El Futurismo es centenario
El movimiento sentó sus bases con un célebre manifiesto dado a conocer en 1909 por Tommaso Marinett. Sei inició con un golpe publicitario la existencia de una tendencia de vanguardia que dejó su huella en el arte y el diseño gráfíco.
Obviar el pasado fue la tesis de partida del Futurismo, un movimiento de vanguardia que se generó durante la considerada última gran renovación de las Artes en Occidente, ocurrida a principios del siglo XX. El París de principios del siglo XX, así como el del período de entreguerras, supuso un antes y un después en la concepción de las artes visuales y literarias, una vuelta de tuerca para los intelectuales de la época. Y allí fue donde se publicó el primer "Manifiesto del Futurismo" el 20 de febrero de 1909 en el diario "Le Figaro", en el que el poeta italiano Filippo Tomasso Marinetti (1876-1944) sentó las bases del movimiento. En los años posteriores, los artistas plásticos -incluso los arquitectos- difundieron otros manifiestos, entre ellos el firmado en 1910 por los pintores italianos Umberto Boccioni, Carlo Carr, Luigi Russolo, Giacomo Balla y Gino Severini en la revista milanesa "Poesía" que fundó Marinetti en 1904.
OTRA POESIA
Marinetti revolucionó la poesía al cambiar la disposición y plasticidad de los versos en las hojas de papel, en lo que denominó como "le parole in libert" (las palabras en libertad), donde la concatenación de fonemas imprime un nivel de abstracción en el ritmo visual y sonoro versificado. De ahí que la interpretación de sus poemas "Dune" y "Zang Tumb Tumb" (1914) sirvan de ejemplo para la "poesía performativa sonora" actual, en la que un poeta -habitualmente experimental, visual o concreto- recita versos fónicos que generan una ilusión y belleza basada en el sonido.
Las tesis sintéticas y sintácticas de Marinetti también contribuyeron de manera indirecta a una ruptura tipográfica en el campo editorial y publicitario: identificó las letras con los tiposgráficos y el papel con el lienzo para crear una poesía plástica. El poeta bautizó como "destrucción de la sintaxis" esta "revolución tipográfica y variedad multicolor de las letras", conlas que buscaba "redoblar la fuerza expresiva de las palabras".
Marinetti ejerció de mecenas de los pintores italianosfuturistas, ya que el poeta, además de autoproclamarse la "cafeína de Europa", era empresario. Su nueva manera de entender el tiempo y el mundo contagió a pintores coetáneos y compatriotas quienes, tras adherirse almanifiesto de 1910, honraron con sus pinceles la velocidad a travésde la suma de planos para representar una acción en un lienzo.
FUERA DE ITALIA
Fuera de Italia y Francia, el futurismo dejó una fuerte improntaen la Rusia literaria y artística de principios del siglo XX, donde fue abanderado por los poetas Vladimir Maiakovski y VelimirJ lébnikov con su manifiesto "Bofetada al gusto público" (1912). Jlébnikov fue, a su vez, el precursor de lo que en lengua rusa se denominó "zaum" (o poesía transmental), "acciones sonoras" en las que prima la belleza del significante en detrimento del significado.
A nivel pictórico, las exposiciones más relevantes de la época fueron:"Los Pintores Futuristas Italianos" (1912, París) y "Laéltima Exposición de Pintura Futurista" (1915, Petrogrado). El francés Guillaume Apollinaire, ligado al cubismo y renovador también de la poesía de vanguardia con su obra "Caligramas" (1918), habló de "debilidad" de la pintura en una crítica de la muestra de 1912 publicada en "L"Intransigeant". Pero hablar del futurismo y de Marinetti es también mencionar la sombra que planea sobre ellos, la de su relación con el régimen de Mussolini como la obra "Futurismo y fascismo" (1924) y también del entusiasmo del poeta por la guerra. El fundador del Futurismo calificó la guerra de "higiene del mundo" y elevó sus sonidos cacofónicos a poesía en la antesala de laI Guerra Mundial: "tara-tatatata", "traak-traak", "pic-pac-pum-tumb".
LOS FESTEJOS
Juego de luces en el centro de la ciudad, museo abierto hasta la 1 de la madrugada, palabras en libertad: así recibe Roma la apertura de la principal exposición que dedica Italia al centenario del manifiesto futurista, la contribución italiana más importante al arte del siglo XX.
Organizada en colaboración con el Centro Pompidou de París y la Tate Modern de Londres, la exposición "Futurismo-Vanguardia-Vanguardias" se abrió en las Escuderías del Quirinal y excepcionalmente permaneció abierta hasta la 1 de la madrugada, mientras entre la Plaza del Pueblo y en la Plaza Venecia rayos laser revivían el amor del futurismo por la luz y el movimiento.
Hasta el 24 de mayo estará habilitada esta exposición procedente de París y viajará luego a Londres, mientras Rovereto y Milán ya abrieron sus puertas al futurismo en espera de que lo haga también Venecia a mediados de año.
Obras de Umberto Boccioni, Giacomo Balla, Carlo Carr, Gino Severini y de Filippo Tommaso Marinetti, llenan los dos pisos de las que fueron caballerizas papales.
Junto a ellas se pueden admirar otras de Pablo Picasso, Georges Braque, Francis Picabia, Marcel Duchamp, Fernand Léger, Robert Delaunay, Casimir Malevich y Mijail Larionov, compañeros de ruta que sin definirse futuristas en cuanto tales, adoptaron como ellos el culto de la velocidad y de la luz.
La exposición se abre con parte de las pinturas y esculturas que conformaron la primera exposición futurista de 1912 en París, como "Nocturno en Plaza Beccaria" y "El funeral del anarquista Galli" de Carr, y el tríptico que retrata "Los estados de ánimo", de Boccioni, prestado por el MoOMA de Nueva York.
FIESTA EN VENECIA
Los fastos y exposiciones con los que Italia celebrará este año el centenario de la vanguardia Futurista comenzaron con la inauguración de la muestra "Obras Maestras del Futurismo" en el museo Guggenheim de Venecia. El Guggenheim recogerá hasta finales del año obras de los cincofirmantes del segundo manifiesto del Futurismo (1910), Severini, Balla, Boccioni, Carr, Russolo, pero también de otros como Simone, Seffizi o Rosai, que el museo espera atraigan en los tres primeros meses a alrededor de noventa mil personas.
El comisario de la exposición y director de la Colección Peggy Guggeheim, Philip Rylands, sitúa la chispa que inició el movimiento en París.
Como se sabe, el manifiesto de Marinetti se publicó en el diario "Le Figaro" el 20 de febrero de 1909. Según Rylands, el pintor Gino Severini, que sería uno de los firmantes del segundo manifiesto, de 1910, convenció a sus compañeros que acudieran a París para comprobar lo que se estaba cocinando allí, porque si no una muestra que estaban preparando para 1912 quedaría "muy provinciana". Según el comisario de la exposición, allí los jóvenes artistas italianos adoptaron el lenguaje del cubismo y otros movimientos que acababan de surgir.