Cuando la pasión se convierte en exceso
Angustia, ansiedad, enojo, decepción, alegría... emociones que ciertos deportes desatan en quienes cumplen el rol de espectadores y que en ciertos casos llegan al extremo de afectar su salud. Teniendo en cuenta que el fútbol es sin dudas el deporte que más fanáticos reúne en la Argentina, y a pocos meses del comienzo del Mundial que se jugará en Sudáfrica, La Prensa entrevistó a especialistas que anlizaron el fenómeno.
Para quienes no compartimos el fanatismo por un deporte resulta difícil imaginar cómo es posible que el resultado de un partido de fútbol, de tenis, o una carrera de automovilismo -sólo por mencionar algunos ejemplos- pueda provocar sentimientos tan profundos en algunas personas, al punto de afectar su salud, e -incluso- tal como se ha visto, causarles la muerte.
Está claro que no todos los espectadores de eventos deportivos se ven "afectados" de la misma manera; pero ¿cuáles son los factores que hacen que a algunos los afecte mucho y a otros poco o nada?; ¿quiénes corren peligro de ver perjudicada su salud?
En opinión del licenciado en Psicología y máster en Psicología del Deporte y la Actividad Física, Marcelo Roffé, primero es necesario describir el escenario en el que nace el fanatismo: "La industria del deporte espectáculo es una de las mayores generadoras de dinero del mundo", en tanto que "el espectador busca una distracción, una "descarga" al estrés laboral y la complicada vida tercermundista a través de los diferentes deportes populares", explicó.
Los efectos sobre el público también varían según el deporte que se esté mirando. "Cada deporte tiene su cultura y sus códigos -aseguró Roffé-. No es lo mismo el mundo del automovilismo, que el mundo del fútbol. Pero la pasión por el Rally Dakar movilizó muchas almas y hasta generó muertes de espectadores que desoyeron medidas de prevención, como a veces pasa en el fútbol. El polo, por ejemplo, tiene códigos diferentes al básquet, pero en ambos se ha dado una "futbolización", en cuanto al fenómeno de seguimiento de sus hinchas".
Sin embargo, el fútbol sigue siendo el deporte que genera más emociones en el público de nuestro país. "Estamos hablando del deporte cultural de los argentinos", argumentó Roffé, quien además preside la Asociación de Psicología del Deporte Argentina (APDA).
"La gente en este país vive y "respira" fútbol. Todo el tiempo se habla de fútbol; la mayoría de los hombres que no llegamos a ser futbolistas profesionales, somos frustrados en algún punto. Ser jugador profesional es un lugar de ideal social importante", añadió, para luego afirmar: "En un país con dificultades en el armado de la propia identidad, el fútbol aglutina, cohesiona y más aun en un mundial".
TEMOR AL FRACASO
Desde el punto de vista psicológico, Roffé considera que la pasión por el fútbol está vinculada con la cuestión imaginaria de "ser", de "pertenecer": "soy de River", "soy de la selección", "soy argentino", "jugamos muy bien".
Otro dato no menor, según el profesional, es que "la sociedad argentina es muy exitista, acá sos primero o no sos nada... y así nos va. No poseemos un modelo en el cual nos hayan enseñado a perder. Por ende, muchas veces tampoco sabemos ganar. Esto se relaciona directamente con el tema de los valores. Muchas veces queremos ser primeros para que no sea fracaso y olvidamos que los demás también juegan".
Es entonces pertinente preguntarse qué puede hacerse para no caer en el fanatismo desmedido, aquel fanatismo que puede dañar la salud psíquica o física. Al respecto, el presidente de la APDA subrayó: "Desde lo psíquico, que muchas veces va unido a lo físico -y la medicina psicosomática ha dado muchos avances en este sentido-, el equilibrio y la inteligencia emocional son claves". Aunque recordó que "la pasión nubla la razón y la pasión siempre es un exceso".
Por lo tanto, Roffé recomendó trabajar sobre esa inteligencia que regula las emociones: "Las emociones desgastan, hay que canalizarlas correctamente, con inteligencia. Pero es todo un arte, no resulta tan fácil, y más tratándose de fútbol. "La inteligencia emocional", de Daniel Goleman, libro que recomiendo, nos ha enseñado a encontrar un camino de autoconocimiento y de autocontrol".
Como medida preventiva, el especialista hizo hincapié en que "esto es como los noticieros: si hay gente a la que le hace muy mal, conviene no verlos, esa es la sugerencia. Si el fútbol en vez de disfrutarlo, se lo padece, cabe la misma sugerencia. Y es conveniente buscar un buen profesional, pedir ayuda, para superar ese problema".
Ante la proximidad del Mundial en Sudáfrica, Roffé -autor de varios libros de la especialidad, entre ellos "Evaluación psicodeportológica"- reflexionó:
"Yo le puedo decir que hay que tomarlo con tranquilidad, pero es relativo; depende de cada caso, cada uno lo vive como puede y quiere. El mundial puede ser una excusa para hacer prodes con amigos y familiares, vivirlo con ellos, juntarse y pasarla bien". Por eso, destacó que no hay que confundir triunfo con éxito y derrota con fracaso. "Hay que saber que en un mundial hay ilusión y esperanza, pero también que puede pasar cualquier cosa. Uno sólo sale campeón", concluyó.
FACTORES EXTERNOS
Por tratarse de una "pasión de multitudes", el fanatismo por el fútbol merece también una mirada sociológica para explicarlo. ¿Es el fútbol en sí el que despierta emociones extremas? Sobre este tema La Prensa dialogó con el licenciado en Sociología, docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Santiago Uliana, quien opinó: "Si una persona arroja un objeto a un campo de juego y lastima a otra sólo porque no soporta que su equipo pierda, algo que es muy común, la "culpa" no la tiene el fútbol que "enferma" a esa persona, sino la propia persona que no puede contenerse y allí se descarga, los factores que lo llevaron a cometer esa acción son externos al hecho del fútbol".
No obstante, Uliana reconoció que "ese fanatismo exterior al fútbol, que está en la persona como un hecho de su personalidad, se manifiesta de manera más directa y cruda en el fútbol. Y es que, en cierta medida, el fútbol es un espacio en el cual está legitimado que estas cosas sucedan; no quiere decir que allí eso esté bien, ni que no tenga su pena, sino que está contemplado que allí pueda suceder".
"Sería más correcto decir entonces -agregó el sociólogo- que el fanatismo está en la persona, está en la sociedad, en el afuera, y que el fútbol, como dice el autor francés Christian Bromberge, es un espacio para las pasiones humanas, por eso allí suceden, porque es el sitio donde eso es tolerado y hasta en algunos casos permitido y avalado por las personas que forman parte de él".
DETRAS DEL NEGOCIO
A la hora de analizar el impacto del fútbol sobre las emociones de los espectadores, no se puede pasar por alto que este deporte constituye hoy un gran negocio y que muchas veces la pasión por un equipo deriva en verdaderas batallas entre los fanáticos.
Respecto a la relación entre el fanatismo, la agresión entre hinchas y el negocio del fútbol, Uliana indicó: "La violencia, aunque en muchas circunstancias no deseada, es un vehículo a través del cual se dan las relaciones entre las personas, es decir, que las personas se relacionan a través de la violencia y la violencia que sucede en el fútbol no es la excepción".
En cuanto a si la violencia es un elemento "necesario" en el negocio del fútbol, el experto evaluó que "la sensación de inseguridad como fenómeno urbano característico de las grandes ciudades actuales resulta funcional a la expansión de la mercantilización de la seguridad como un producto, y la violencia del fútbol en parte debe enmarcarse también en este contexto".
Por otra parte, Uliana señaló que los espectadores experimentaron cambios, que acompañan la transformación de los deportes en verdaderos espectáculos. "La mercantilización extrema de deportes, como por ejemplo el fútbol, lleva a generar una tensión entre el hincha como sujeto pasional y el modelo de espectador -sostuvo-. Si ponemos como ejemplo la Premier League inglesa, vemos que el hincha en las canchas inglesas o europeas se parece cada vez más (a excepción de países como Italia) a un espectador de cine u otro espectáculo que al hincha del fútbol tradicional".
"Un caso paradójico -prosiguió el sociólogo- es el Club Boca Juniors, que se vende a sí mismo como un producto pasional, pero los extranjeros pagan sus entradas muy caras cuando visitan nuestro país para presenciar en vivo el "espectáculo" de la Bombonera y sus hinchas. Este es un caso en el cual la pasión se vuelve mercancía; la idea del fútbol espectáculo tiende a primar por sobre la del fútbol pasión en muchos países".
SIMBOLISMOS
Para concluir, Uliana resaltó que el deporte es -en un sentido social, no para quienes lo practican-, un espacio cargado de simbolismos. Como ejemplo, citó el caso del equipo argentino de hockey femenino, conocido como "Las Leonas":
"Con la aparición de este equipo se puede observar la representación de otras cuestiones de carácter social ligados a la nación, el género y la clase social... el hockey es predominantemente un deporte practicado por elites, o por lo menos clases no populares, pero también están en juego componentes nacionales, como definir qué es ser argentino, y de género".
En ese sentido, el investigador y docente de la UBA insistió: "El deporte es más que deporte. Leerlo en su dimensión social y cultural nos permite comprendernos más y mejor sobre cómo somos como sociedad".