Otra vez en un recital, Roberto Alagna volvió a presentarse el martes en el Colón, donde había estado en 2012 con Angela Gheorghiu, su conflictiva esposa de entonces. La
EMISIÓN DESIGUAL
Cabe apuntar de manera primaria que el afamado tenor francés, desenvuelto, pleno de simpatía, basó su labor casi esencialmente en la permanente potenciación de redondos agudos y un pasaje alto en
PROGRAMA
La primera parte de la jornada se inició con tres fragmentos pertenecientes a la lírica francesa, cuya traducción dio la pauta de lo que iba a seguir (el agudo en La natural de `Vainement, ma bien-aimée', de `Le Roi d'Ys', de Lalo, es en pianísimo, y fue vertido en cambio de manera estentórea). Ya en italiano, la delicadísima Serenata de Arlequín, de `I Pagliacci', un verdadera pequeña joya, adquirió nada menos que contornos dramáticos veristas, al tiempo que el Prólogo, apropiación de un fragmento baritonal, no pasó los límites de una desconcertante parodia. Sólo en la
El artista "exhibió toda suerte de irregularidades, sucesivas o intercaladas".
La segunda sección incluyó la hermosa Serenata Francesa, también de Leoncavallo (adecuadamente fraseada); el `Notturno d'amore', del ballet `Los millones de Arlequín', de Drigo, y una serie de canzonetas napolitanas (entremezcladas con Chopin), en cuya versión el artista parisién pareció carecer de las particulares inflexiones expresivas, los claroscuros del decir y el entramado propios de este género. Sólo `Io te vurria vasà', de Di Capua, desplegada sin salir de voces medias atinadamente enlazadas y con primorosos
Los bises no contribuyeron por cierto a enderezar la velada.
De toque claro y pulcro, la pianista rusa Irina Dichkovskaia, residente en la ciudad bonaerense de Escobar, sorprendió por su dinámica confusa en las dos últimas piezas de Chopin que abordó, y por supuesto, mostró lógicas dificultades en su identificación con el alma tan distinta de las páginas que debió encarar.
Calificación:
FOTO: GENTILEZA ARNALDO COLOMBAROLI