En la última reunión del año, se trató uno de los casos más inexplicables que ofrece la Historia Argentina.
-No es fácil formular un juicio terminante sobre
VA LAVALLE
Taciturno y sombrío va Lavalle
al frente de su ejército espectral,
le ha ordenado a un soldado que se calle
y que guarde silencio a un oficial.
No hace mucho perdió en Quebracho Herrado
y sufriendo el acoso federal
cruza un campo reseco, calcinado,
donde brilla lejano un salitral.
Lo importunan visiones del pasado,
entre ellas, pertinaz y casi real,
la sombra del ilustre fusilado.
Apresura su marcha el general,
porque tiene un encuentro concertado
con la muerte y procura ser puntual.
Aunque los presentes conocen en líneas generales dicho marco, a Kleiner le pareció oportuno agradecer a Medrano la puesta en escena que llevara a cabo, diciendo:
-Gracias por tu recapitulación, que a todos nos ha venido bien y, además, resultó muy interesante.
-No hay de qué. Pensé que no estaría de más. Y, para ser honesto, debo decirles que buena parte de la información referida a este asunto la saqué del libro
AQUELLA NOCHE
"Quienes, conducidos por el gobernador delegado jujeño, Aberastain, llegan a la casa de Zenarruza son Lavalle, sus oficiales Félix Frías y Pedro Lacasa, una pequeña escolta de ocho soldados y el jefe de ésta, teniente Celedonio Alvarez''.
"El edificio tiene un par de patios, un zaguán y dos habitaciones que dan a la calle. Otras dos se encuentran pasando el primer patio y, después del segundo, queda lugar para encerrar los caballos de la escolta.
"Lavalle ocupa uno de los cuartos interiores, Lacasa y Frías comparten uno de los del frente y la escolta se acomoda en el primer patio. Se aposta un centinela en el zaguán, cerca de la puerta. Salvo éste, todos se entregan al sueño y comienzan a transcurrir las primeras horas del 8 de octubre''.
"Clareaba apenas el amanecer cuando una partida, al mando del comandante Fortunato Blanco, se acerca a la casa de Zenarruza. El centinela grita ¡quién vive! y, al oírlo, se levanta Lacasa, que advierte la proximidad de un grupo de paisanos armados, con divisa federal. Blanco le intima rendición a Lacasa, que retrocede y cruza el primer patio gritando ¡a las armas! Lavalle se está calzando las bo tas cuando Lacasa entra en su cuarto y le dice:
-General, los enemigos están en la puerta.
-¿Qué clase de enemigos son?
-Son paisanos.
-¿Como cuántos?
-Veinte o treinta.
-No hay cuidado entonces; vaya usted, cierre la puerta y mande ensillar, que ahora nos hemos de abrir paso''.
"Éste es el diálogo que, más tarde, reproduce Lacasa por escrito y agrega: Inmediatamente se cerró la puerta y los soldados corrieron al segundo patio para tomar sus caballos''.
"En la calle, el comandante Blanco advierte que se cierra la puerta, ordena a los cuatro tiradores de la partida echar pie a tierra y hacer fuego contra la cerradura. Por dos veces las tercerolas gatillan en falso, fallando el tiro''.
"Lavalle se acerca a la puerta, ordenando al oficial de guardia custodiar la misma. Lacasa, que marcha hacia el segundo patio, retrocede para recoger su freno en la habitación. Después de hacerlo oye unos tiros que hicieron estremecer la puerta, se dirige a ella y, en el zaguán, encuentra a Lavalle caído, ensangrentado y agonizando''.
"Mientras tanto, Blanco es informado respecto a que las fuerzas unitarias están acampadas allá cerca. Presumiendo que puedan haber oído los disparos, se retira. Luego declarará que fueron tres los tiros disparados y se atribuye a un moreno, José Bracho, haber sido el autor del que abatió a Lavalle, siendo recompensado por ello''.
"Señores, éstos son los hechos, según los dichos de Lacasa, Frías y el comandante Blanco''.
INCONGRUENCIAS
-Hasta aquí, nada extraño se desprende de tu relato -observó Gallardo-. Aunque sé que hay incongruencias inexplicables. Me gustaría oírlas.
-Paso a detallarlas.
"Estudiada la puerta de la casa, cerca de la cual cayó Lavalle, se estableció que ninguno de los tiros la había atravesado. A raíz d ello, se pensó que una de las balas pudo pasar por el ojo de la cerra dura. Sin embargo, éste era menor que el diámetro de los proyectiles que utilizaban las tercerolas. De manera que, si los tiros disparados por la partida que comandaba Blanco no atravesaron la puerta cerrada, ¿de dónde vino el que mató a Lavalle?
-¿Pudo ser así? -preguntó O'Connor.
-Moyano lo niega terminantemente. Señala en primer término que no existen constancias del romance entre Lavalle y Damasita y mucho menos de la presencia de ésta en la casa de Zenarruza aquella noche. Dice que el único que la sitúa allí es Bernardo Frías, en virtud de una versión conocida de oídas. Y que, en cambio, ni Félix Frías ni Pedro Lacasa, testigos presenciales, la mencionan en ningún momento.
-¿Y si fue un suicidio?
-También acoge Rosa esa posibilidad. Reforzándola con el estado de ánimo que podría atribuirse a Lavalle, vencido muchas veces y arrepentido de haberse aliado al extranjero en sus empresas. Apunta Moyano sin embargo que resultaría muy extraño que alguien se suicidara pegándose un tiro en la horquilla del esternón.
-Si el tiro no vino de afuera, si Damasita no vengó la muerte de su hermano, si Lavalle no se suicidó ¿qué posibilidad queda en pie?
LAS HIPOTESIS
-¿Por qué no ordenás las hipótesis para votar por alguna de ellas?... O por ninguna -propuso Ferro.
-Bueno. Posibilidad uno: venganza de Damasita Boedo. Posibilidad dos: suicidio. Posibilidad tres: asesinato por parte de alguno de los oficiales unitarios, ante la negativa de Lavalle a escapar por los fondos de la casa. Creo que estas son todas las que se desprenden de lo que he expuesto.
-Sí -aprobó Zapiola-, pero es posible deducir tres más. -¿Cuáles?
-Posibilidad cuatro: que el asesino no haya sido uno de los oficiales sino un soldado.
-¿A la vista de los jefes y con riesgo de que lo ultimaran en el acto? No es posible.
-Posibilidad cinco: que alguna de las tercerolas, que fallaron de primera intención, estuviera cargada con una bala de menor calibre al que le correspondía y hubiera pasado por la cerradura.
-Una bala de menor calibre tendría una trayectoria errática y nunca se hubiera podido acertar con ella a la cerradura.
-Posibilidad seis: que la puerta no estuviera cerrada sino entor nada, permitiendo el paso de una bala por la hendija entre las dos hojas.
-Lacasa dice que estaba cerrada.
-Pero una puerta entornada puede parecer cerrada. Bien, ¿a alguien se le ocurren otras posibilidades?
Ante el silencio de los presentes, siguió Medrano:
-Un último dato para cerrar el debate y agregar un poco más de intriga al caso. Entregada por la provincia de Jujuy, la puerta de la casa de Zenarruza estuvo en el Museo de Luján durante bastante tiempo. Sin embargo, en un momento dado, las autoridades provinciales entendieron que debía volver a Jujuy y la reclamaron.