El análisis del día

Alberto, Maduro y la conjura de WhatsApp

Entre las numerosas fobias que Alberto Fernández comparte con Nicolás Maduro, una de ellas es la mensajería WhatsApp. El déspota venezolano ha iniciado una guerra contra ese sistema, que ha sido la herramienta a través de la cual sus compatriotas han podido eludir la férrea censura informativa del régimen y coordinar los reclamos de democratización. El expresidente argentino, por su parte, ha quedado maltrecho a raíz de mensajes y fotografías coleccionados en el WhatsApp de su exsecretaria privada, María Cantero, que precipitaron al abismo su figura.

SILENCIONS, TRAICIONES Y LEALTADES
Cada uno por su lado, Fernández y Maduro han contribuido con aportes decisivos al desprestigio del kirchnerismo. Fernández siempre se proclamó socio fundador de ese movimiento y el propio Néstor Kirchner lo avaló y lo mantuvo como jefe de gabinete durante todo su mandato. Cristina Kirchner lo designó candidato a presidente y fue su vicepresidenta. Es probable que en virtud de esos antecedentes, y aun a pesar de crecientes fisuras políticas, el kirchnerismo haya guardado silencio tanto tiempo sobre los pecados que hoy se le asignan a Fernández y que sin duda muchos conocían desde hace mucho. Sería un error condenar las denuncias actuales como traición y un error simétrico definir los antiguos silencios como lealtad. Esas vacilaciones espirituales alimentaron también la extensa falta de definición kirchnerista sobre el proceso electoral venezolano. Mientras algunos de sus epígonos convalidaban en Caracas la falsa y notoriamente indocumentada proclamación presidencial de Maduro, la señora de Kirchner se tomó una semana para pedir que el gobierno de Venezuela muestre las actas que puedan convalidar el resultado que invocan. Parecía lo mismo que desde el martes 2 de julio reclamaban presidentes de izquierda del continente como el brasileño Lula, el colombiano Petro, el mexicano López Obrador y el chileno Boric, pero la moderación de estos pretendía resguardar su eventual papel de mediadores para evitar que el conflicto entre el régimen y la oposición alimentara más violencia y, en definitiva, una crisis regional, mientras la señora de Kirchner pidió que exhibieran la documentación en nombre de “la herencia de Hugo Chávez”.

SUELO PANTANOSO
Aliada incondicional del chavismo desde la muerte de su esposa (éste era socio del Comandante en muchos aspectos, pero no en la sociedad con Irán, que sólo se estrecharía, a pedido de Caracas, con Cristina ya viuda), a la Señora le complica la vida la deriva indisimuladamente dictatorial de Venezuela. El relato revela un nuevo hueco que desnuda su carácter faccioso y falaz, como las declamaciones “antipatriarcales” de Fernández o los usos perversos de la justa bandera de los derechos humanos.
Cuando a Axel Kicillof lo interrogaron la semana última por la situación de Venezuela, respondió: “Pregúntenle a Cristina”. El kirchnerismo siente que el terreno que pisa se vuelve cada vez más pantanoso. Del “significante vacío” que aludía Ernesto Laclau se ha deslizado a una retórica vacía y a un creciente aislamiento.

SIGNOS DE UN CAMBIO DE EPOCA
Reflejo del avanzado crepúsculo kirchnerista, la que fue su coalición antagónica, Juntos por el Cambio, se quedó sin objetivo y sin jefatura y terminó estallando.
Mauricio Macri cambió el liderazgo que ejercía sobre el conjunto de la coalición, por el rol de jefe de un ala del PRO. La que fue su candidata terminó convertida en su principal oponente y adherida al gobierno libertario. Fruto del desorden, el estancamiento y la insatisfacción producidos por un sistema en el que la pobreza invadió a la mitad de la población y el trabajo dejó de ser un remedio para evitarla, el país buscó el año pasado un camino distinto y votó a un candidato disruptivo. La fuerza que encarna Javier Milei contribuyó a desordenar más el viejo sistema, asociado a la polarización de la grieta. Las dos coaliciones que hasta hace unos meses polarizaban se desconcertaron y han sido arrastradas por un proceso en el que se despliega la reconfiguración de la estructura política.
Los partidos atraviesan una etapa de centrifugación, necesitan forjar sus propias anclas, consolidar liderazgos, espacios e identidades, dar lugar a nuevas alianzas. Por el momento cada cual atiende su juego en un contexto en el cual el país, la región y el mundo están sometidos a fuertes vientos de cambio.
El kirchnerismo sostiene aún el ascendiente de Cristina Kirchner sobre buena parte de la fuerza parlamentaria reunida bajo el lema Unión por la Patria. Esa influencia le aporta aislamiento, tanto en relación con el conjunto del peronismo (el peso político del sector K es ínfimo en el orden nacional) como con la mayoría de las fuerzas políticas.
Lo que fue Juntos por el Cambio, hoy es una diáspora. La UCR está partidariamente cruzada por diferencias internas, tanto en el plano nacional como en muchas provincias, pero consigue contenerlas, en parte por una largamente adquirida destreza negociadora pero, sobre todo, porque gobierna territorios (provincias, municipios) y conduce sectores (el universitario, por caso) cuya defensa induce al realismo. En el seno del radicalismo las divergencias tienen que ver con la actitud frente al gobierno y laas políticas de alianza. Otros ex socios de Juntos Por el Cambio –es el caso de la Coalición Cívica y el peronismo federal que se referencia en Miguel Pichetto- se mueven con autonomía, como opositores amigables que aportan independientemente a la gobernabilidad pero rehúyen la satelización.
Un sector del PRO, con Patricia Bullrich a la cabeza, se va transmutando en una línea interna del oficialismo; otra, con Mauricio Macri al frente, resiste la cooptación pero busca con el gobierno -en los términos que usó el propio Macri- un período de convivencia para preparar un matrimonio en el futuro.

“EL PERONISMO EN TODAS LAS PARTES” El peronismo, considerado como partido, es un archipiélgao desordenado. Baste decir que lo preside ¡Alberto Fernández! Quizás hay que buscarlo en otro lugar.
Un agudo analista liberal (inmune al peronismo), Loris Zanatta, transmitió una sospecha hace pocas semanas: “Como cultura, como sistema de valores, como tipo de sociabilidad, el peronismo está más vivo que nunca y diluido en todas partes, incluso donde se cree que está ausente. Nada lo demuestra mejor que su capacidad camaleónica para adaptarse a las circunstancias cambiantes. El peronismo no capitulará ante el libertarismo, la cultura libertaria no tiene consistencia en el país, ni conexión con la historia, el propio electorado de Milei le es en gran medida ajeno. Por el contrario, será Milei quien se peronice; ya avanzó bastante”.
Victorioso en el balotaje presidencial de noviembre pero con una pobre performance en las elecciones que distribuyen legisladores y autoridades locales, es evidente que Milei necesita construir una fuerza política propia.
Mauricio Macri pudo hacerlo hace dos décadas; se instaló en un espacio temporariamente vacío en las clases medias: en abril de 2003 el radicalismo había conseguido un magrísimo 2,34 por ciento de los votos en las presidenciales de ese año; con Leopoldo Moreau como candidato y soportando aún el peso de la debacle del gobierno de Fernando De la Rúa. Milei tiene ahora como telón de fondo el colapso del sistema político y la derrota que él mismo le infligió a un PJ largamente hegemonizado por el kirchnerismo.
A la tarea de poner en pie una fuerza libertaria competitiva se está dedicando un equipo de cuadros conducido por Karina Milei y da la impresión de que la primera cantera a la que le ha prestado atención es la de sectores del peronismo, principalmente de aquellos que estuvieron más golpeados por la experiencia kirchnerista. Su primera prueba serán las elecciones de medio término, el año próximo.
En ese paisaje coloidal, más allá de su escasa dotación legislativa propia actual y de la inexistencia de poderes territoriales de La Libertad Avanza, Milei se maneja con la fuerza que le otorga un ejercicio tenaz del presidencialismo.
En verdad, al menos hasta que las corrientes políticas consigan reordenarse y eventualmente alguna pueda ofrecerse como alternativa, el Poder Ejecutivo monopoliza la iniciativa. Y está en condiciones de compensar su debilidad parlamentaria y territorial articulando con los ejecutivos provinciales. Fue esa articulación la que permitió corregir el primer fracaso de la Ley de Bases y logró finalmente su aprobación.

NUEVO SISTEMA PARA NUEVA GEOGRAFIA
Esa ley contenía un capítulo que contribuirá decisivamente a la transformación del país y, consecuentemente, a enmarcar un nuevo sistema político. Ese capítulo es el RIGI, Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones, un instrumento que puede ayudar a revertir la decadencia que el país ha experimentado en las últimas décadas. Si la casi totalidad de los gobernadores empujaron la aprobación de la Ley fue principalmente por el RIGI. Su aprobación ofrece estabilidad y garantías para que aquellos que decidan invertir en el país. De hecho, ya existen –y había en carpeta- muchos proyectos de inversión que listos para empezar a ser desarrollados que se mantenían a la expectativa de signos de mayor certidumbre política, algo que el RIGI otorga ahora.
Por ejemplo: la aceptación de que eventuales diferendos se tramiten en tribunales de Nueva York. Nadie arriesgaría miles de millones de dólares para que eventualmente le cambien las reglas de juego y las condiciones de rentabilidad de la inversión. “Los gobernadores de distintos partidos pedíamos un régimen de incentivo -explicó, por ejemplo, el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil- En litio este año vamos a duplicar la producción del año pasado y el próximo la vamos a triplicar”.
El RIGI dispara un proceso inversor de una envergadura tal que puede cambiar el perfil productivo de la Argentina. El país verá crecer exponencialmente su minería. Ocho mineras extranjeras –de Francia, China y Corea del Sur- se disponen invertir más de 9.000 millones de dólares en distintos proyectos en Salta. Según el instituto Fraser de Canadá, Salta es la cuarta región minera del mundo más atractiva. En Cuyo empieza a revertirse el misterio de la Cordillera, que parecía ser rica en minerales sólo del lado chileno. El gobernador de San Juan, Marcelo Orrego, anunció que los grupos mineros BHP y Lundin Mining, tomarán el control de proyectos de minería de cobre que implicarán una inversión total en la región de 10.000 millones de dólares. En Río Negro en Punta Colorada, YPF y la firma malaya Petronas decidieron situar su ambicioso proyecto de licuefacción del gas de Vaca Muerta, que implica inversiones por unos 30.000 millones de dólares. La inversión estuvo directamente vinculada con el RIGI
. Vaca Muerta, la gran reserva de energía del país, es anterior al RIGI, pero los efectos del régimen multiplicarán su alcance.
La provincia de Buenos Aires, renuente al RIG, perdió la localización de la planta de YPF-Petronas en Bahía Blanca. Axel Kicilof dejó pasar una oportunidad quizás excepcional. La provincia no cuenta, a primera vista, con recursos energéticos o mineros que puedan atraer grandes inversiones, como sí ocurre con la Patagonia, el Norte Grande o Cuyo. Los grandes proyectos de no producen ni importan todo lo que necesitan para sus iniciativas, y contratan proveedores locales.
El RIGI impone que un 20 por ciento de la inversión dedicada a proveedores se contrate con empresas de la región o del país. Más allá de esa imposición, la relación entre los grandes emprendimientos y los productores locales surge espontáneamente. Sin RIGI de por medio, en Vaca Muerta convergen unas tres mil firmas de la región y de distintos puntos del país cuantitativamente, incidiendo sobre el ecosistema productivo local (pymes, empleo, etc). Y también sobre la productividad. Las grandes empresas que lideran estos proyectos suelen desarrollar programas para que sus proveedores locales estén en condiciones de proveer insumos con estándares de calidad internacionales.
A partir del RIGI parecen comenzar a abrirse vías para resolver un tema crucial del desarrollo económico y social de nuestro país: la disparidad en la distribución del valor agregado bruto entre nuestras provincias y la necesidad de cerrar las brechas regionales promoviendo un desarrollo más equitativo en todo el país, incluso la perspectiva de una repoblación de provincias que han sido expulsoras de gente.
Motorizado por grandes inversiones en sectores internacionalmente competitivos y dinámicos en materia de exportación, así como por los cambios que se desplegarán en sus tejidos productivos y por una extendida localización federal, ya se puede entrever para los próximos años una crucial modificación de las bases económicas y socialessobre las que deberá moverse un nuevo sistema político. Se trata de construir la montura adecuada para jinetear este cambio de época. WhatsApp incluido.