Twitter, elecciones y la libertad de expresión según Elon Musk
La compra de Twitter por Elon Musk fue una de las noticias del año. Y lo fue porque, básicamente, este operación abría potencialmente la puerta a un cambio de dirección en las políticas sobre los límites de la libertad de expresión.Y aunque Elon juró y perjuró que venía a ofrecer poco menos que libertad total e irrestricta, ya hay datos preliminares que invitan a dudar de sus intenciones.
El sitio de noticias Rest of World publicó la última semana de mayo un reporte con números de Lumen, una base de datos que recopila y analiza solicitudes legales de remoción de contenido online. Los números muestran que, bajo la dirección de Elon Musk, Twitter ha recibido más denuncias gubernamentales para eliminar información (sobre todo de Turquía e India) en los últimos seis meses, que en los doce anteriores (de 888 en un año a 971 en el último semestre).
Esto en sí no es algo que Twitter pueda controlar: responde, entre otros factores, a cambios en la legislación de cada país (Alemania, por ejemplo, introdujo cambios que penan los discursos de odio en redes). La diferencia con otros años, sin embargo, es que el nivel de aceptación de estos reclamos fue muy importante. De esos 971 reclamos gubernamentales para eliminar información, Twitter dio cabida de forma total a 808, lo que representa un grado de cumplimiento superior al 80%. El dato es que, antes de la llegada del fundador de Amazon y dueño de SpaceX a esta red social, el grado en que estas denuncias eran aceptadas sin reparos rondaba en promedio el 50%.
Pero eso no es todo. De las 971 solicitudes de censura, Twitter cumplió totalmente 808 y parcialmente otras 154. Para las 9 restantes no informó ninguna respuesta específica. Esto implica que, por primera vez en la historia de esta red social, ninguna solicitud para bajar información fue rechazada en todo un semestre.
La naturaleza de estas denuncias puede variar, pero generalmente se trata de solicitudes de gobiernos y tribunales para eliminar publicaciones controvertidas, o que la red revele información sobre un usuario anónimo. Rest of World cita un caso emblemático ocurrido en enero de este año, en el que el Ministerio de Información de la India ordenó a Twitter que elimine todas las publicaciones que compartieran imágenes de un documental crítico al primer ministro Modi, emitido por la BBC. La orden se cumplió a rajatabla y docenas de publicaciones fueron eliminadas, incluída una que pertenecía a un diputado local.
El otro momento clave que marca el cambio de relación entre la nueva administración y los gobiernos tuvo lugar el día anterior a la primera vuelta presidencial en Turquía, cuando Twitter anunció la toma de medidas para restringir el acceso a ciertos contenidos el día de la votación, todo ello para garantizar el acceso a Twitter en el país. Aunque el comunicado no fue claro respecto a qué cuentas serían bloqueadas ni por qué motivo, opositores al gobierno de Erdogan denunciaron que el bloqueo estuvo dirigido a cuentas que denunciaban la corrupción gubernamental.
Lo ocurrido en Turquía es la antesala y el ensayo de un problema que, aunque todavía parece distante, no muchos quieren ver: el martes 5 de noviembre de 2024, Estados Unidos elegirá a su presidente número sesenta. Lo hará, posiblemente, en un contexto de confrontación que ya no le es desconocido y que, si todo sigue como hasta ahora, podría enfrentar nuevamente a Joe Biden y Donald Trump. De lo que decida Elon Musk hacer con su red social ese día dependerá, seguramente, el ánimo y el clima en el que millones de estadounidenses ejercerán su derecho a votar.