La resistencia alemana al nazismo

A 80 años del atentado contra Hitler perpetrado por von Stauffenberg

Por Pedro von Eyken *

En estos días se cumplen ochenta años del atentado más emblemático contra la vida de Adolf Hitler, perpetrado el 20 de julio de 1944 por el coronel Claus Graf Schenk von Stauffenberg. Semanas antes se había producido el desembarco aliado en Normandía que daba comienzo al fin de la guerra iniciada por Hitler el 1° de septiembre de 1939.

El atentado, que era parte de la denominada Operación Walkiria, resultó fallido: si bien estalló la bomba colocada al lado del Führer en un portafolio, no terminó con su vida. Segundos antes de estallar, cuando Stauffenberg había abandonado el salón, el maletín fue cambiado de lugar.

En enero de 1933 Hitler no había alcanzado el cincuenta por ciento de los votos necesarios para ser investido como Canciller (jefe de gobierno) y por eso debió negociar un acuerdo con el partido de centro de Franz Von Papen, quien, además, tuvo que convencer al presidente Paul von Hindemburg, militar y aristócrata prusiano que despreciaba a Hitler, para que lo designara Canciller. En agosto de 1934, fallecido Hindenburg, Hitler asumió todo el poder.

Hace algunas semanas conversaba yo con un experto catalán de la II Guerra Mundial, autor de varios libros. El contabiliza cuarenta y siete atentados contra Hitler. El más recordado fue el de Stauffenberg. Contaba con el apoyo de muchos camaradas conscientes de que Alemania se encaminaba a la desastrosa derrota que llegaría 9 meses más tarde. De los otros 46 atentados, se recuerda el del carpintero Georg Elser, que puso una bomba en la cervecería Bürger Bräukeller de Múnich el 8 de noviembre de 1939, aniversario del putsch de Hitler. El intento fracasó y Elser fue ajusticiado en Dachau el 9 de abril de 1945.

Los militares contrarios a las estrategias de Hitler eran de carrera y varios pertenecientes a la rancia nobleza alemana, para quienes las erradas decisiones del Führer llevaban al país a la derrota. La única solución, para muchos, era eliminarlo físicamente.

El fallido intento de julio de 1944 fue sucedido de una tenaz represión: se arrestó a miles de sospechosos y algunas fuentes estiman que casi doscientos fueron ejecutados. En Berlín conocí el patio del cuartel de la Bendleerstrasse, donde fue ideada la Operación Walkiria y donde fueron fusilados Claus von Stauffenberg Werner von Haeften y Albrecht Mertz von Quirnheim. Alemania perdió así su última oportunidad de aceptar una rendición negociada con el mando aliado.

Ya antes, en 1938, año de la invasión a Checoslovaquia, varios altos oficiales se oponían a ella porque no querían ir a una guerra que se podía perder. Existía un grupo formado por el jefe del estado mayor general del ejército, general Ludwig Beck y el jefe de la Abwehr, almirante Wilhelm Canaris. También lo integraba el viceministro de relaciones exteriores, barón Ernst von Weizsäcker, diplomático de carrera y padre del futuro presidente federal Richard von Weiszäcker (1984-1994).

 

UN VERDADERO CALVARIO

Muchos desconocerán, seguramente, pormenores familiares de los Stauffenberg luego del fusilamiento. Fue un calvario. Los hijos del coronel, Berthold, nacido en 1934; Heimeran, (1936); Franz Ludwig (1938) y Valerie (1940), junto a hijos de otros implicados, fueron confinados por la Gestapo en el orfanato de Bad Sachsa, en el Harz alemán, aunque la familia no sabía dónde estaban.

La viuda de Stauffenberg estuvo recluida en estricto régimen de aislamiento en varias prisiones y campos de concentración. Estaba embarazada cuando su marido fue fusilado y dio a luz a Konstanze el 27 de enero de 1945. Como a los hijos de los “traidores” se les cambiaba el apellido, los chicos Stauffenberg recibieron el de Meister. Sabían que había primos en el orfanato porque los conocían. En junio de 1945 los chicos fueron recogidos en Bad Sachsa por una tía, superiora de la Cruz Roja, que los devolvió a sus madres.

Entre quienes no estaban de acuerdo con las estrategias de Hitler se hallaba el mariscal Erwin Rommel, que en junio de 1944 estaba en Normandía para defender la costa francesa. Había advertido a sus superiores sobre los errores que se estaban cometiendo para la eficacia de esa defensa. Sostenía que Alemania debía firmar la paz con los aliados y que éstos no aceptarían la rendición incondicional mientras Hitler siguiera en el poder.

El 6 de junio comenzó la derrota alemana en el frente occidental con el desembarco aliado en Normandía. La implicación de Rommel en el atentado de Stauffenberg era confusa. Conocía el plan pero no estaba de acuerdo. Creía que lo correcto era un juicio militar para no convertir a Hitler en mártir. Aunque decía ser inocente, Rommel sabía que no saldría vivo luego de un juicio. Con la guerra ya perdida e indignado, como muchos otros, al conocer detalles del Holocausto, el mariscal llevó en sus últimos meses una doble vida: por un lado trabajaba para defender el Reich y por otro conspiraba para derrocar a Hitler. Habían amenazado a Rommel con tomar represalias contra su familia y los miembros de su Estado Mayor con sus familias, si él no se suicidaba.

Todo el asunto debía quedar en secreto y nadie podía enterarse que su muerte era un suicidio ordenado. Según relato de su hijo, en la mañana del 14 de octubre de 1944 se vio como Rommel subía a un coche acompañado por dos generales. El mariscal murió cinco segundos después de romper la cápsula de cianuro, sentado en la parte trasera del coche, a 200 metros de su casa. Se prohibió la autopsia y se informó que había sufrido un derrame cerebral que le causó la muerte.

 

COROLARIO

No todos los oficiales alemanes eran 100 por ciento fieles a Hitler ni todos aprobaban el Holocausto. Las culpas colectivas son injustas y carentes de fundamento. Hoy se prefiere hablar de responsabilidad colectiva, que incluye la memoria de los actos abominables, para no repetirlos y no distribuye culpas hereditarias en pueblos e instituciones. Las culpas solo deben recaer en los criminales de guerra.

*Politólogo y diplomático.