Redes sociales y salud mental
La antropóloga Margaret Mead sitúa el comienzo de la cultura en un fémur roto y soldado debido a que inevitablemente debía haber sido asistido por otro que le habría sido conferido cuidado, ya que de otra manera, abandonado a su suerte, hubiera muerto. El ayudar, ocuparse, reconocer al otro, es para Mead el comienzo de la civilización. A partir de la existencia de otro en el espacio conceptual propio, se establece la comunicación. Luego las variaciones y modalidades de la misma han sido no solo reflejo sino formadoras de los modos de relacionarse con los otros. Desde el advenimiento de internet se abría una vía que, si bien se imaginaba, no había sido posible de concretar y es la de comunicarse de manera directa con alguien con quien por diversas razones estamos distanciados en espacio, en nuestra proximidad de todo tipo y así se abrió el mundo de la comunicación masiva y llegamos a que esa comunicación no fuera con otros individualmente sino también con redes de otros seres, nacían las redes sociales. El cambio que esto representó fue formidable, las vías abiertas representan una resignificación de la comunicación con el/los otros, pero al mismo tiempo ese cambio no significa un progreso lineal sino como todo evento evolutivo representa una gran cantidad de retos. Uno de ellos es el impacto que las redes sociales tienen en nuestro psiquismo.
El tema ya ha sido señalado desde hace años como por ejemplo en el trabajo de Patton y colaboradores en 2014 "Las redes sociales como vector de la violencia juvenil" (Social media as a vector for youth violence: A review of the literature) donde no solo se aborda el fenómeno de la violencia por medio de las redes sociales sino las implicancias en el mundo de lo concreto, donde entra todo lo que posteriormente se difundiera englobado en el concepto de "Grooming". Más cercanamente, algunos científicos que han estado en la creación de las redes sociales más famosas, como el caso de Larry Sanger de Wikipedia o Jaron Lanier, que ha participado en prácticamente todos los avances de las últimas dos décadas, nos muestran las bases sobre las cuales fueron creadas y que, no imaginadas al inicio como tales, hoy generan un serio perjuicio en la mente de los usuarios.
Diversas publicaciones ponen cada vez más en evidencia la incidencia de las redes en la modificación en los sistemas de refuerzo comportamental y la subsecuente modificación en el famoso "cableado neuronal", base de nuestros comportamientos. La necesidad de obtener una retribución, por ejemplo un "like", ha sido extensamente estudiada y en particular ya documentada respecto a patologías concretas como ansiedad, depresión, adicciones, trastornos alimentarios, pero también y muy fundamentalmente un vacío existencial que conduce casi indefectiblemente a la violencia tanto dirigida hacia afuera como contra sí mismo. Lanier las denomina "granjas de dopamina", por el efecto de refuerzo específico a este neurotransmisor, así como también han sido evaluados otros como la oxitocina, directamente relacionado como el contacto o el apego. Quizás llevándolo a un plano mucho más simple, no es algo que solo pasa en un celular sin consecuencias en nuestro organismo, sino algo muy concreto, al punto que hoy, por ejemplo, se habla de la necesidad de hacer curas de desintoxicación de dopamina, es decir dejar de recibir las dosis de refuerzo que nos convierten en adictos, y de la cual necesitamos cada vez más, como la mirada, la atención o la aprobación del otro.
Hay una nueva causa de muerte en los últimos años y es la de aquellos que mueren en la búsqueda de la selfie perfecta. La necesidad de llamar la atención, de pedir quizás en el fondo ser valorado, querido o quizás solo de existir, supera el contacto con la realidad o inclusive el de la supervivencia.
Pasamos del caos a la cultura cuando el otro escuchando, nos reconoció, y así nació la comunicación. Quizás en este momento estemos ante el proceso inverso de escucha a nosotros mismos y demandando ser escuchados, mirados sin mirar, en la búsqueda desesperada de ese reconocimiento, imaginando así ser, pero cerrando el diálogo, y quizás la cultura.