"Ustedes hablan de la luna, le escriben poesías, boleros, pero yo nunca la vi. Hablan de estrellas pero no tengo la mínima noción de cómo se observan" le dijo alguna vez una persona no vidente a Sebastián Musso, divulgador científico y director del Observatorio Astronómico de Mar del Plata.
La pregunta, obviamente, lo descolocó, pero fue el puntapie inicial para comenzar a pensar en una ayuda a ese sector poblacional que carecía de la enseñanza de los astros.
"Los chicos me preguntaban cómo se veía el cielo, entonces tuve que inventar un nuevo lenguaje: el sonido. Tomé la idea del griego Hiparco de Nicea (c. 190-120 a.C.), que fue uno de los primeros en consignar los diferentes brillos de las estrellas", señala el comunicador.
"Hiparco se dio cuenta de que las estrellas tenían distinto brillo y llamó a esto magnitudes. A esas magnitudes yo las cambié por sonidos, con lo cual a las estrellas que podía ver les puse 10 decibeles (el umbral del oído humano). En cambio, a las que podía ver con mayor comodidad les asigné 70 decibeles. Era una trasposición de la luz al sonido, y con eso las personas ciegas podían acercarse por primera vez a ese paisaje a través de la `escucha' del cielo'', explica Musso, que es representante argentino del programa Universe Awareness (Unawe), una red de 400 expertos con el soporte de Unesco y la Unión Astronómica Internacional.
Así comenzó hace 20 años con los talleres audibles, una idea que luego se transformó en el Primer Planetario Acústico para Ciegos y Amblíopes del mundo, adaptando también una particularidad que se descubrió en la época moderna: las diferentes temperaturas y tamaños de cada estrella.
KITS
Esta enseñanza quedaría incompleta si no se agregaran las clases teóricas sobre el firmamento y el uso de impresiones 3D que simulan cómo son los cuerpos celestes y terrestres que el resto de los humanos puede ver. En ese sentido, Sebastián Musso sabe cómo amalgamar la verdadera inclusión: `La astronomía a tu medida' o `Despacio con el espacio' son algunos de sus libros, pero en su curriculum posee además la creación de cd's interactivos, teatro de títeres y el primer museo para niños de Mar del Plata: Museito.
Pese a ese bagaje y los contratiempos de la pandemia, ahora se ha embarcado en otro proyecto: la construcción de decenas de kits en 3D para escuelas de ciegos de todo el país. A pulmón, claro, pero con la ayuda de más de 50 voluntarios que ofrecieron su experiencia en el desarrollo e impresión de las maquetas.
Materiales con formas de nebulosas, constelaciones o planetas se cuentan entre las representaciones, cada una con un costo de $ 12.000 y una inversión total que ronda el medio millón, pero que aún necesita de financiamiento para concretarlo (*).
"El conocimiento de la astronomía es fundamental para una persona ciega, porque si no se contara con los instrumentos táctiles no se podría entender. No tiene que ver tanto cómo es el Sistema Solar o una galaxia, sino comprender incluso procesos históricos'', señaló a La Prensa el chaqueño Carlos Mattos, bibliotecario, periodista y no vidente desde los 7 años, quien desde Mar del Plata, donde reside actualmente, acompaña la iniciativa de Musso.
EXPERIENCIAS
"¿Es posible explicar un eclipse? ¿Son válidos los parámetros visuales para los mapas táctiles? ¿Cómo sabe el instructor si la persona ciega construyó la representación interna de una galaxia, una constelación u otra cosa, de manera congruente con lo que él desea transmitir?'', se pregunta Mattos en el documento `Aproximación a la enseñanza de la astronomía a personas ciegas y amblíopes', presentado en el Segundo Congreso Astronómico Internacional.
Por eso añade que "el gran problema a resolver es la traducción de las diferentes ramas de la astronomía a los signos y símbolos que permitan la comprensión equivalente entre las personas ciegas y videntes''.
Sin embargo, ese no es el único escollo, ya que "del 100% de la información que el ser humano recibe, el 70% es visual. Esto quiere decir que las personas ciegas cuentan con sólo el 30% para experimentar'', advirtió.
Mattos lo vivió en carne propia a lo largo de toda su vida: hasta los 7 años fue un niño con baja visión producto de un glaucoma, pero poco a poco fue perdiendo ese remanente visual y tuvo que cambiar de escuela, dejando primer grado para pasar a una institución para ciegos y disminuidos visuales. Eso no le impidió, no obstante, hacer historia al convertirse en la primera persona ciega en conducir un Centro de Estudiantes en América latina, y en la segunda del mundo. Por eso aclara que alguien que sólo tiene disminución visual "dispone de otro capital informacional''.
DE LA FELIZ AL MUNDO
Pese a todas estas barreras, ambos concuerdan en que la principal es el prejuicio, ya que "el saber es un bien que puede acceder cualquiera'' (Musso), pero muchos creen que ``la sociedad no está preparada para que los discapacitados se desarrollen como todos'' (Mattos).
Las ideas y acciones derribaron ese mito. Porque cada uno desde su posición ayudó a promover la astronomía inclusiva tanto a nivel local como en países de la región.
Hoy la experiencia del planetario para ciegos se replica en Uruguay, Colombia, Paraguay y Brasil. Pero también con los kits en tres dimensiones de la Universidad de Antofagasta (Chile) (www.astrobvi.org) y en la ciudad española de Valencia, que puso en marcha el programa `El cielo en tus manos' (del cual Musso fue asesor), un espectáculo con efectos sonoros especiales y un narrador que guía al usuario a través de un hemisferio táctil.
(*) Los lectores que deseen colaborar con este emprendimiento social pueden contactarse con Sebastián Musso a través de las redes sociales.