UNA MIRADA DIFERENTE
La ideología del Viejo Viscacha, a full
Como si el lumpen y repugnante personaje de La Vuelta de Martín Fierro hubiera implicado una profecía y un mandato, el país está hoy en manos de sus mejores discípulos.
Muchas voces se han alzado a lo largo de los años tratando de explicar que los consejos del que terminara siendo el tutor del segundo hijo de Martín Fierro, el viejo Viscacha, no son un mensaje de moral, de conducta, de ética o de convivencia, y mucho menos un símbolo de la actitud de quien quiere ser considerado un compatriota o al menos tener una patria. Al contrario, Hernández lo presenta como una contrafigura, un pijotero, un vividor, un tramposo, un vivillo, un antisocial, una suerte de tordo usurpador de nidos, un inadaptado.
Sin embargo, se conocen y repiten sus seudo consejos más que los del propio Fierro, que, aun en su precariedad, intenta inculcar a sus hijos los principios de decencia, trabajo y ética que los argentinos -o alguna parte no mayoritaria de ellos- todavía consideran su mayor mérito y el mayor bien que sus mayores les legaran.
Desde sus mismísimos comienzos, lo que se autodenominó Movimiento Peronista por pura conveniencia política y dialéctica mostró varias veces entre sus filas y en cargos relevantísimos del gobierno, a personajes que parecieron querer imitar a Viscacha, tanto en su conducta como en su filosofía, y hasta es difícil no preguntarse si ella no está plasmada a fuego dentro de los apotegmas del partido y de su propio fundador. Claro que para eso habría que repasar prolija y seriamente la historia, que hoy ha sido borrada, alterada o relatada adecuadamente como para olvidar u ocultar una serie de realidades, justamente por personajes y ejecutantes que podrían representar al personaje nefasto con altas probabilidades de ganar algún Oscar o Goya, al menos.
Aún fuera de la estructura política, el peronismo se vio desde el principio rodeado y adulado por industriales y empresarios amigos que se beneficiaron de los controles, permisos y prohibiciones del estado (el clásico formato mussoliniano que aún perdura) que constituyeron la base de la industria nacional, lo que ahora se denominan focas aplaudidoras, pero que siguen exactamente en la misma postura que en 1946, sólo que con más prebendas, más poder, más dinero y más impunidad, los mismos que aceptaron su participación en la corrupción en la causa de los cuadernos y que ahora seguramente quieren esconderse detrás del mismo lawfare que Cristina Fernández, para intentar que la sociedad se olvide de que esa corrupción fue debidamente aceptada y confesada ante la justicia, cosa que ahora se intenta licuar. El gasoducto Néstor Kirchner, (nunca más apropiado el nombre) que supuestamente salvará a la nación de la catástrofe, será construido por buena parte de esos mismos corruptos, viejos Viscacha de la Argentina de siempre, con mecanismos más dudosos que los denunciados hace pocos meses por corruptos. A la sociedad, amante del cancherismo y la piolada, seguramente le parece normal y hasta hábil este proceso, pero es bueno no olvidarlo.
A esos personajes se fueron agregando a lo largo del tiempo otros cómplices y vividores, los sindicalistas y más acá los piqueteros y líderes planeros, billonarios sin escrúpulos que también han sido aceptados por la sociedad y que no sólo aparecen cuando se les da la gana en los medios, sino que textualmente los compran, compran sus acciones y consecuentemente su línea editorial, con lo que se completa la digestión de estos personajes, cuando no la admiración por ellos. (O la atracción, para ser más amplios)
Impera la corrupción
A medida que transcurría el tiempo los personajes viscachescos se apoderaron de las entidades deportivas, de los demás partidos políticos, de toda la clase política y de la burocracia aún en sus menores expresiones, con la resultante que se observa ahora y que no constituye una novedad para nadie: la corrupción impera.
Pero en los últimos dos años, a una velocidad creciente y sinusoidea a medida que avanzan los juicios contra la viuda de Kirchner, el kirchnerismo, dueño de la franquicia del peronismo de hoy, parece haber ampliado las similitudes y ha pasado de copiar la filosofía de los consejos a copiar directamente las peores prácticas del desagradable tipejo martinfierrino. Se recordará que, en su descripción, Hernández narra la egoísta y repugnante costumbre del veterano de escupir sobre el asado que estaban preparando los demás paisanos. De ese modo, se garantizaba que nadie lo probara y entonces ser él el único que pudiese degustarlo. Costumbre que le valió más de un facón en peligrosa busca de su garganta.
Se solía, hace algunos años, usar este ejemplo también en el plano de la política internacional, para simbolizar una estrategia de tierra arrasada, o de deliberada quema de puentes para que el adversario se quedara sin bazas a favor, esto aun a costa de perder alguna ventaja inmediata propia o sufrir alguna consecuencia negativa instantánea.
El peronismo gobernante parece estar comportándose del mismo modo. Garantizando la ingobernabilidad futura en múltiples aspectos, aún a costa de perder su proverbial eslogan de ser el único que garantizaba la gobernabilidad, cosa que ha quedado harto demostrada que se ha esfumado. El gobierno no puede hoy garantizar la institucionalidad ni orden ni respaldo de nada. En ese plan de escupir el asado, el gobierno parece pensar en una resignada y perdedora frase: “detrás de mí, el diluvio” o, sabiéndose apaleado, se intenta garantizar un segundo regreso en 2027 donde supuestamente, esta vez sí volverán mejores.
Para ello, por caso, tolera o recurre a la inaceptable claudicación ante el que se denomina movimiento mapuche, una virtual organización guerrillera que pretende lo mismo que ERP o Montoneros en los años 70, que está al borde de obligar a cualquier gobierno serio o que pretenda parecerlo a una lucha armada para parar la mezcla de negocio y entrega de soberanía que empaña, asusta y ensombrece al sur del país.
O fogonea una inflación que, más allá de las promesas en que nadie serio puede creer, ni siquiera el FMI que de serio no tiene nada, sencillamente es imparable, no sólo porque la masa de Leliqs y otras deudas e instrumentos ajustables lo indican, sino porque la suba de tasas, los intereses y ajustes garantizados en pesos y aún el mecanismo delirante de querer compensarla con aumento de sueldos y de impuestos garantiza un desastre en las calles si se intenta pararla. En ese escupitajo al asado nacional, no vacila en torpedear a su milagrero de turno, Sergio Massa, enfrentándolo a las masas callejeras, a los paros salvajes, al cierre de fábricas, al cuco de su sindicalismo berreta y patotero. Casi una pelea entre dos Viscacha. O vizcachas. O comadrejas.
Deja, empezando desde ahora, una especie de sistema cambiario multi-tiered a pedido o según necesidad, que puede manosearse a voluntad, según necesidad y al estilo Perón de 1946, es decir un sistema cambiario impredecible y también para amigos, con nuevos billonarios a cada paso. Pero por las dudas a usted no le importe nada la corrupción y sea de los que sostiene que “roban pero hacen” y demás vivezas criollas, que terminará costando carísimo en juicios que el país perderá sin atenuantes, como cada vez que ha recurrido a estas trampas. Y que pagará cualquier próximo gobierno, hablando de escupir asados. O sea que pagará la sociedad. Nada más que solucionar el enredo de los tipos de cambios tomará dos períodos de gobierno, suponiendo que la calle deliberadamente soliviantada y saboteadora permita encarar los cambios de fondo que se requieren y que no se cometa ningún error. Y que la población tenga ganas de hacerlos. Ni tiene sentido hablar en este momento de seguridad jurídica sin que el lector estalle en carcajadas.
Manoseo estatal
Como otra herencia que torna ingobernable al país de hoy y de un largo futuro, está el desacomodamiento de los precios internos, fruto del manoseo estatal, de la inflación, de los subsidios en tarifas, del proteccionismo, de los sistemas laborales insostenibles hace rato, de los paros, de las huelgas, de los planes platita, del deliberado ataque contra las PYME y las alimenticias, de la persecución impositiva de AFIP y de los gobiernos provinciales y municipales sobre la producción.
Otra herencia que parece infantil no atribuir a una acción deliberada es la larga desaparición de generación de empleo (privado, claro, se habla de trabajo), motivada por la pérdida de inversión y el sistema legal que ha sometido a los empleadores a la indefensión. Tampoco solucionable en un sólo período de gobierno, ni sin una lucha paralizante con los amos sindicales.
El campo minado se completa con el nivel del gasto en todas las jurisdicciones, imprescindible de reducir lo que no podrá hacerse en poco tiempo y con un análisis de base cero, salvo algún mecanismo desesperado y que disminuirá la confianza imprescindible más que aumentarla, como ocurre con el efecto injusto y perverso de la utilización de la inflación para bajar el gasto, que siempre culmina en injusticias intolerables y con privilegios espurios.
Siguiendo con las comparaciones con el pasado, es un éxodo jujeño con tierra arrasada, o al estilo de las guerras rusas contra Napoleón o Hitler. Así como no hubo entrega de los atributos presidenciales, nada será normal. El nuevo gobierno carece de respaldo, margen de maniobra y oportunidades antes de asumir. El Viejo Viscacha escupió el asado una vez más.
Si se analizan cada uno de los movimientos de aquí para adelante, el panorama no mejorará, más bien tenderá a empeorar. Ya no se trata de una inutilidad intrínseca y cultivada, se trata de un plan. Como un trágico plan ODESSA. Hay quienes insisten en que se trata de una estrategia para negociar la impunidad de quienes pasaron por saco al erario, empezando por su jefa, pero se trata de una maniobra más profunda, más cruel, más vil, más colectiva, sin descartar la propina de la impunidad.
Minas sembradas
Hay temas de coyuntura, aunque sea una larga coyuntura. Pero hay algunas minas que se dejan sembradas que vienen cultivándose y cuyo armado data de más lejos, aunque con el mismo origen. Las tomas de colegios parecen coyunturales y de inmediatez política y estupidez rebelde tolerada por las familias fanáticas, pero son un plan profundo, donde no se trata solamente de la indoctrinación de los chicos, sino de sus padres, que han abandonado la capacidad de pensar hace rato, que hace pasar a primer plano la feta de queso o paleta, pero deja en un tercer plano, o fuera de toda discusión, la deseducación, la orfandad intelectual que se está impartiendo en nuestras escuelas públicas. Una bomba de tiempo que no estallará ahora, sino cuando el peronismo no sea gobierno. O las cárceles saturadas deliberadamente por inacción que sirven de excusa para no meter presos a los que harto merecen estarlo. Un desorden social planificado, que tampoco se arreglará en pocos años. Habrá que tener en cuenta las hipotecas de las demandas judiciales que se perderán en los tribunales internacionales gracias a las expropiaciones deliberadas irresponsables que siguen hasta hoy, o en los contratos con China, cuyo alcance y gravedad se ignoran. Habrá que resolver la entrega virtual de la población a las mafias, a la droga, a la violencia, a los crímenes y violaciones diarias. Herencias para un hijo guacho, más que gaucho, como cantó Larralde. La sociedad deberá crecer de golpe. O quedarse en la esclavitud del infantilismo y el facilismo populista demagógico.
Durante mucho tiempo se han estado tomando los discursos o relatos de personajes como Kicillof, o las muchas amantes devenidas en funcionarias, o los terroristas reciclados en sus familiares, como un despropósito. En realidad, tienen fines concretos y colaboran a convencer a mucha gente de que tienen auténtico derecho a no trabajar y cobrar, o a no aportar y jubilarse, o a no estudiar y pasar de curso o conseguir un diploma, o a tener un ingreso estatal sin contrapartida verdadera, o a compartir su subsidio con un jefe piquetero, en ser jefe sin poder siquiera servir café, a que cualquier diferencia entre la realidad y las falsas conquistas se salde con un nuevo impuesto. Los efectos se sienten ya, y aumentarán y serán más graves a medida que se acerque el 11 de diciembre de 2023. Y más graves todavía si se intenta cambiar ese convencimiento empecinado y voluntarista.
Los destrozos causados en el sistema político, acuerdos explícitos o secretos, financiamento de opositores, repartos de cargos y negocios, desde vacunas a comedores, casinos y ensambladoras, manoseos jurídicos, destrucción institucional, intromisión en los demás partidos, promesas de gobiernos conjuntos, sistemas electorales, también son una rémora que se tira sobre el asado nacional y que demorará años normalizar, con mucha voluntad, empeño y suerte. Y habrá que ver cuánto toma recuperar la cultura del trabajo, del ahorro, de la libertad y simplemente del esfuerzo individual para ser autoportante.
Por supuesto que lo mismo el peronismo va en camino casi inexorable a ser repudiado en las urnas. Y por supuesto los demás partidos y la propia ciudadanía deben preparase para tratar de cambiar el rumbo del barco nacional al garete, cualquiera fuere el costo. Pero se encontrarán ante este panorama provocado, ante el asado salivado a la vista de todos, deliberadamente, para que sea inservible e incomible para los demás.
Faltan los saqueos, los enfrentamientos, las muertes, las patotas en la calle, siempre parte del ceremonial del Movimiento en momentos clave. La habilidad de quienes triunfen en las próximas elecciones será explicar a la sociedad que el precio que se está pagando es por el pasado, no por el futuro. El problema de vivir de sueños. El problema de creer en los charlatanes. De apostar a los Viscachas de la política.