El proyecto emancipador sudamericano

Por Carlos Pesado Palmieri *

Nuestros dos paradigmas de la historia nacional se respetaban mutuamente y compartían un mismo proyecto de integración hispano-americana. Belgrano, ocho años mayor que San Martín veía al futuro realizador del "plan continental" como el hombre capaz de asegurar la autonomía final de nuestro territorio, y éste consideraba a Belgrano, el mejor general que teníamos para entonces.

Inmediato al encuentro de Yatasto, estos dos colosos tuvieron la oportunidad de dialogar largo tiempo sobre sus propósitos y la coyuntura que atravesaban, y de juzgar conductas de terceros y planes operativos a seguir. Un sustantivo y conmovedor epistolario habrá de acompañarlos en adelante, y acosados por una inestable y débil salud se darán ánimo ambos, para no desfallecer en la empresa libertaria y en el sostenimiento de sus ideales.

Ocurría esto en 1814, pero los dos próceres alentaban una emancipación definitiva de reinos que abarcaran grandes espacios fraternales de Sudamérica. Porfía que mantuvieron contra viento y marea en más de una circunstancia adversa.

Belgrano había sido jefe del partido carlotino previo a mayo de 1810, los dos siempre se manifestaron por la monarquía temperada, constitucional parlamentaria. Belgrano hasta el final de sus días, San Martín hasta su gobierno en el Perú, y en 1848 repudiando la agitación revolucionaria republicana en Francia, dos años antes de su muerte.

Al año siguiente Belgrano con Rivadavia en misión diplomática fallida en búsqueda de un rey para el Río de la Plata, con un Fernando VII restaurado en el trono español como monarca absolutista, y San Martín ya gobernador intendente de Cuyo, organizando el Ejército de los Andes decidido a concretar su plan de libertar a Chile y el Perú, aún bajo el férreo yugo español.

MOMENTO CRUCIAL

Pero en el año previo a nuestra Independencia todo era desfavorable para la gesta emancipadora. Un momento crucial donde todo nos jugaba en contra. Napoleón vencido definitivamente en Waterloo, ya derrotada la "patria vieja" chilena y el Alto Perú perdido definitivamente en Sipe-Sipe, sumándose a ello nuestra inestabilidad interna.

Bolívar exiliado en Jamaica, Artigas con sus "Pueblos libres" acosado por los portugueses y enfrentado con el Directorio, todo hacía proclive a lograrla como lo sostuviera Belgrano, bajo el manto protector de una monarquía temperada.

1816, el magno año de nuestra Independencia declarada en la ciudad de San Miguel de Tucumán el 9 de julio. Fue alentada con marcial insistencia por San Martín e incitada en las sesiones secretas a su Declaración por Belgrano, que dueño de un realismo político certero, aboga por un régimen monárquico temperado, pensamiento que comparten la gran mayoría de los congresales.

Y entonces ese proyecto hispano indiano de la Patria Grande compuesta por extensos espacios geopolíticos fraternales, que Manuel José y José Francisco sostenían enfáticamente, se materializa en el Acta de la Independencia que posteriormente es jurada en forma unánime.

"Se levantan a la faz de la tierra las Provincias Unidas de Sudamérica, una nueva y gloriosa nación".
Belgrano y San Martín lucharon por lograr la soberanía política de tan vastos territorios en la unidad hermanada de dos virreinatos y una capitanía general. No pudo ser, y pronto en 1820 perdíamos y nos olvidábamos para siempre, del nombre prístino que nos individualizaba en el mundo, mientras agonizaba el creador de nuestra enseña patria.

San Martín en 1822 gobernaba el Perú, con su sueño aún firme por sus logros, pero en Guayaquil deberá ceder ante otro libertador, un Bolívar republicano que, pese a sus mandatos dictatoriales, verá a su Gran Colombia fracturada seis años después mientras moría.


* Instituto Argentino de Historia Militar. Fundación Nuestra Historia.