POR GUILLERMO LAFFERRIERE
Si el lector viene siguiendo mis notas sobre la situación en Afganistán, habrá notado que mencioné que la credibilidad de Estados Unidos naturalmente puede ser afectada por el modo en que la prolongada campaña afgana finalizó. En modo alguno creo que Washington deje de ser una potencia, creo sin embargo que por un tiempo, la confianza en su determinación para cumplimentar compromisos que hacen a la seguridad internacional puede verse comprometida.
Eso puede tomar un tiempo, hasta que internamente se recompongan equilibrios, se margine a las miradas radicalizadas y se produzca la sinergia interna que motorice la confianza exterior en su capacidad de imponer su superioridad militar. Esta situación puede demandar un tiempo difícil de determinar, pues va de la mano con aspectos internos de compleja resolución. Tengo confianza en que ello ocurrirá, sin embargo, no tengo certeza que en ese tiempo de transición, no existan ciertos actores externos que se vean tentados a evaluar el nivel de compromiso de Estados Unidos con aliados lejanos. Compromiso que no está en pos de proteger la supervivencia norteamericana, sino su status como la primera potencia global indiscutible. Imaginemos dos situaciones que podrían darse en dos sectores diferentes del mundo y con dos países Rusia y China como sus protagonistas. Veamos.
CASO UNO
* 23 Mayo de 2023, 09.00 GMT. Al norte de la localidad rusa de Pskov, en el lago del mismo nombre, fuerzas rusas se ejercitan en técnicas anfibias. Son centenares de botes de asalto, pontones flotantes de ingenieros transportando material pesado de todo tipo, destacándose piezas de artillería livianas, centrales de comunicaciones, algunos sistemas de coheteras múltiples.
Simultáneamente, fuertes contingentes blindados se aproximan al sur de lago Pskov, se observan tanques, vehículos de combate de infantería, artillerías blindada y extensas columnas de camiones de transporte detrás de ellos.
Parte de la flota rusa del Báltico se hizo a la mar. Se observan buques de superficie de todo tipo. Nada se sabe de sus Subs.
CASO DOS
* 23 Junio de 2024, 18.00 GMT. Masivos movimientos de tropas en los puertos chinos de Ningbo y Shangai. Buques de transporte de personal amarrados en ambos puertos. Una fuerza de tareas con un portaaviones y sus buques de combate y apoyo navegan en paralelo a la costa China dejando a Taiwan hacia estribor. La fuerza aérea china hace una fuerte presencia sobre su costa oriental y desplegó sus sistemas de alerta temprana en vuelo al este de los puertos mencionados.
Cualquiera de las dos situaciones mencionadas, ambas ocurriendo en fechas muy distintas, en forma sucinta describen hechos que claramente lucen como los prolegómenos a una acción ofensiva. El Caso 1 sobre Estonia y el Caso 2 en dirección a Taiwan.
Cada uno de los casos, tendrá aliados que observarán en detalle lo que Washington haga. En Caso 1 será la OTAN, básicamente. En el Caso 2 los aliados serán muchos. Entre ellos Japón, Corea del Sur, Vietnam, Filipinas, India, Australia y Nueva Zelandia así como UK y Francia.
CLARA AMENAZA
En cualquiera de ellos, la situación será una clara amenaza a la posición de Estados Unidos como último garante de la capacidad de autodeterminación sea de Estonia o Taiwan según el caso. Y, tal como lo manifestamos antes, la dificultad fundamental estará dada porque en realidad, para el pueblo americano su supervivencia no estará amenazada directamente. Son hechos que ocurren lejos de sus fronteras, ningún ciudadano estadounidense debiera sentirse en peligro. Salvo para personas muy informadas, ninguna de las situaciones generaría una demanda social por intervenir, luego de años de campañas en Afganistán y en Irak.
Ahora bien, Estados Unidos es para Occidente la potencia sobre la cual pone sus miradas especialmente en los asuntos de seguridad internacional. La OTAN es relevante en Europa, porque es Washington la que provee el paraguas final de protección a sus integrantes. Y en Oriente, el compromiso de Estados Unidos para con la seguridad de Japón, Corea del Sur y Australia, es quizás lo que ha evitado que ellos recurran a generar su propio arsenal nuclear.
Pero volvamos a los casos que presentamos al principio de todo esto. Los mismos coincidiremos en su carácter amenazante y en que más allá de apuntar a objetivos locales, el último destinatario de cada uno es Estados Unidos. Su decisión, firmeza y claridad en la forma en que se posiciona frente a cada uno será vital para que sus aliados renueven su confianza en la alianza que los une. Lo será también para Moscú y Beijing para conocer el nivel de determinación de Estados Unidos frente a sus acciones.
En ambos casos, quienes los generen, tendrán oportunidad de expresar que los mismos son maniobras de entrenamiento de alto realismo, algo que tienen el derecho de hacer, de hecho llevan adelante no pocas veces. Y si observaran flaquezas o dudas, pueden convertirlas en el ariete que lleve a la concreción de apetencias largamente prohijadas.
Esta resolución pacífica puede muy bien no darse si Estados Unidos cree que su credibilidad está debilitada fuertemente entre sus aliados y quienes llevan adelante las acciones. En esa situación de autopercibirse débil, podría haber un error de cálculo. Uno que lleve a la sobreactuación de su posición, y frente a cualquiera de los casos, presente tanto a Moscú como a Beijing una línea roja que sea para estos últimos un ultimátum, es decir una situación que políticamente no allane un camino para una salida que resulte aceptable al oponente, y que ello lleve a una escalada. De allí en adelante, el desastre está al alcance de la mano.
Los próximos años serán difíciles para los temas de seguridad global. Estados Unidos claramente está dañado en su credibilidad, y enfrente tiene actores que sus apetencias estratégicas están muy centradas en objetivos relativamente cercanos a sus geografías, y por lo tanto se abre una ventana de oportunidad para probar si existe la posibilidad de alcanzar los mismos antes que el equilibrio estratégico, hoy algo golpeado se restablezca. Creo viviremos tiempos interesantes.