Las imágenes que llegan desde el exterior son impactantes: decenas, o incluso cientos, de hombres que de pronto se ponen de rodillas en las plazas y empiezan a rezar el Rosario a la Virgen María. Esta demostración de fe pública que se viene extendiendo por diferentes países de tradición católica, comenzó a replicarse ahora en la Argentina gracias a la iniciativa de un grupo de laicos de diferentes parroquias. En Buenos Aires, la cita es el próximo sábado 28, a las 11, en la Plaza de Mayo.
La idea de sumarse a la cruzada del Rosario, que nació en Polonia y se repitió en Irlanda, España, entre otros lugares, surgió en nuestro país hace una semana y en algunas ciudades se puso en marcha más rápido de lo previsto. En Mendoza, por ejemplo, sin tomarse demasiado margen para la difusión, convocaron a un encuentro que tuvo lugar ayer. Y lo mismo hicieron otros grupos en Malargüe, Bariloche y Tigre.
Según una reconstrucción de la productora Faro Films, en Mendoza la ocurrencia de hacer algo así fue de Sebastián Ríos. "Escribió de forma espontánea un mensaje de WhatsApp con lo que era un deseo, sin imaginar que se iba a replicar y organizar tan rápido", contó a Faro Films Fabian Brandelise, colaborador y administrador del grupo inicial.
"Dijimos: aunque vayamos 2, 3 o 5 es necesario comenzar, pensando en la promesa de Cristo, que donde hay dos o más reunidos en mi nombre ahí estoy yo", continuó Brandelise. Enseguida comenzaron a recibir llamados, que "vertiginosa y providencialmente empezaron a multiplicar esta iniciativa por otras ciudades", asegura.
Sin conexión con esa iniciativa, en Buenos Aires surgía por esa fecha la misma idea entre un grupo de amigos y sacerdotes, inspirados en la cercana experiencia española. El contacto con los otros grupos del interior del país solo fue posterior. Aquí, los impulsores de la idea pronto le cedieron la posta a Segundo Carafí para que se encargara de la organización.
En diálogo con La Prensa, Carafí cuenta que él también se sorprendió de la rápida y favorable respuesta que obtuvieron, señal de que era un anhelo compartido en silencio. "Lanzamos un flyer en las redes y explotó", asegura.
Carafí aclara que la convocatoria en Buenos Aires es impulsada por un grupo de jóvenes laicos que pertenecen a diferentes parroquias y que no responde a ninguna organización. Acompañan, sí, grupos provida, estudiantiles y sacerdotes.
"Ese día habrá sacerdotes guiando la oración", precisa también. "Son varios los que invitamos y muchos los que nos escribieron a partir de la convocatoria", añade.
¿Cuál es la propuesta? En primer lugar, "seguir el mandato de la Virgen María que nos dice: conviértanse, recen el Rosario. Y luego "que los hombres tomen el lugar que les corresponde como cabezas y líderes espirituales de sus familias, den testimonio y dirijan el rezo del Rosario en plazas públicas", responde.
"Queremos revalorizar el papel de los hombres en la sociedad", explica Carafí a la pregunta de por qué solo varones. "El hombre hoy está castigado por los medios, por la clase política, culpabilizado por su condición de hombre y discutido su papel como padre de familia".
"Pediremos por la protección de la familia de los ataques de ideologías anticristianas y su restitución como célula básica de la sociedad; por nuestra Santa Madre Iglesia y por nuestra patria, para que Argentina recupere la fe y vuelva a Dios", apunta.
En una Argentina sofocada por el secularismo, donde a los católicos se los quiere hacer sentir avergonzados de su fe y de sus valores, que no son otros que los que fundaron esta nación, y donde los políticos hace rato que se alejaron de esa fe, la cruzada mundial del "Rosario de hombres" puede ser un bálsamo. "Acá lo que venimos a decir es: no tengamos vergüenza de expresar lo que somos", coincide Carafí.
La cruzada del Rosario quiere ser, en primer lugar, una invocación a la Virgen María por la conversión personal de nuestros corazones, y en segundo lugar un testimonio de fe.
"Por eso tiene sentido salir a recuperar las calles, defender la fe en tiempos hostiles hacia la cruz, resistir la presión de que la fe debe ser vivida puertas adentro de nuestros hogares o iglesias", dice Carafí, quien, además, recuerda: "la fe se acrecienta cuando se comparte"..