Entrevista con Rick Atkinson, autor de la elogiada "Trilogía de la Liberación" sobre la II guerra en Europa

Una campaña que no deja de fascinar

Normandía sigue vigente porque es una historia de gran dramatismo, grandes personajes y grandes consecuencias, asegura el escritor estadounidense. El enorme poderío aliado torna inimaginable otro resultado de la batalla.

Pese al tiempo transcurrido, la Segunda Guerra Mundial no se desvaneció en la historia. Está presente en la cultura de los países combatientes, es objeto de debates y tema de infinidad de libros y documentales. Y pocas de sus batallas han sido más estudiadas que la de Normandía, de la que esta semana se cumplen 70 años.

Las grandes plumas de la historiografía militar moderna se dedicaron a ella (John Keegan, Max Hastings, Carlo D"Este y Antony Beevor, entre otros). Algunos la analizaron desde el punto de vista estratégico, el gran relato de generales, ejércitos y divisiones. Otros fijaron su mirada en las experiencias del soldado raso, en sus pequeñas glorias y miserias. Pocos lograron combinar con éxito ambas perspectivas.
El norteamericano Rick Atkinson integra ese grupo selecto. Su elogiada Trilogía de la Liberación sigue las campañas aliadas en el norte de Africa (recibió el Premio Pulitzer por ese tomo), las acciones en Sicilia y el sur de Italia y, en el último volumen, Guns at last light (Cañones con la última luz) editado en 2013, los desembarcos en Normandía y el posterior avance por el noroeste de Europa hasta la rendición alemana en 1945.
De regreso de una extensa gira promocional por Estados Unidos y antes de salir hacia Normandía para asistir a los homenajes oficiales por el aniversario, Atkinson compartió por correo electrónico con este diario sus impresiones sobre la importancia de la fecha y cómo escribir sobre ella.

INTERES INAGOTABLE
-¿Cómo puede explicar la, en apariencia, inagotable fascinación con la Segunda Guerra Mundial y especialmente con la campaña de Normandía?

-La Segunda Guerra es la mayor catástrofe en la historia humana, con 60 millones de muertos. ¿Quién puede desviar la mirada de eso? Y en Normandía hubo un gran dramatismo, grandes personajes y grandes consecuencias, todo lo cual resuena 70 años después.
Drama y personajes. Podría decirse que esos elementos son la clave del tipo de relato al que Atkinson es adepto. Es la llamada "historia narrativa", casi un género en sí mismo cuyos mejores ejecutores suelen provenir del mundo de habla inglesa. Atkinson se siente un continuador de esa escuela. Sus modelos, confiesa, son los grandes historiadores de la guerra civil estadounidense, Bruce Catton y Shelby Foote. Y autores más modernos, de temas variados pero igual método, como Walter Lord o David McCullough.
Al encarar la campaña de Normandía y sus secuelas, Atkinson pudo encontrar nuevos puntos de vista sobre un tema varias veces transitado en las últimas tres décadas por algunos de sus colegas más distinguidos. Proeza que ningún crítico especializado dejó de señalar.

-¿Cómo lo consiguió?
-Digamos que pasar años en distintos archivos paga buenos dividendos.
Puesto a analizar el desarrollo concreto de la operación Overlord, Atkinson resume en tres puntos las claves del triunfo aliado: "Sorpresa, poderío abrumador e incompetencia alemana".


-Además, los aliados habían descifrado ya en 1940 los códigos secretos alemanes y contaban con información casi en tiempo real sobre sus planes y decisiones. Después se ha debatido la importancia concreta que tuvo esa ventaja, englobada bajo el nombre en clave de Ultra. ¿Cuál es su opinión?
-Ultra fue algo importante pero no decisivo. Algunos de los grandes reveses de los aliados occidentales ocurrieron a pesar de Ultra, como la derrota en el paso de Kasserine (en Túnez, en febrero de 1943) o en las Ardenas (en diciembre de 1944).

Pocos años después del 50º aniversario del Día-D, el historiador Stephen Ambrose imaginó un resultado alternativo del exitoso desembarco en Normandía. En esa hipótesis el mal clima obliga a postergar fecha inicial de la operación. Los Aliados no pueden expandir su cabecera de playa ni recibir refuerzos al ritmo planificado. La campaña se estanca y se dilata al punto de que para derrotar a los alemanes se hace necesario el lanzamiento de bombas atómicas en territorio europeo. ¿Podría haber ocurrido algo así? Atkinson discrepa.

-Las historias contrafácticas son complicadas. Creo que si el desembarco de junio de 1944 hubiera fracasado, lo habrían lanzado de nuevo al año siguiente, en otro lugar y con más fuerza, en un momento en el que los soviéticos tal vez habrían masticado gran parte de Alemania. Dudo que se hubiera usado la bomba atómica si el Ejército Rojo estaba en Berlín o en los alrededores.

-¿Pero no hubo ningún momento crítico en el que la ofensiva aliada podría haber tenido otro resultado?
-No.