A 90 años de la crisis que cambió al mundo (Primera Parte)
* POR ELISEO BOTTINI ANTUNEZ Y CARLA NICOLE ALEGRE MAGLIOCCO *
En 1914, y casi sin esperarlo, un disparo cambió el rumbo del mundo: el mismo que parecía casi condenado al progreso, se despertó sumido en una guerra que enfrentó a las principales potencias de ese siglo. Se acabó la paz reinante en todos los ámbitos: en el social, en el internacional y en el plano económico.
Cuatro años más tarde, el mundo terminaba dividido en dos: el capitalista y el comunista, y esta diferenciación abrió paso a nuevas teorías políticas y nuevas formas de vida. Pero la tensión iniciada en 1914 no culminó el 11 de noviembre de 1918, sino que terminaría muchos años más tarde rozando el inicio del nuevo milenio. No sólo se cobró millones de vidas en el campo de batalla, sino que se encargó de destruir las teorías que, hasta ese momento, habían alumbrado el camino al progreso.
Todo lo que se conocía y consideraba verdadero se encontraba ahora bajo los escombros en los que Europa había quedado sepultada. Pero ¿efectivamente todas las teorías habían sido invalidadas? ¿O la esencia de las cosas se conservaba y debía retornarse al status quo para que todo volviera a funcionar como hasta tiempo antes de la gran guerra? En definitiva, el hombre seguía siendo el mismo, lo que habían cambiado drásticamente habían sido sus circunstancias y las instituciones que las regían.
Pero retornar al origen no es tan simple como parece y mucho más cuando no se asimilan las ideas con la realidad. Y 11 años más tarde el mundo volvía a sumirse en ruinas, pero esta vez las ruinas fueron de índole económica, precisamente, por haber reemplazado a la verdad por un conjunto ideológico contrario a la realidad.
Un martes negro el mercado dio la señal de que no había más cuerda para tirar, y la bolsa de Nueva York tenía su caída más ruidosa, dando inicio así a la depresión más larga de la historia: la gran crisis del 29.
¿UNA CRISIS DEL CAPITALISMO?
Dejar al capitalismo librado al azar deriva en caos. Debe ser controlado. Suelto se convierte en salvaje, depredador, egoísta y desata las peores crisis como ocurrió en 1929. Por suerte llegó Franklin Delano Roosevelt, el New Deal demócrata y John Maynard Keynes para que el Estado intervenga y salve a la economía colapsada por el laissez-faire.
Esta es la historia popularmente aceptada. Peor aún: aplaudida, celebrada y ovacionada por economistas largamente premiados como Paul Anthony Samuelson, cuando dijo que "los sistemas de mercado no regulados acaban destruyéndose a sí mismos".
Y aunque rechaza profundamente a Marx, Lenin, Hitler o Stalin por "paletos en lo que a economía se refiere" (Samuelson dixit), su mirada en contra del sistema capitalista ayudó a explicar, por ejemplo, por qué el cruel sistema soviético sobrevivió tanto tiempo o por qué el genocida modelo del nazismo tiene adeptos a su gestión económica hasta hoy en día.
En un artículo publicado en el diario El País y titulado "Adiós al Capitalismo de Friedman y Hayek", Samuelson dijo: "El capitalismo puro se impuso entre 1915 y 1919, cuando yo era niño. ¿Quién lo mató? El presidente republicano Herbert Hoover y su multimillonario secretario del Tesoro Andrew Mellon fueron culpables antes y después del hecho. ¿Quién lo devolvió a la vida? El New Deal de posición intermedia impuesto por Franklin Roosevelt. Pero tuvieron que pasar siete años desde la investidura de Roosevelt, en marzo de 1933, para conseguirlo".
Samuelson se equivoca. Y cuando parece tener razón, porque sí es cierto que el presidente Hoover es responsable, más por prolongar la depresión que por crearla, su visión dice que fue la austeridad republicana el problema, cuando en la realidad fue exactamente lo opuesto.
Por otro lado, ¿qué es el capitalismo puro para Samuelson? ¿Un mundo atravesado por la gran guerra es capitalismo puro? Por supuesto también supone que el New Deal demócrata fue el Arca de Noé, sin reconocer que éste empezó a aplicarse desde el día uno con Hoover intensificando el diluvio universal. Entonces ¿qué causó la Gran Depresión y por qué se retrasó tanto su salida? Para entenderlo con claridad hay que dividir los eventos en dos: la gestación de inflación monetaria denominada boom (1921-1929) y el programa intervencionista de Hoover que perduró la recesión (1929-1933).
Nadie podría pensar que la manipulación de las tasas de interés realizada por los bancos centrales y su consiguiente aumento de la oferta monetaria es una fuerza capitalista. El Estado, actuando a través de la Reserva Federal -creada en EE.UU. en 1913- es un intervencionismo auténtico en la esfera monetaria y provoca distorsiones en la estructura productiva de precios, dando curso a procesos artificiales de crecimiento y burbujas que, por no estar respaldadas en ahorros reales, terminan implosionando en desastres. La depresión que sigue a este colapso es el inevitable resultado del boom inflacionario previo y un proceso doloroso pero necesario para ajustar la economía.
Como lo explica Murray Rothbard, la descripción del período 1921-1929 como un tiempo de boom inflacionario incomoda a aquellos economistas que ven a la inflación sólo como un aumento de precios. Argumentan que los precios se mantuvieron estables durante el período mencionado -lo cual es cierto- y niegan la inflación. Pero las fuerzas que operan en una economía no son sólo monetarias. Al mismo tiempo, el incremento de la productividad reducía costos y precios pero la inflación monetaria los estabilizaba. Esto impidió que se logre la disminución de precios reales, como debería haber sucedido en un mercado libre y, como frutilla del postre, generó el auge y la posterior depresión del ciclo económico.
El mercado bursátil había sido el más alcista de todos y el quiebre de la Bolsa ese 29 de octubre de 1929 reveló la realidad. Hoover asumió en marzo convencido de que el problema estaba en la especulación financiera de la Bolsa. Dado que esa idea no atacaba la raíz, estaba condenada a fracasar.
Como dijimos, una vez iniciada la intervención, la recesión es ineludible, y querer combatir el problema generado por la intervención con mayor intervención, retrasa el ajuste del mercado, hace más larga y dura la depresión y nubla el camino hacia la recuperación absoluta.
O sea que, una mayor expansión del crédito, implementar políticas de estímulo fiscal, mantener artificialmente salarios altos, motivar el consumo y desincentivar el ahorro, repartir bonos extraordinarios, aplicar programas de obra pública, promover el proteccionismo, subsidiar el desempleo, regular el mercado de trabajo y, lo peor de todo, volver a inflar más aún la oferta monetaria para salvar a bancos o empresas amigas, sólo creará distorsiones mayores empobreciendo a la sociedad, subiendo el desempleo y generando nuevas burbujas. Y justamente fueron éstas las medidas tomadas durante el segundo período analizado (1929-1933) por un gobierno de Hoover que muchos historiadores y economistas catalogaron de libre mercado.
EL NEW DEAL
¿Escucharon hablar de un Nuevo Pacto Social? Bueno, el New Deal es eso. Hoover lo empezó y Roosevelt lo súper incrementó. La teoría económica debería haber reaccionado rápido a las presuntas bendiciones del New Deal de Roosevelt cuando en menos de tres años de haberse consolidado, Estados Unidos volvió a caer en una recesión durante 1936-37. El presidente demócrata asumió en marzo de 1933 con 25% de desempleo.
La diferencia con el New Deal de Hoover fueron dos: a) la amplificación de su alcance y b) la confianza política y social después del relevante triunfo electoral. Pero como quedó demostrado, ni el mayor apoyo posible de la ciudadanía puede evitar las consecuencias de políticas económicas nocivas.
A pesar de todos los gastos del flamante New Deal durante toda la década del 30, el desempleo oficial era de 16% en 1940, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, eso es cinco veces más la tasa de desocupación del 3% a comienzos de 1929. Tampoco la explosión de gasto durante la Segunda Guerra causó el fin del desempleo. En 1943, más de ocho millones de personas habían sido reclutadas en las Fuerzas Armadas. Fue la conscripción lo que escondió el desempleo durante los años de guerra. La recuperación genuina llegó recién finalizada la guerra, partir de 1945, cuando se llevaron a cabo fuertes recortes del gasto público.
* Antunez es periodista de la Universidad de Palermo. Alegre Magliocco es politóloga de la UCA.