A 39 años de la Gesta de Malvinas; Los dramáticos recuerdos del capitán del comando 601 Ricardo Frecha (segunda y última parte)

La experiencia de un prisionero de guerra

Uno de los militares destacados del conflicto revela cómo fueron sus últimos días en las islas. Afirma que ``los colimbas fueron héroes'' y que no se planeó bien la defensa. "No llevamos lo mejor'', asegura.

"Nosotros hacíamos operaciones en la periferia y en la profundidad, y el 14 de junio de 1982 yo venía de estar en una posición expectante, cerca de la primera línea con los misiles antiaéreos. Tenía los oídos destruidos por los bombardeos ingleses, y lo que es peor, por el fuego nuestro, la artillería del Ejército por un lado y la Naval por el otro. Recibía el estampido de boca que te destroza, te deja sordo, eso es peor que la explosión porque te comés el ruido de todos'' recuerda el capitán Ricardo Frecha sobre los combates finales de la guerra, una labor que no tuvo medalla, pero sí el ascenso en 1998 al rango de coronel.

-¿Cómo fue su último día en Malvinas?

-Nos dieron una misión con una mezcla de las Compañías 601 y 602, la de Aldo Rico. Eramos 20 tipos que íbamos a trabajar frente a la bahía de Puerto Argentino. En esa posición estaba el regimiento 7 que estaba siendo atacado por varias unidades británicas. Como los sobrepasan del 13 al 14 de junio, en lo que fue la batalla más grande en esa zona, entonces nos mandan allí porque hipotéticamente habían desembarcado otros comandos del SAS, con el objetivo de hacerles una emboscada. Fue una noche horrible. 

-Era una misión suicida...

-Era la misión final. Yo le dije al jefe: "Nos mandan al muere". Y me responde: "¿Y qué querés que te diga? Vamos". En silencio fuimos caminando, sabiendo que íbamos al degüello. Tras pasar una madrugada con una red de balas que teníamos sobre nuestras cabezas, se fue haciendo de día y empezamos a ver a los ingleses, que estaban a apenas 800 metros. Había sido una batalla desigual: nosotros peleábamos con fusiles, FAL, algunas ametralladoras y granadas; ellos tenían todo eso más misiles y cohetes. En un momento gritan "alto el fuego" y los ingleses comienzan a agitar banderas, pero su artillería seguía tirando. Nos paramos, empezamos a caminar por distintas sendas y nos dimos cuenta de que la guerra parcialmente había terminado.

-¿Por qué parcialmente?

-Porque algunos no habían recibido la orden. Nosotros, en cambio, nos replegamos y marchamos hacia el puerto. Estuvimos deambulando de allí al aeropuerto sin saber bien qué pasaba. Cuando creíamos que ya volveríamos a la Argentina, eso no ocurrió. Nos cruzamos con los ingleses de repente.

-Ahí fue detenido...

-No. Fue un estatus automático porque había terminado la guerra. A mi hermano, que también estaba en Malvinas, le pasó lo mismo. Todos entramos caminando a Puerto Argentino, los ingleses y nosotros. Ya se habían puesto de acuerdo los generales. Por eso no caigo prisionero, pero me quedo como prisionero, como todos. 

-¿Cómo fueron esos momentos? 

-Nos llevaron hasta un baldío donde había un helicóptero Chinook, y de ahí volamos hasta San Carlos. Nos pusieron en un viejo frigorífico sin terminar, donde pasamos 15 días como prisioneros. Ese frigorífico había sido utilizado como hospital, pero fue bombardeado por aviones Vulcan de la Fuerza Aérea. Nosotros dormíamos en el suelo y al lado de una bomba de 500 kilos que atravesaba la pared. Comíamos muy mal, porquerías (un paquete de galletitas para comer entre dos), otro día una lata de margarina, leche en polvo, hasta una sopita con salchicha. Después de 24 horas sin comer, no sabés, eso era mmm. Yo bajé 13 kilos.

-¿Le pasó como a los soldados que tenían que robar en las casas de los kelper para comer?

-Y cuando tenés hambre, sí, empezás a robar. De noche íbamos a un depósito donde los ingleses tenían sus víveres (ellos se morían de hambre igual que nosotros). Todo al lado de un cementerio donde se iban moviendo los cuerpos, tanto de las víctimas argentinas como inglesas. Eramos 400 tipos viviendo ahí, el resto de las tropas ya estaba en el continente. Un día peleamos por que nos hagan bañar. Ellos no querían. Entonces vino alguien de la Cruz Roja y dijo que correspondía. Hicieron unas duchas al aire libre, nos cagamos de frío, ¡pero no sabés qué lindo que es bañarte! Luego la Cruz Roja también hizo posible que nos sacaran de ese lugar, no podíamos dormir con una bomba. Nos llevaron a un barco tipo Ferry. También comiendo mal, a puro té con leche. Así estuvimos un mes, hasta que de pronto nos llevaron a Puerto Madryn. Fuimos los últimos prisioneros de la guerra. 

-¿Cómo los recibieron?

-A diferencia de los primeros soldados, bien. Cuando bajamos en Madryn nos llevaron a Rawson. Ahí nos bañamos, nos dieron ropa limpia y una pistola nueva. Todo eso te da dignidad. Nada que ver con los centros de reunión que hicieron con los primeros que llegaron, eso fue un desastre. 

-¿Y la sociedad? Una parte estaba enojada por haber perdido la guerra. 

-Yo nunca sentí eso en la gente, pero sí percibí en los medios de que había gente detractora que mezclaba la dictadura con la guerra. Siempre fueron los periodistas y los políticos los que trataban el tema de manera ideológica. Hasta de los ingleses recibí palmadas y agradecimiento por la forma en que combatimos. Y te pongo un ejemplo: el teniente Duarte choca con su patrulla con militares británicos y se arma un tiroteo. Uno de ellos era el capitán Hamilton, que tras ese intercambio cae muerto. Entonces se lo lleva a un pueblito kelper, se lo entierra con bandera inglesa y honores militares. Esto los ingleses lo valoraron muchísimo. 

-¿En algún momento se preguntó si íbamos ganando o perdiendo?

-No, pero tuve la percepción de que no íbamos a llegar a buen puerto. Se veía que la guerra no había sido prevista, nos dimos de narices porque Thatcher no tenía tanto apoyo, pero movió sus fuerzas y acá cayeron. No obstante, ellos perdieron 1/4 de su flota de guerra. 

-El almirante Woodward dijo alguna vez: "si los argentinos nos soplaban, nos caíamos". ¿Cree que fue así?

-Yo creo que sí porque los ingleses vinieron con una gran ventaja: sus soldados no combatían por más de 15 días. Sabían que iban a ser reemplazados por otro batallón. O sea, no estaban preparados para una resistencia larga. El terreno, el clima y el fuego fueron muy importantes para ellos, y se encontraron con algo que no pensaban: la artillería de campaña. También los sorprendió la cantidad de minas y el ingenio de los ingenieros, valga la redundancia, que llevaron los Exocet navales para llevarlos como artillería de costa.

-¿Cómo fue eso? ¿No estaban en los Super Etendard?

-Los sacaron de un barco en Puerto Belgrano, los trajeron en avión y los pusieron en un acoplado. Luego pidieron prestado un radar al regimiento 25 y un generador Kawasaki, adaptaron todo y con eso hirieron de muerte a un barco como el Glamorgan. Una de las cosas que me preguntaron en el campo de prisioneros fue dónde estaban las rampas de lanzamiento de los misiles. A mí me daba vergüenza decirles, las hicimos a lo argentino (risas).

-¿Por qué no se pudo impedir el desembarco inglés?

-Porque estaban muy lejos. Había más de 20 posibles lugares de desembarco y teníamos poca movilidad. Como la recuperación argentina fue simbólica, en vez de tener a todas las fuerzas en un solo lugar pusimos un pedacito en Puerto Argentino, otro en Darwin, en Howard y en la isla Soledad. Si la Argentina hubiera puesto de movida un punto fuerte, ponele Puerto Argentino, y colocado allí al Crucero General Belgrano, no se habrían podido ni acercar por el armamento que tenía el buque. No previmos la guerra.

-¿Y con respecto al armamento?

-Lo que se llevó a Malvinas no fue lo mejor, de hecho, dejamos los tanques en el continente. Deberíamos haber llevado más tropas de montaña, patagónicas, nunca mediterráneas, y mandamos tropas del litoral. Hicieron lo que pudieron, claro está, porque tenés que estar en un hoyo por 10 semanas donde se te filtra el agua y tirás mantas en el suelo. Ellos la pasaron mal y sin esperanzas de reemplazo. Entonces, ¿qué acto de heroísmo podés esperar de un tipo que sabe que se va a morir sin ser relevado? Es muy escasa la posibilidad. Y sin embargo la hubo: Poltronieri. Los verdaderos héroes de la guerra no fueron los pilotos ni los comandos (aun cuando nosotros teníamos el porcentaje de bajas más grande de la guerra), sino los colimbas.