Adolescentes aislados del mundo real y de sí mismos (I)

El espejo impactante de los oscuros rincones de la adolescencia: la soledad, la cultura Incel y la crisis del trágico aislamiento de una generación perdida.

Hace unos días terminó el juicio en Córdoba en el que se consideró la cadena perpetua para Néstor Soto, quien había asesinado a su amiga Catalina Gutiérrez. La edad de ambos vuelve a traer, una vez más, el tema de las difíciles relaciones entre jóvenes y adolescentes en una sociedad que no parece encontrar sus normas.
Esto coincide con la emisión de una serie que está llamando mucho la atención: Adolescence.
Spoiler alert. Como suele advertirse, se invita a ver la serie antes de leer este artículo o, en caso contrario, asumir que se conocerán ciertos datos centrales de la trama.
Adolescence no es tan solo otro drama criminal; pocas series de televisión en los últimos años han provocado tanto debate en el país donde fue realizada (Inglaterra) como en el resto del mundo. Es una exploración cruda y perturbadora de la profunda soledad que afecta a la juventud actual. Se trata de un thriller psicológico que funciona como un espejo brutal de la sociedad, reflejando la dolorosa soledad de los adolescentes de hoy en día.
La serie profundiza en el inquietante mundo interno de los adolescentes modernos, la creciente radicalización de su pensamiento —mayormente generada y propagada por contenido en línea— y el fenómeno de la subcultura Incels (abreviatura de "celibato involuntario"), una comunidad de jóvenes que culpan a las mujeres y a la sociedad de sus fracasos románticos y sociales, y que ha llevado a posturas radicales a miles de jóvenes en todo el mundo. 
Adolescence expone los peligros del aislamiento sin control social, familiar, la alienación digital y una sociedad que, en muchos aspectos, ha abandonado a sus hijos. Mostrando el desapego parental que padece una generación que crece en un mundo que no los comprende ni sabe cómo posicionarse en su rol de padres y educadores, la serie revela la perturbadora realidad de la desconexión humana. Si bien la trama expone una faceta específica de este fenómeno, es evidente el impacto que está teniendo la radicalización del pensamiento en otras áreas como la política. Nos lleva a cuestionarnos cómo estos movimientos se arraigan y qué podemos hacer como sociedad para contrarrestarlos.
En su esencia, la serie nos enfrenta a una pregunta fundamental: ¿Estamos realmente presentes para nuestros hijos, o los hemos dejado navegar solos en un mundo demasiado complejo, solitario y peligroso? Al mismo tiempo nos invita a diseccionar las bases sociales y psicológicas de este fenómeno y a preguntarnos: ¿Cómo llegamos hasta aquí?
Una acotación necesaria que ha sido tema en diversas publicaciones en todo el mundo: la serie se centra en el fenómeno social, no en los asesinatos por parte de niños o adolescentes en particular en el Reino Unido, ni se basa en un caso real. Estos dos aspectos generan, para algunos, la molesta sensación de que se estigmatiza a la población blanca de ese país, cuando la mayoría de ciertos crímenes frecuentes allí -como los ataques con arma blanca- son realizados por otros grupos. Y esto es algo que se resalta de manera reiterada en las redes sociales, aunque es una concepción errónea del principal mensaje de la serie, ya que en ella no se retrata un caso real.

LA SUBCULTURA INCEL: UN CALDO DE CULTIVO PARA EL DESCONTENTO

El término "incel" (celibato involuntario) surgió como una etiqueta neutral para personas con dificultades en las relaciones románticas. Fue acuñado en la década de 1990 por una mujer canadiense que creó un foro en línea para quienes, básicamente varones jóvenes, lidiaban con la soledad y las dificultades en las citas. Sin embargo, en las últimas dos décadas, evolucionó hasta convertirse en un movimiento en línea definitivamente tóxico, habitado por hombres que expresan resentimiento hacia las mujeres, las normas sociales e incluso ellos mismos. Hoy, estas comunidades son conocidas por su misoginia arraigada, teorías conspirativas sobre las relaciones de género y una visión del mundo en la que se perciben como víctimas de una sociedad injusta que les niega relaciones románticas y sexuales.

La ideología tomó un giro peligroso cuando los Incels comenzaron a abrazar una retórica violenta y a glorificar a atacantes, vengadores de su situación, reales. Los casos más extremos pueden ser los de  Elliot Rodger Alek Minassian, y Jake Davison quienes citaron la ideología Incels como motivación y justificación, para sus crímenes. Rodger, de 22 años, realizó un tiroteo masivo y mató a seis personas desde un auto en movimiento en la ciudad de Santa Bárbara, en California. La particularidad es que se trata del hijo del cineasta Peter Rodger, quien trabajó como asistente de dirección en la taquillera película "The Hunger Games". 
Minassian, por su parte, mató a 10 personas en Toronto en 2018 y fue sentenciado a cadena perpetua. Antes del ataque, publicó un manifiesto detallando su odio hacia las mujeres y los hombres con éxito romántico. Sus escritos se han convertido en textos fundamentales para el movimiento incel, cuyos miembros lo llaman el "Caballero Supremo".
En 2021, Jake Davison, un británico que mató a cinco personas en Plymouth, también tenía vínculos con la ideología incel y expresaba resentimiento hacia las mujeres en línea.
Adolescence incorpora elementos de esta realidad en su retrato de Jamie, un adolescente solitario e inseguro arrastrado a un mundo en línea que le ofrece una falsa sensación de pertenencia. En una escena escalofriante, Jamie ve un video de YouTube que explica la "regla 80/20", una creencia pseudocientífica que sostiene que solo el 20% de los hombres atrae al 80% de las mujeres, marginando al resto como "betas" (por oposición al macho Alfa) o "Incels". Esta teoría pseudocientífica refuerza sentimientos de inferioridad y alimenta el resentimiento hacia las mujeres, preparando el terreno para la radicalización.
Sin embargo, Jamie no es retratado como un monstruo, sino como un chico perdido que busca significado en lugares equivocados, específicamente en línea, recordándonos lo peligroso que ésto puede ser. Su lenta inmersión en la esfera incel refleja una crisis más amplia: adolescentes que, privados de orientación y conexión humana auténtica, recurren a espacios en línea que validan su enojo y desesperación.
Lo que hace a Adolescence particularmente inquietante es su capacidad para ilustrar el descenso gradual hacia la ideología incel de Jamie, un chico abandonado, víctima de acoso escolar y rechazo social, que busca significado en un mundo que no se lo ofrece. Su inmersión en la esfera incel refleja una crisis más amplia: jóvenes sin orientación, privados de conexión humana auténtica, recurren a espacios en línea que explotan su vulnerabilidad, validando su ira y desesperación.
Un estudio de Ging (2019) sobre masculinidad digital destacó cómo estos foros operan en un ciclo de validación y radicalización. Un chico como Jamie, al entrar en estos espacios, recibe simpatía y justificación de sus emociones y pensamientos distorsivos: se le dice que sus dificultades no son su culpa, sino la de un sistema injusto. Esto puede derivar rápidamente en una mentalidad peligrosa donde la violencia se percibe como una respuesta justificada, lo cual puede derivar en una mentalidad violenta.

LA VULNERABILIDAD PSICOLÓGICA DE LOS ADOLESCENTES

La adolescencia es un período crítico del desarrollo, donde los jóvenes construyen su identidad y visión del mundo. Estudios de psicología indican que, durante esta etapa, la corteza prefrontal —responsable de la toma de decisiones racionales— aún está en desarrollo. Esto hace a los adolescentes susceptibles a influencias externas, incluido el contenido radical en línea.
La psicóloga Jean Twenge (2017), especializada en tendencias generacionales, argumenta que el auge de smartphones y redes sociales coincide con el aumento de depresión, ansiedad e ideación suicida adolescente. El aislamiento social, combinado con la realidad curada y sesgada de las redes sociales, deja a muchos vulnerables a comunidades extremistas que validan sus frustraciones.
La pandemia intensificó esta crisis, dejando a muchos jóvenes más aislados que nunca. Sin embargo, como sugiere la serie con agudeza, el problema no es solo la tecnología, sino la falta de conexión humana auténtica.
Esto se ilustra en Adolescence mediante las interacciones de Jamie con su psicóloga, Briony Ariston. En una escena conmovedora, ella le ofrece medio sándwich durante una sesión, un gesto aparentemente pequeño pero útil para evaluar la autopercepción y la capacidad de aceptar ayuda. La vacilación de Jamie al tomar el sándwich simboliza una lucha interna más profunda: un chico atrapado entre creerse insuficiente y necesitar desesperadamente orientación y afecto.
En la entrega del próximo domingo continuaremos analizando este fenómeno tan propio de los tiempos que corren, el papel de los padres, el mundo digital como refugio y prisión, y qué podemos hacer frente a estas problemáticas que nos interpelan de manera urgente como sociedad.