Luzuriaga, un Prócer que signó su vida a la Independencia Americana
Por Fernando A. Ayestarán *
Toribio de Luzuriaga, amigo fiel de San Martin fue uno de sus principàles colaboradores y representa de algún modo un modelo de oficial em la independencia misma de las naciones sudamericanas. Amigo fiel de San Martín, fue uno de los principales colaboradores.
Luzuriaga había nacido en 1782 en la localidad de Huaráz del entonces Virreinato del Perú, y acompañó a fines de 177 al marqués de Avilés nombrado al frente del virreinato del Río de la Plata. Ya en 1801 ingresó a revistar en las milicias. Su bautismo de fuego fue en 1806 como edecán del brigadier de la Quintana y 1807 intervino en la Defensa de Buenos Aires.
Oficial de Dragones cuando los sucesos de Mayo. marchó en la primer campaña al Alto Perú, siendo precursor en la enseñanza superior castrense cuando Pueyrredon lo puso al frente de una Academia de oficiales en Jujuy. Se distinguió en las acciones de Cotagaita, Suipacha y Yuraicoragua, y participó en las sublevaciones de Oruro y Chuquisaca. Como gobernador de Corrientes en 1812 le cupo contener rebeliones internas y pacificar la provincia del litoral, y tras ello, regresó al norte para ejercer como comandante de fronteras. Fue designado Ministro de Guerra del Directorio, en tiempos del General Carlos María de Alvear, y de su sucesor interino, el general Ignacio Álvarez Thomas, quien también era de origen peruano.
En 1816 por disposición de San Martín se incorporó al Ejército de los Andes y debido a ello permaneció en Mendoza siendo Gobernador intendente de Cuyo, ya que lo consideraba como el más confiable para defender la retaguardia de la expedición. En esa tarea ejerció una acción moralizadora en la administración del tesoro público como propiciando la enseñanza pública. Debió enfrentar el complot de los caudillos chilenos Luis y Juan José Carrera a quienes sometió a juicio sin escatimar las garantías del derecho de defensa y debido proceso, tras lo cual cumplimentó la sentencia de ajusticiamiento en 1818.
Asimismo, asumió el deber de sofocar el motín del batallón de Cazadores de los Andes en San Juan ocurrido el 9 de enero de 1820, en que tras ese episodio y harto de las luchas fraticidas presentó su renuncia ante el Cabildo de Mendoza y le reclamó a San Martín participar de las campañas libertadoras marchando a Chile.
De ese modo se incorporó a las fuerzas que se dirigían a luchar al Perú –su patria de nacimiento- como integrante del Estado Mayor del Ejército Unido, y participó de esa gesta comandada por San Martín, a quien acompañó en la escuadra que desembarco en Bahía de Paracas un 8 de septiembre hace exactamente dos siglos.
Su activa intervención en la campaña de liberación del Perú, le valió ser condecorado con la Orden del Sol y como Gran Mariscal del Perú el 22 de diciembre de 1821, siendo el primer militar peruano en obtener tal distinción. Ejerció tareas de administración pública como presidente del departamento de Huayla y, por directivas de San Martín, en compañía de Tomás Guido cumplió funciones diplomáticas en Guayaquil por la situación que se encontraba esta ciudad y la de Cuenca. Posteriormente San Martín lo envió en misión plenipotenciaria ante el gobierno de Buenos Aires en 1822, que para ese entonces dominado por Martín Rodríguez y Rivadavia se mostraban abocados a la política interna del país, despreocupados en apoyar y colaborar con la campaña libertadora.
A ejemplo del Libertador enterado de su renuncia de San Martín tras la entrevista con Simón Bolivar en Guayaquil, decidió no regresar a Perú e imitar el gesto de su jefe militar y retirarse a la vida privada. Lo que había vivido en Buenos Aires y el ejemplo de San Martín fueron sin duda los motivos para tal decisión.
El Mariscal del Perú pasó los últimos años de su vida en Pergamino, donde murió de mano propia el día 1° de mayo de 1842 a la edad de 60 años. Su vida en esa localidad fluctuó entre la historia y la leyenda, y de sus actividades sólo se conocieron por la tradición oral. Lo cierto es que se convirtió en hacendado en la zona rural de Pergamino y en un tiempo difícil de sequía su emprendimiento ganadero vio frustrarse completamente, fue terrible la sequía que por varios años azotó la campaña entre 1830 y 1833. Con un sinfín de deudas, para honrar su cumplimiento hubo de vender las condecoraciones militares.
Su intimidad se trasluce en el intercambio epistolar que con San Martín, a quien el 16 de marzo de 1836 le confesó sus padeceres: “Desde los primeros meses de 1829, fui atacado de una grave enfermedad, en que tuve que operarme de la cabeza y duró hasta 1832. Entretanto, en la seca de 1830, perdí toda mi fortuna que poseía en el norte de esta campaña, de un modo irreparable. Así no falta en qué entretener la ociosidad de la vida”. Tras obtener la autorización de su amigo, Luzuriaga escribió sus “Memorias” sobre la gesta libertadora del Perú.
La incursión de Luzuriaga en la actividad comercial instalando una pulpería también forma parte de la mitología urbana. A fines de 1841 recibió el dolor de perder a su entrañable hermano Manuel Benjamín y, sumido en la pobreza y el olvido hay versiones que el 1º de mayo de 1842 tomó la decisión letal. Tampoco se sabe a ciencia cierta si se suicidó con una pistola o si se ahorcó de un árbol, y si realmente se había vestido con el uniforme militar para tomar su fatal determinación. Sus restos fueron inhumados en el cementerio no eclesiástico de la ciudad, lo que puede ser un fundamento para la versíón del suicidio, al igual que tantos otros convecinos no sepultados en “campo santo”, en cuyo predio ubicado frente a la plaza principal hoy se erige una importante edificación del Colegio Nuestra Señora del Huerto de Pergamino.
Pero en el libro de difuntos de la la parroquia de la Merced de la Ciudad, en el folio 150 dice: “1842. Mayo 1º. Gral. Dn. Toribio Luzuriaga, casado con Da. Josefa Cadenago, deja dos hijos José y Federico”.
Doña Josefa lo sobrevivió largos años falleció a los 83 años. Habían contraído matrimonio en Buenos Aires en 1816 y uno de sus hijos recibió el nombre de José de San Martín que nació en en 1818 Mendoza plena campaña emancipadora, siendo su ahijado, quien tuviera también en Pergamino un trágico destino al ser víctima del alcance de un rayo en 1861. Dejó larga descendencia, algunos de los cuales fueron vecinos honorables de esta ciudad.
La república del Perú ciertas veces se ocupó de reclamar la repatriación de sus restos a la nación Argentina para otorgarle un justo tributo de héroe nacional, pero tarea más que difícil y quizás imposible resultará localizar sus restos mortales. Sin embargo el año próximo esa Nación se apresta a cumplir el bicentenario de su independencia, y aunque la repatriación del héroe seguirá por mucho tiempo en el plano de lo imposible, siempre resultará justa la ocasión de honrar la embajada del Perú en esta ciudad la memoria de quien fuera uno de los fundadores de su Libertad.
*Magistrado de la Provincia de Buenos Aires.