Detrás de las noticias

Justicia por ­mano propia

 

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­El lunes la Justicia resolvió otorgarle la prisión domiciliaria al empresario Lázaro Báez luego de más de cuatro años de cumplimiento de una prisión preventiva que no tuvo demasiados argumentos para justificarla.

Sencillamente porque el riesgo de fuga o el entorpecimiento de la causa no eran demasiado sostenibles en el marco de un gobierno como el de Mauricio Macri, donde el empresario santacruceño ya había perdido sus influencias en el Estado y en la propia justicia. Sin embargo, su detención -como la de otros ex funcionarios kirchneristas detenidos en el mandato de Cambiemos- no se ajustó a derecho y desde el Poder Ejecutivo, como mínimo, se avaló el accionar del Poder Judicial en ese sentido. Es difícil creer que no hubo presión política para que eso suceda, aunque también es cierto que los movimientos pendulares de la Justicia son acomodaticios según cambian los gobiernos y en muchos casos se anticipan -de modo autónomo- a la corriente por venir.

Lo mismo que ocurre ahora con los ex funcionarios macristas y el accionar de los tribunales federales. Exista o no un Ministerio de la venganza, la Justicia se acomoda rápidamente al poder central, cajoneando causas incomodas para el oficialismo y apurando procesamientos y detenciones anticipadas a ex funcionarios que hicieron lo mismo con sus antecesores, que ahora están de regreso en el Estado. ¿Se puede creer en la Justicia con este tipo de comportamientos?

Auspiciosamente, Alberto Fernández anunció con bombos y platillos en el discurso de asamblea del Congreso de la Nación que uno de sus principales objetivos en el gobierno era terminar con la tarea de los servicios de inteligencia que oficiaban como auxiliares de la justicia en determinadas causas, en especial en aquellas con alto voltaje político. Lo que en otras palabras se traduce en carpetazos a opositores para emprender una persecución política. Hasta aquí, no ha sido más que un pronunciamiento.

Por otro lado, si fuera cierto lo que expresó el jefe de Estado en una reciente entrevista televisiva respecto a la llamada reforma de la justicia, que en rigor no es otra cosa que la depuración de los tribunales federales de Comodoro Py, se trataría de una suerte de pacto de impunidad entre el oficialismo y la oposición. "El que más debería celebrar esta reforma es Mauricio Macri (y sus ex funcionarios) porque con esta reforma le estoy garantizando que no se va a hacer con la Justicia federal lo que él hizo contra sus enemigos''. Y agregó: "Lo que busca la reforma es ordenar el funcionamiento de la Justicia Federal'' y advirtió que "ni por casualidad es una reforma judicial" porque "no se habla de la Corte Suprema, del Consejo de la Magistratura, del Ministerio Público, ni de la defensa, ni del juicio por jurados''.

Si todos coindicen en que la reforma que se necesita es integral -incluida la vicepresidenta Cristina Fernández- y si lo único que se toca en este proyecto de ley es la justicia federal, ¿Cuál es el pensamiento equivocado respecto a la búsqueda de impunidad de toda la clase política en su conjunto, sin limitarlo al kirchnerismo?­

Como la Justicia padece los males de largas décadas de mal funcionamiento y falta de credibilidad por parte de la opinión pública, sea cual sea el veredicto, habrá siempre una mitad de la población engrietada que enfrentará el fallo y creará su propia justicia por mano propia. Como pasó con Lázaro Báez, que al dirigirse a una de sus propiedades en el country Ayres de Pilar para cumplir con la prisión domiciliaria que la Justicia le otorgó, fue interceptado por decenas de vecinos que impidieron el paso de la camioneta del servicio penitenciario que lo trasladaba y tuvo que regresar al penal de Ezeiza.

Como sea, si en Argentina no se respeta el estado de derecho, y la sociedad crea un tribunal paralelo de acción directa en cada caso que no reúne consenso total, la justicia por mano propia se incrementará y será demasiado tarde para volver atrás. Depende de todos.­