fergusson.
Hábil jinete
Otto Felipe Braun (1798) participó en el fin de las guerras napoleónicas y viajó a América para participar en la emancipación del continente, hijo de un constructor de carruajes fue un hábil jinete desde la más corta edad, lo que finalmente lo llevó a enrolarse en las filas de los Cazadores a Caballo de Hesse siendo el más joven de ellos; después de estudiar veterinaria en los Estados Unidos desembarcó en Santa Marta (Venezuela) en 1820 uniéndose a las tropas de Bolívar. Tuvo una destacada actuación al frente del Escuadrón de Granaderos de la Guardia cuando la carga de caballería de Canterac en Ayacucho. Estuvo al servicio del ejército de Bolivia y fue ministro de Guerra de la Confederación Perú-Boliviana entre 1836 y 1839. Casó en 1828 con la arequipeña Justa de Rivero, hija del coronel realista Pedro José de Rivero. Amigo personal del mariscal Santa Cruz, corrió a su caída la suerte de despojado de sus títulos y volvió a Alemania. Rehabilitado por el presidente Belzú regresó varias veces a Perú y Bolivia donde tenía intereses económicos, murió en Kassel en 1869 y sus restos descansan en la Basílica de San Francisco, en La Paz. Bolivia lo considera un hijo dilecto.
New Erin
Francisco Burdett O´Connor nació en el condado de Cork en 1791, hijo de Sir Rogelio miembro de una de las familias prominentes de Irlanda. Su juventud fue más que aventurera, y así en 1819 partió de Dublin en el navío Hannah con destino a las fuerzas angloirlandesas en Venezuela. Recibió el mando de un regimiento de lanceros irlandeses y después de participar de algunas acciones llegó en 1824 al Perú, estuvo en Junín y en Ayacucho con el grado de general. El general Miller lo recuerda el magnífico regimiento que había organizado y con el que pasó al Perú. Instalado en Tarija casó en 1827 con Francisca Ruyloba con la que tuvo descendencia, donde aún hoy es recordado con particular estima. Terminada la guerra en 1827 escribió esta carta a sus compatriotas:
“Después de nueve años de luchas y penurias, he tenido el placer de ver estas hermosas provincias libres del yugo hispánico y gozando de una forma republicana de gobierno, de verdadera felicidad e independencia. El país es bello: hay gran abundancia de la mejor tierra en el mundo, pero muy pocos hombres y mujeres para cultivarla. He escogido esta provincia como mi residencia; aquí quiero fundar la colonia de New Erin –tan verde, fértil y floreciente– como nuestra pobre tierra nativa. La provincia de Tarija es mucho más grande que Irlanda y nuestra colonia puede ser tan extensa como el más grande condado de allí o quizá como dos condados. Hombres de Irlanda: aquí está el sitio de todos los que quieren hacer de New Erin su hogar. Los más pobres de mis compatriotas serán recibidos por mí con los brazos abiertos, ellos son mi carne y mi sangre y después de trabajar corto tiempo para hacerme una casa, ellos serán provistos con una propia, con todo lo necesario, una vaca, un caballo, un cerdo, patos y gallinas y semillas en el depósito. Esa casa y tierra será para ellos para siempre y no habrá hombre con el poder de expulsarlos. No se les pedirá renta, más que una ayuda en algún día de apuro para el bien general. Ellos serán sus propios amos para siempre. Irlandeses: este no es un truco para engañarlos. Esta es la genuina oferta de su padre, su hermano, su amigo, su coterráneo para compartir con ustedes lo que ha ganado con su espada. Vengan a mis brazos: encontrarán en mí un protector y aquí hallarán también salud, prosperidad y felicidad. Francis Burdett O’Connor".
Hombre de vasta cultura a su muerte en esa ciudad en 1871 quedaron inéditas sus memorias que en 1895 dio a conocer su nieto F. O´Connor Darlach con el título La Independencia americana. Recuerdos de Francisco Burdett O´Connor, coronel del ejército, libertador de Colombia y general de división de los del Perú y Bolivia. Su tataranieto el embajador Eduardo Trigo O´Connor Darlach, estuvo a cargo de la misión en nuestro país, destacado historiador, hombre generoso y transparente como sus ojos claros, dejó múltiples recuerdos entre los que disfrutamos de su amistad hasta su muerte en la primavera del 2022.
Arthur Sandes tenía el grado de coronel en 1824, había combatido en el Pantano de Vergas donde fue herido, participó de otras campanas y se batió en Carabobo, en la toma de Pasto y en la sorpresa de Collpahuaico. Su coraje le valió después de Ayacucho la insignia de general de brigada.
Legión británica
Carlos Fergusson nació en Irlanda y para solucionar los problemas económicos familiares, fue reclutado para integrar la Legión Británica que combatió en América, donde en poco tiempo probó ser un oficial de mérito. Estuvo en los llanos de Apure a las órdenes de Antonio Páez, en la Angostura y en la isla Margarita en el ejército del general Urdaneta. Asistió a Junín y Ayacucho, para esto se había ganado la confianza de Bolívar que después de Ayacucho lo promovió a coronel y lo nombró su edecán. En la noche del 25 de setiembre de 1828 los conspiradores que intentaban asesinar a Bolívar llegaron hasta el palacio de San Carlos de Bogotá, éste huyó por una ventana mientras los rebeldes eran distraídos por Manuelita Sáenz que estaba en el lugar. Un venezolano confundió a Ferguson con Bolívar hiriéndolo mortalmente por la espalda, y tres días después era sepultado el leal irlandés con grandes honores.
No faltan otros nombres, como los británicos Guillermo Miller, Dushburry, Carlos Soberwsky (que había muerto lanceado en Junín), Belford Hinton Wilson, o el parisino Clemente Althaus, e incluso algunos españoles que convencidos de la justa causa de la emancipación entre ellos los hermanos Vicente y Antonio Tur, Miguel Benavidez, Alejo Bruix, Manuel de Oliva, José Olivos y José Quintana.
Y ni que decir de nuestros compatriotas Cirilo Correa, Ramón Estomba, Francisco de Paula Otero, Rufino Martínez, José Olavarría, José María Plaza, Isidoro Suárez, Angel Irasotegui, Juan Esteban Pedernera, sin olvidar a Mariano Necochea que por sus heridas en Junín no participó de Ayacucho, y que merecen nuestro recuerdo como el joven Eustoquio Frías uno de los granaderos junto al paraguayo José Félix Bogado.
Como bien se señala en el volumen:
“Estos guerreros de diversas nacionalidades fueron la afirmación de que en Junín y Ayacucho, se combatió por principios comunes a todos los hombres, que la libertad es el único objeto digno del sacrificio de la vida…”