Diego y El Pelado hicieron maravillas en Japón
El baúl de los recuerdos. Con el inmenso talento de Maradona y los goles de Ramón Díaz, Argentina ganó el Mundial Juvenil de Japón en 1979.
Todavía flotaban en el aire los papelitos que acompañaron la consagración del Seleccionado nacional en el Mundial ´78. Se hablaba del implacable Matador Mario Alberto Kempes y del imbatible Ubaldo Matildo Fillol. Pero de un día para el otro, los héroes de esa conquista les cedieron el protagonismo a unos pibes que hicieron que el país madrugara para aplaudir su fútbol de galera y bastón. Con Diego Armando Maradona en un nivel sublime y un despiadado Ramón Díaz al frente de un equipo inolvidable, Argentina se quedó con el Mundial Juvenil de Japón en 1979. El Imperio del sol naciente se rindió ante las maravillas de Diego y El Pelado.
La categoría Sub 20 era poco menos que desconocida hace poco más de cuatro décadas. De hecho, la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) había decidido iniciar en 1977 la disputa de certámenes con jugadores juveniles. La primera edición, desarrollada en Túnez, pasó inadvertida en la Argentina, que ni siquiera se había clasificado para ser parte del Mundial que quedó en manos de la Unión Soviética, que venció a México en la final.
El panorama cambió con la obtención del título en 1978. El fútbol argentino había saldado una deuda con su historia. La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) entendió que la nueva competición instrumentada por la FIFA abría un interesante escenario para mostrarle al mundo la calidad de las venideras generaciones de jugadores vestidos con la camiseta celeste y blanca.
LOS PIBES DE DON ERNESTO
Se decidió convocar a Ernesto Duchini, un viejo y reconocido maestro de divisiones inferiores, para formar el plantel que buscaría la clasificación para Japón ´79. Según se cuenta en el libro Menotti, el último romántico (Librofutbol.com, 2018), Don Ernesto aceptó rápidamente la sugerencia de Miguel Ángel Juárez, el Gitano, gloria de Rosario Central y amigo del DT del Seleccionado mayor, César Luis Menotti, de poner el ojo en varios pibes de los equipos santafesinos que tenían por delante un promisorio futuro.
Así aparecieron en escena los defensores Juan Ernesto Simón (Newell´s) y Rubén Rossi (Colón), el mediocampista Daniel Sperandío (Central), el delantero Rolando Barrera (Newell´s) y el arquero Rafael Seria (Central Córdoba). Duchini extendió la mirada hacia todos los puntos cardinales de la Argentina y también citó, entre otros, a Juan José Meza, talentoso mediocampista tucumano que actuaba en Central Norte, de esa provincia.
Don Ernesto Duchini, con Maradona y César Luis Menotti.
La metodología de buscar talento en la vasta geografía argentina se le había ocurrido a Menotti a la hora de conformar el Seleccionado campeón del mundo. La Selección del interior fue un acierto del Flaco y, al mismo tiempo, una reivindicación para los jugadores que no actuaban en los equipos de Capital Federal y Gran Buenos Aires.
A los purretes de tierra adentro Duchini les sumó a varios pibes que ya habían asomado en Primera División y empezaban a cosechar aplausos a granel. El más destacado era, obviamente, Maradona. Diego, que en 1976 había irrumpido en Argentinos Juniors con su juego pleno de fantasía. En ese tiempo le decían Pelusa. Aún no era El Diez. Tampoco D10S, como lo llamó hasta su muerte su legión de fieles incondicionales. Se había perdido el Mundial ´78 por una decisión de Menotti que jamás perdonó. Japón ´79 debía ser su torneo.
Junto a Maradona aparecieron otros jóvenes que ya tenían nombre propio como Ramón Díaz, veloz y certero delantero de River, el volante defensivo Juan Barbas y el atacante Gabriel Calderón, ambos de Racing, y el puntero derecho de Chacarita Osvaldo Salvador Escudero, el Pichi.
Tal como hacía la Selección mayor a las órdenes de Menotti, el juvenil, al que por entonces no se lo llamaba Sub 20, se preparó intensamente. Su puesta a punto incluyó una importantísima victoria sobre el Cosmos de Nueva York, un equipo estadounidense que en esa época reunía a grandes estrellas del fútbol mundial. Allí se había retirado nada más y nada menos que el brasileño Pelé en 1977.
En la época en la que los pibes de Duchini tenían en la mira el Mundial de Japón, en el Cosmos estaban el alemán Franz Beckenbauer, un fantástico defensor al que se conocía como El Káiser, el marcador de punta brasileño Carlos Alberto -capitán del inolvidable seleccionado campeón del mundo en México 1970- y el goleador italiano Giorgio Chinaglia.
El saludo de Franz Beckenbauer y Diego antes de la victoria de los pibes sobre el Cosmos.
El 3 de noviembre de 1978, en la cancha de San Martín de Tucumán, el Seleccionado juvenil derrotó 2-1 al Cosmos con goles de Maradona y de Barrera. Chinaglia, campeón en su país con Lazio en la temporada 1973/74 y titular en la selección italiana en el Mundial ´74, marcó para los estadounidenses.
En enero de 1979 se llevó a cabo en Uruguay el Sudamericano de la categoría. El certamen otorgaba tres boletos a Japón. Los dueños de casa -con Rubén Paz como figura- se quedaron con el título y se clasificaron junto con Argentina y Paraguay. Los albicelestes, subcampeones, contaron con Maradona como mejor jugador del torneo y con Ramón Díaz como máximo goleador.
MADRUGADAS FELICES
Duchini no acudió a Japón al frente del equipo argentino. Su lugar fue ocupado por Rogelio Poncini, uno de los más cercanos colaboradores de Menotti en la Selección. Argentina debutó con un contundente 5-0 sobre Indonesia con tres tantos del Pelado Díaz y dos de Maradona. La siguiente víctima fue Yugoslavia, que cayó 1-0 con un gol del Pichi Escudero. Y en el cierre de la fase inicial, los pibes dieron cuenta de Polonia por 4-1, merced a las conquistas de Calderón (dos), Diego y Simón.
El equipo se lucía en cada partido. Maradona desplegaba su magia y dejaba en ridículo a los rivales que intentaban detenerlo. Su habilidad no tenía límites. Díaz sumaba goles a raudales aprovechando los desbordes de Calderón y Escudero y su explosiva sociedad con Diego. La firmeza de Simón y Rossi impedía que corriera peligro la valla defendida por Sergio García.
En tiempos de televisión en blanco y negro, los televisores se encendían muy temprano para ver las transmisiones de Argentina Televisora Color (ATC), el viejo canal 7 que hoy se conoce como La Televisión Pública. En los micrófonos de Radio Rivadavia, José María Muñoz, gritaba los goles con la misma pasión y particular sentido del patriotismo que había expresado en el Mundial ´78. Era un clásico su hábito de acercar a los protagonistas del deporte con los representantes del gobierno militar.
Maradona y Ramón Díaz, las grandes figuras de un equipo inolvidable.
Argentina aplastó 5-0 a Argelia en los cuartos de final. Un triplete de Díaz, un gol de Maradona y otro de Calderón depositaron a la Selección en las semifinales. De pronto, Menotti apareció en Japón para tomar la posta que le cedía Poncini. Especialmente después de la eliminación albiceleste en España ´82 y del alejamiento del Flaco de la conducción del representativo nacional, se hizo hincapié en la sorpresiva llegada del DT a Oriente.
El periodista Juan José Panno explicó la cuestión en las páginas de Menotti, el último romántico: “Es cierto que Ernesto Duchini eligió los jugadores, porque era el que entendía de juveniles, era un descubridor de talentos, pero luego Menotti le dio forma a ese equipo. Varios hablaron de mala leche”.
Para sacar el pasaje a la final había que derrotar a Uruguay. El clásico rioplatense, ya con Menotti sentado en el banco de suplentes, terminó con un 2-0 a favor de Argentina. El Pelado Díaz y Maradona, a quien le sumaron el apelativo Pibe de Oro, hicieron posible la victoria. El otro duelista en el partido decisivo era Unión Soviética, que superó 1-0 a Polonia en la otra semifinal.
Unas 52 mil personas cubrieron las tribunas del Estadio Olímpico de Tokio el 7 de septiembre de 1979. Menotti puso en la cancha a los habituales integrantes del equipo: Sergio García; Abelardo Carabelli, Juan Simón, Rubén Rossi, Hugo Alves; Juan Barbas, Osvaldo Rinaldi, Diego Maradona; Osvaldo Escudero, Ramón Díaz y Gabriel Calderón. Los soviéticos formaron con Viktor Chanov; Aleksandr Polukarov, Victor Yanushevsky, Sergei Ovchinnikov, Ashot Khachatrian; Anatoli Radenko, Jaroslav Dumansky, Igor Ponomarev; Sergei Stukashev, Oleg Taran e Igor Gurinovich.
“Señores, ustedes ya son campeones. No me importa el resultado de este partido, ya han demostrado que son los mejores del mundo. Nada de patadas o locuras. Vayan, jueguen y me divierten a los 35 mil japoneses que están en las tribunas”, ordenó Menotti a sus dirigidos. Más allá de ser una suerte de declaración de principios, las palabras del DT no hacían más que definir lo que ocurría cada vez que ese equipo entraba en acción.
Después de un primer tiempo en el que no se logró romper la paridad, Ponomarev, que se había surgido un año antes en el Neftchi Baku y que en el Mundial consiguió cuatro tantos, abrió la cuenta para las huestes comandadas por el entrenador Sergei Korshunov. Esa situación puso a Argentina en una condición inédita: nunca había estado en desventaja a lo largo de la Copa del Mundo. Sin embargo, el resultado adverso no alteró a los albicelestes. Tal como lo habían hecho hasta antes del 1-0 de los hombres con la signa CCCP en el pecho, buscaron una y otra vez el arco de Chanov.
El golazo de tiro libre de Diego ya es una realidad. Juan Barbas se une al festejo.
Alves, defensor de Boca, estampó la igualdad desde el punto penal y en ese momento el partido terminó de teñirse de celeste y blanco. El Pelado Díaz dejó en el camino a tres soviéticos y puso en ventaja a Argentina con un remate cruzado y Maradona cerró la cuenta con un golazo de tiro libre. Los pibes ya eran campeones del mundo.
En los micrófonos de Radio Rivadavia, el Relator de América entabló una trabajosa comunicación entre Menotti, Maradona y el presidente de facto Jorge Rafael Videla. Más tarde intervino Roberto Eduardo Viola -el sucesor de Videla- para felicitar a Diego, Simón, Barbas, Calderón, García y Escudero, quienes estaban cumpliendo el servicio militar obligatoria y habían sido licenciados para estar en el Mundial.
“Ellos siguen siendo mis pibes. Nunca he disfrutado tanto con un equipo”, confesó alguna vez Menotti. Al igual que al Flaco, el mundo quedó subyugado por el fútbol majestuoso de esa Selección en la que Diego y El Pelado hacían maravillas.
Los campeones: García, Carabelli, Simón, Rossi, Alves, Maradona, Escudero, Barbas, Díaz, Rinaldi y Calderón.