Desde 1959, la suerte de la comunidad dependió bastante de las relaciones que mantuvieron con el régimen­

Fidel Castro y el pueblo de Israel­

POR PEDRO CORNELIO VON EYKEN *­

A principios de 2008 me encontraba en La Habana como encargado de negocios cuando tomó contacto conmigo un representante de la organización American Jewish Joint Distribution Committee (JDC) de Buenos Aires, que asiste los requerimientos sociales de los miembros de la colectividad judía. Ese referente me explicó que un grupo de esa colectividad en la Argentina tenía previsto realizar ese año una visita a Cuba y me ofrecí enseguida a colaborar. En La Habana había un joven matrimonio residente del JDC, con el cual mi esposa y yo mantuvimos una buena relación. La visita fue un éxito, invité al grupo argentino a un refrigerio en la residencia oficial de la embajada y me enteré de la situación de la colectividad judía en Cuba.­

Con motivo de esa visita, supe que ya no quedaban muchos judíos en la isla. En 2021 su número se calcula en 1.500. Vivieron escondidos durante décadas. Desde 1960 hasta 1990, ser religioso en Cuba, para cualquier confesión, era tabú para el gobierno comunista. Lo saben bien los católicos, cuya suerte mejoró recién a partir de la visita del Papa Juan Pablo II en 1998. Antes de 1959 los judíos vivieron una época de mayor prosperidad y llegaron a ser más de 20.000 pero fueron emigrando masivamente cuando Fidel Castro asumió el poder. Durante aquellos 30 años no había rabinos ni servicios religiosos. Como queda dicho, la apertura religiosa del país se inició a comienzos de los años 90. Hoy la diáspora judío-cubana se halla repartida, sobre todo, en los pocos que quedan en Cuba y los que emigraron a Estados Unidos, principalmente a Florida, como la mayoría de la diáspora cubana desde 1959.­

Durante la época colonial, los judíos cubanos acompañaron la evolución de la sociedad y la economía de la isla. Se dice que ya Colón trajo judíos conversos en sus barcos en 1492. La comunidad creció especialmente a principios del siglo XX, con la independencia cubana de España. La diáspora era de origen askenazi y sefaradí. Si bien hubo emigración subsiguiente a Estados Unidos, muchos se quedaron en una Cuba con poco antisemitismo y buenas perspectivas económicas. Sus negocios prosperaron, sobre todo en la industria textil y el comercio. En los años previos a la Segunda Guerra Mundial, llegaron más judíos que huían del antisemitismo europeo. De esos años resulta justo y necesario recordar una página negra de esta historia acaecida antes de la revolución, durante la llamada Cuba Republicana (1902-1958). Me refiero al año 1939, cuando las autoridades desautorizaron la entrada del buque Saint Louis con 900 judíos alemanes que llegaban a La Habana desde Hamburgo. Cuba no otorgó visas, quizá por temor a una eventual inundación de más inmigrantes huyendo de Europa. Lo cierto es que el barco regresó a Europa y alrededor de 250 de esos judíos murieron en el Holocausto.­

­EVOLUCION DE LAS RELACIONES­

Desde 1959, la suerte de la comunidad dependió bastante de las relaciones que mantuvieron Cuba e Israel. Un trabajo académico objetivo y serio del cubano Arturo López Levy, publicado en 2010 por la Association of the Study of the Cuban Economy, que integro desde este año, relata los principales aspectos políticos de la evolución de las relaciones bilaterales desde 1959: Las relaciones Cuba-Israel: a la espera de una nueva etapa. Como señala ese autor, "entre 1959 y 1967, el vínculo bilateral Cuba-Israel alcanzó su clímax histórico. Para contextualizar el vínculo bilateral valga señalar que Cuba e Israel se asignaron respectivamente un bajo nivel de prioridad y que desde 1959 pertenecieron por identidad a bloques rivales del sistema internacional (...) Los estados se perciben mutuamente en múltiples roles. Israel y Cuba se perciben en el periodo como aliados de sus respectivos enemigos pero también como socios económicos". Sin embargo, a pesar del enfrentamiento entre alianzas durante la Guerra Fría y la escasa prioridad de las relaciones bilaterales de cada lado, entre 1959 y 1967 las vinculaciones fueron notablemente positivas. Para López Levy, "la ruptura de relaciones de Cuba con Israel en 1973 fue un acto excepcional de la política exterior cubana". Su tesis central sostiene que "las variables fundamentales que explican la ruptura de relaciones en 1973 son: 1°, la lógica de poder y las normas existentes al interior de la alianza socialista; y 2°, el poder árabe para redefinir el no alineamiento en forma tal que el mismo, en relación al Medio Oriente, pierde su sentido. Ser 'no alineado' a partir de la Cumbre de Argel implicó un alineamiento automático anti-israelí"

No obstante, ese autor destaca los orígenes históricos de la solidaridad cubana con Israel previa a la revolución. Si se hace abstracción de los excesos de la propaganda oficial antisionista y el trabajo de las embajadas árabes en La Habana, se rescata la justicia de la causa sionista entre el pueblo cubano, sin mella del respeto por la historia y la cultura árabes y la solidaridad con los legítimos derechos del pueblo palestino a crear su propio estado independiente. Esa historia guarda sintonía con la tradicional posición oficial de la Argentina, que contiene una importante inmigración tanto judía como árabe: la solución de dos estados, Israel y Palestina, con las fronteras de 1967. Como recuerda López Levy, el sentimiento de Cuba hacia el pueblo de Israel podría comenzar con su más grande genio político y héroe nacional, José Martí. "El apóstol de Cuba conocía muy bien la historia del pueblo hebreo a través de sus lecturas bíblicas y la experiencia de convivir con las comunidades judías en EE.UU., especialmente en New York. Incluso años antes de que Teodoro Herzl hubiese creado el movimiento sionista en Basilea en 1896, Martí remarcó su admiración por la celebración de Januca en Nueva York, en la que los judíos expresaban con su asistencia en las sinagogas su esperanza de retorno a la tierra perdida".­

Como queda dicho, hasta 1973 las relaciones del líder de la revolución cubana con Israel y la colectividad fueron muy buenas. El autor citado recuerda, incluso, que "muchos de los líderes del Movimiento 26 de Julio habían iniciado su carrera política en la juventud y el Partido Ortodoxo, organización política cuyo líder Eduardo Chibás había sido hasta su muerte el más firme aliado de la causa sionista en Cuba. El primer gabinete revolucionario incluyó un judío por primera vez en la historia cubana en la figura de Enrique Oltuski, Ministro de Comunicaciones (...) El fino olfato israelí interpretó su designación como expresión de ausencia de antisemitismo en el liderazgo revolucionario. Los nuevos líderes cubanos desarrollaron su labor política en grupos de una izquierda que por aquel entonces simpatizaba con el estado de Israel".­

El primer embajador de Cuba en Israel, Ricardo Subirana Lobo, desempeñó su cargo de 1961 a 1973. Este embajador "recibió particular acceso en la cancillería israelí, incluyendo altos representantes como la ministra Golda Meir. Cuba, como país tercermundista y socialista, era un caso de prueba para los esfuerzos israelíes por mitigar y contrarrestar los esfuerzos aislacionistas árabes en Africa, Asia, América Latina y el bloque comunista." El autor señala que "el gobierno de Fidel Castro respetó las comunidades judías de la isla y hasta 1978 toleró la existencia de organizaciones sionistas y de solidaridad con Israel en el país. En el colegio hebreo "Albert Einstein" se continuó enseñando cursos de historia hebrea que exaltaba la creación de Israel como la culminación de la liberación nacional del pueblo hebreo".­

También en 2008 fui invitado a la Sección de Intereses de EE.UU. para saludar a una delegación de rabinos norteamericanos. Estas visitas, conviene aclarar, sucedían ya bajo el gobierno de Raúl Castro, que había asumido formalmente en febrero de ese año.­

Concluyo con un recuerdo relacionado con el tema y mi breve gestión en Cuba. En 2008 visitó Cuba el historiador israelita y vicepresidente de la Universidad de Tel Aviv, Ranaan Rein. Lo invitamos a almorzar con mi colega de la embajada, Eduardo Gómez y en un momento le pregunté: "doctor, Cuba e Israel no tienen relaciones diplomáticas desde 1973, ¿cómo se explica su presencia en La Habana?" Su respuesta fue obvia: "ministro, igual seguimos dialogando". Pero en noviembre de 2021 no hay relaciones diplomáticas.­

­* Doctor en Ciencias Políticas y diplomático argentino retirado.­