Cansan. Están peleados. Se rompió el Frente de Todos. Alberto Fernández ahora sí arma el "albertismo". Cristina Kirchner va a publicar una nueva carta. Ella quiere que lo echen a Guzmán. El Presidente va a pedirle la renuncia a Wado De Pedro. "Vamos a gobernar con los que están en línea con el modelo económico", arroja el ministro de Economía. Cristina responde: "Que te den una banda y el bastón no es tener el poder". Y así podríamos escribir más y más líneas en relación a la interna que hoy atraviesa al Frente de Todos. Los capítulos se repiten una y otra vez. Cuando parece haber una desembocadura, surgen nuevos elementos. Ahora, si se trata de resolver los problemas de fondo, nada.
Suele decirse con frecuencia que, si uno se aleja de la Argentina por pocos días y regresa, parece que las cosas han cambiado. Pero si se distancia con más tiempo, al volver se encuentra con que nada se ha modificado. Pues bien. Eso es lo que está sucediendo. Desde mediados de 2020 se afirma que Alberto Fernández iba a ponerle límites a Cristina Kirchner y lanzaría el Albertismo. Hoy, se habla de lo mismo. No sucedió. Lo único concreto, en términos políticos es lo duradero. Lo que persiste, luego de idas y vueltas, es la vigencia como ordenadores, o no, es la preponderancia de Cristina Kirchner en un lado, y Mauricio Macri en el otro. Con ellos no alcanza, sin ellos no se puede.
La frase que pregonó Alberto Fernández alguna vez para referirse a quién lo designó con un tuit, sigue más vigente que nunca.
INTERNAS FEROCES
En ambos espacios las internas son feroces. Una más expuesta que la otra por la obviedad de tener bajo su responsabilidad el gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires. Pero, más allá de recientes encuentros gastronómicos en el PRO para aplacar las tensiones, las mismas se profundizan. "Lo ven a Horacio (Rodríguez Larreta) como el que más posibilidades tiene y entonces lo quieren condicionar", sostiene un dirigente que forma parte del partido desde sus orígenes y tiene inserción en el conurbano. Forma parte de quienes están seguros que el Jefe de Gobierno porteño se quedará con el premio mayor de la candidatura presidencial aún con el apoyo de Macri. Y que en la provincia de Buenos Aires será Diego Santilli. Más allá de los esfuerzos que realiza María Eugenia Vidal para sostener la postulación de Cristian Ritondo. "Todo es negociable, lo que no podemos hacer es dividirnos", afirman en cada uno de los campamentos.
En el oficialismo reina un clima de incertidumbre. Días atrás, tres jefes territoriales como Alberto Descalzo (Ituzaingó), Juan José Mussi (Berazategui) y Julio Pereyra (Florencio Varela) se entrevistaron con Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa. Las peleas y diferencias están poniendo en riesgo la situación política de muchos de ellos en 2023. El alcalde de Ituzaingó, en el cargo desde 1995, lo gráfico de manera muy clara. "Si no se toman las medidas que hay que tomar vamos a ver al próximo gobierno desde un café". No es menor quién lo dice. Sus últimas reelecciones fueron muy ajustadas y logró seguir por el beneficio de estar en una boleta con candidatos nacionales y provinciales que lo empujaron hacia arriba. No es el caso de Mussi, quien suele cosechar en Berazategui porcentajes mucho más elevados que los postulantes a otras categorías. Este ejemplo es medular para entender la razón de las diferencias internas sobre la conveniencia de adelantar o no las elecciones en la provincia de Buenos Aires.
Los nombrados fueron con un mandato claro: "dejen de joder, porque nos vamos". Claro que con palabras más diplomáticas. Ellos, como el propio Alberto Fernández, creen que "las cosas no están tan mal como las reflejan los medios" sostienen. Y agregaron: "No hay clima de levantamiento social en el conurbano. La ayuda social llega y los fines de semana los bares y restaurantes están repletos". Se quejan de la política de comunicación del gobierno: "El problema es que la mayoría de los medios difunden malas noticias y nosotros no tenemos quienes vayan a defender los logros, que los hay". Como se ve, otra vez parte de la responsabilidad es de los medios de comunicación. Cansan.
Es cierto que transitar por el conurbano los fines de semana implica la dificultad de encontrar una mesa libre en locales gastronómicos. Pero detrás de eso no hay un boom de consumo. Se trata de las cada vez más cortas metas a las cuales pueden acceder gran parte de los asalariados. Con la vivienda propia imposible, el auto cada vez más lejos, la ropa y sus valores astronómicos, sin ahorro sólo queda disfrutar de un almuerzo o una cena. Mientras tanto, la infraestructura propia se deteriora. Efectos claros de la inflación, con nuevo récord en el mes de marzo: 6,7%.
El desafío Javier Milei atraviesa a "La casta".
Si para bien o mal, la política la ordena o complica la permanencia de Cristina Kirchner y Mauricio Macri, gran parte de la resolución de las intrigas tiene nombre y apellido: Javier Milei. Todas las estrategias que se trazan hacia adelante evalúan los pasos a seguir en función de la irrupción del economista que mejor ha captado, hasta ahora, el descontento de gran parte de la sociedad con la clase política.
Un ejemplo: Cuando se discute si es conveniente o no cambiar las fechas de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, una de las divergencias que surgen se centran en la figura de Javier Milei. En el Frente de Todos hay quienes entienden que, si se vota en fechas separadas, no va estar la influencia de la candidatura del libertario para restarle votos a Juntos por el Cambio. En tanto, los integrantes de la oposición hoy, observan que las fuertes posibilidades de ganar la elección nacional en 2023 podría ser un factor determinante para ayudar a conquistar más territorios, algo que no sucedería si se desdoblan. A favor de cambiar las fechas están los jefes comunales cuyos índices de aprobación están por encima de los nacionales y provinciales. De todas maneras, atención con el análisis. Si en el peronismo creen que, la postulación de Milei y quien lo acompañe en la provincia de Buenos Aires (Comienza a gestarse una sorpresa) sólo le quitará votos a Juntos por el Cambio, podrían cometer un grave error. Ya quedó demostrado que en la ciudad de Buenos Aires tuvo votos en sectores históricamente vinculados al peronismo.
A todo ello hay que sumarle un elemento. El Frente de Todos y Cambiemos ya no configuran lo nuevo para nadie. Mucho menos los no tan jóvenes de La Cámpora. ¿Cuál sería el incentivo de quien, por edad se suma al padrón, de votar a las actuales coaliciones? Por ahora, la pregunta no puede responderse con exactitud. Regenerar expectativas es el gran desafío de la política si quieren perdurar. De lo contrario, lo que hoy para muchos parece imposible ocurrirá. Y, en gran medida, será la contestación al inicio de esta nota. Cansan.