Luego de la disolución del Congreso de Tucumán que declaró la independencia pero no pudo completar el proceso organizativo constitucional del nuevo Estado, se abrió un período caracterizado por la inestabilidad política y la sucesión de gobiernos provinciales efímeros. El 26 de septiembre de 1820 asumió como gobernador de Buenos Aires el General Martín Rodríguez, héroe de las invasiones inglesas, protagonista de las jornadas independentistas de mayo y veterano del Ejército del Norte.
El flamante gobernador designó a Bernardino Rivadavia, quien se encontraba en misión diplomática en Europa, en el estratégico Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores. Desde esa cartera se empeñó en implementar una serie de importantes reformas modernizadoras.
Entre ellas, el inquieto ministro buscó plasmar un viejo sueño de Buenos Aires que, a pesar de varios proyectos que se remontaban incluso a los tiempos del Virreinato del Río de la Plata, no contaba con una universidad y los jóvenes de la pujante metrópolis tenían que trasladarse a Córdoba, cuya casa de altos estudios databa de 1613, o bien a Chuquisaca (Bolivia), Santiago de Chile o Lima, sin contar con que eran pocos quienes podían darse el lujo de estudiar en el viejo continente.
INAUGURACION
Así, el 12 de agosto de 1821 se llevó a cabo el acto de inauguración de la nueva Universidad y la asunción de sus autoridades en el magnífico templo de San Ignacio, en lo que hoy se conoce como "Manzana de las Luces", que por entonces pertenecía al Estado y carecía de funciones religiosas. La Universidad estaba organizada en seis departamentos: Primeras Letras, Estudios Preparatorios, Ciencias Exactas, Medicina, Ciencias Sagradas y Jurisprudencia.
Nació así la Universidad de Buenos Aires, que junto a la de Córdoba, se erigieron como decanas del régimen de enseñanza superior universitario de la Argentina independiente. Y la UBA lo hacía como una institución moderna y laica, autónoma, con fuero y jurisdicción académica. Una institución que se planteaba como la extensión al campo cultural de la Revolución de Mayo. Una institución imbuida de la ideología del iluminismo progresista, que nació para defender la libertad, un mandato que -salvo en contadas excepciones- honraría a lo largo de su historia ante los atropellos de dictaduras y los avances contra la autonomía.
COLEGIO NACIONAL
En el contexto suscintamente descripto del origen y nacimiento hace dos siglos de nuestra Universidad de Buenos Aires, hay un momento en que el Colegio Nacional de Buenos Aires, cuya historia es la de la Patria misma según han sostenido con justicia reputados especialistas, se empalma con la de la magnífica casa de altos estudios y desde entonces el devenir de ambas instituciones están indisolublemente ligados.
Sucesor natural del Real Colegio de San Carlos en su constitución original y posteriormente del Convictorio Carolino y del Colegio de la Unión del Sud así como el Colegio y Seminario de Ciencias Morales, ya en el período de posterior a la emancipación nacional, será definitivamente creado como Colegio Nacional, por decreto del 14 de marzo de 1863 del presidente Bartolomé Mitre con el refrendo de Eduardo Costa, su ministro de Instrucción Pública, que además fue preclaro docente del establecimiento.
Sin embargo su derrotero continuará en las siguientes décadas vinculado preparatoriamente con los planes de estudios superiores de la Universidad pero sin un lazo directo con ella, que no obstante estar presente en los debates de entonces, y con el antecedente de la incorporación ya en el siglo XX de los Colegios Nacionales a las Universidades de Córdoba y de La Plata, la más novel por entonces de nuestro sistema universitario; se debe a la gestión del eficaz y perseverante rector de la UBA Eufemio Uballes el impulso a similar medida para con el Colegio Nacional tuviese favorable acogida en el entonces presidente -y exalumno- Roque Sáenz Peña, a quien recordamos por ser artífice de otra gran reforma, política que trajo consigo la democracia constitucional y republicana vigente en la Argentina.
Así, a través del decreto del 4 de noviembre de 1911 -de cuyo aniversario pronto celebraremos un siglo- el Poder ejecutivo dispuso la anexión del Colegio a la Universidad, iniciándose desde entonces el fecundo vínculo que ha unido a través de un centenio a estas dos magnas instituciones de la Patria en un destino común.