Psicosis de masas
"Las masas nunca han sentido sed por la verdad.
Se alejan de los hechos que nos les gustan y
adoran los errores que les enamoran.
Quien sepa engañarlas será fácilmente su dueño;
quien intente desengañarlas será siempre su víctima".
Gustave Le Bon
"Psicología de las masas"
Dice Esquilo que "la verdad es la primera víctima de la guerra". En esos momentos de crisis, los aspectos individuales del Ser intentan ser llevados a un proceso de inclusión en un espacio colectivo común y así sale de la racionalidad para pasar a lo emotivo. En era de nuevas normalidades, una de las ideas centrales, sino la que organiza todo, es someter lo individual a lo colectivo, las diferencias al igualitarismo. Lo diferente, diverso, atenta contra el bien común, y debe ser fundido en una masa homogénea, que permitirá a todos uniformemente superar al enemigo.
Previamente se debe instalar la convicción de que existe una instancia terminal o límite, que justificará someter los pensamientos individuales. La guerra, la catástrofe, deja poco lugar a las iniciativas o a pensamientos disonantes. El segundo aspecto es establecer una idea firme, simple, pero inapelable, sobre la cual se construirán las consecuentes a ella, la idea matriz o dogma alrededor del cual se construirá aquello que nos permitirá superar esa crisis ya indubitable. Nadie en su sano juicio discutirá ante algo tan evidente como una catástrofe y para ello hay que insistir muy claramente en su existencia. Los pensamientos diferentes ya no son alternativas sino graves peligros frente a los cuales hay que defenderse y especialmente explicar a todos la necesidad de cohesión, de consenso, ya que nos hemos convencido de la llegada, dirían Coetzee o Kavafis, de los bárbaros.
El fenómeno no solo no es nuevo, sino que es cíclico en la historia de la humanidad y básico del comportamiento humano. Tanto Gustave Le Bon, Freud, Karl Jung, Joost Meerloo, y otros lo estudiaron a la vista no solo de la historia, sino que en su experiencia directa y cotidiana, como en el último caso con la Holanda ocupada por los Nazis. Decía Jung que las peores catástrofes no son ocasionadas por hambre, clima o lo que fuera sino por el propio psiquismo frente al cual no hay protección posible y uniéndose a estos que he nombrado y muchos otros llamó psicosis colectiva o de masas. Meerloo habla de "menticidio", el asesinato de la mente, cuando el acuerdo que hace a la cultura cede ante el caos y en un intento de reorganización, psicótica, por cierto, cede ante la explicación delirante. Allí la, en otro momento patología individual, al ser colectiva se transforma en norma y así en una real epidemia psíquica.
No solo en el nazismo sino en cualquier oscura época de totalitarismo se repiten una y otra vez las mismas fórmulas, y en ello, en su simpleza, la eficacia de ellas, del comportamiento de masas. Para ello un grupo decide que cuenta con una mirada superadora de la actual y traslada esa convicción a los otros que, para ello debe convertirlos en masa, con la fusta indispensable de fuertes emociones. El miedo, la incertidumbre, paralizan y genera una regresión que justifica la existencia de un padre/líder, o lo que es lo mismo de una idea mesiánica.
Ante ella, la tarea consistirá en anular toda voz disidente, ya que pone en peligro el bien común y si el factor miedo es lo suficientemente importante, se abre una caja de los aspectos más oscuros del ser.
Esto se vivió en las quemas de mujeres por juicios de brujería o la inquisición, o los regímenes totalitarios, nazi, soviético, chino, y sus millones de muertos, siempre por un bien superior. Señalar al que atenta contra lo colectivo no admite dudas, las mismas son peligrosas. Así como los judíos debían portar una estrella identificándolos, ya hay quienes piden diversas formas de control, hasta un médico pidiendo una pulsera para los no vacunados, llamativamente del mismo color que las estrellas en Alemania. No estamos lejos, sino quizás ya dentro de una gran psicosis colectiva.