En el de los mercados, la estabilidad no sufrió el impacto de las turbulencias externas y en el corporativo, vapuleó a la UIA. En el político, por mal manejo, quedó pegado a Cristina Kirchner
A pesar de su debilidad institucional y al hecho de tener a todos los poderes “de facto” en contra, el gobierno de Javier Milei sigue en el centro de la escena, define la agenda pública y da batalla en inferioridad de condiciones, pero con resultados mejores a los esperados. Continua, además, contradiciendo experiencias históricas en distintas materias. Un ejemplo más: cuando se producían turbulencias en los mercados externos, se repetían en la economía doméstica multiplicadas. Durante la semana última esto no ocurrió.
Puesto en palabras comunes, cuando los países centrales estornudaban a la Argentina le daba neumonía doble. Pero entre el lunes y el viernes los mercados globales dieron malas noticias que no impactaron domésticamente.
Brasil devaluó, en Méjico empezó a materializarse la inquietud por la llegada de Trump al poder y la previsible suba de aranceles y la inflación norteamericana volvió a trepar, lo que hace prever un aumento de tasas. Aquí el plan Caputo siguió imperturbable. Ni Tequila, ni Caipirinha.
La economía brasileña está pagando el precio del déficit fiscal del gobierno de Lula. Si entra en recesión puede afectar la economía local. Esto sin embargo todavía no golpeó sobre las expectativas generadas por la marcha ascendente de la macro. Siguió estable el dólar, así como la compra de reservas por arte del Central y el precio de los bonos.
Milei tampoco afloja en la confrontación con los poderes corporativos que cuestionan el manejo de la economía. Sigue yendo al choque. No sólo resistió las presiones para devaluar, sino que directamente desairó a la Unión Industrial (i.e Techint) faltando a un acto de la entidad al que tampoco concurrió Luis Caputo.
Los empresarios alegan ahora que las importaciones (en especial chinas) para bajar precios locales generarán desempleo, mientras desde el Gobierno les responden con munición gruesa. No sólo los acusan de haber ganado con el kirchnerismo mediante el sistema de importaciones (SIRA), sino de haberlo hecho de manera poco transparente, por decirlo con suavemente.
La presidencia de la UIA responde a Paolo Rocca y quedó en el medio del tiroteo en el que el diputado José Luis Espert intervino con un posteo en las redes de lenguaje escatológico: "Caraduras. Siempre lo mismo. Siempre les falta algo para competir. Pero cara de piedra para vendernos cosas caras y de mala calidad durante décadas y décadas de miseria espantosa, les sobra. Váyanse a …”.
Los industriales ligados a la política, particularmente a través del peronismo, nunca habían recibido un vapuleo similar y menos desde un gobierno acusado desde el PJ y la izquierda de proempresario y antipopular.
En el frente político el gobierno tuvo resultados más desparejos. Consiguió neutralizar a la oposición en el Congreso con la ayuda de los gobernadores. Había cinco sesiones programadas en los dos Cámaras y sólo dos tuvieron quorum. El martes el Ejecutivo hizo fracasar dos intentos opositores: uno de la UCR de reforma de la legislación gremial al que se oponía la CGT y, otro, del kirchnerismo para voltear un DNU esencial para renegociar la deuda en pesos.
El miércoles, en cambio, funcionaron las dos Cámaras. En Diputados se aprobó una ley de combate de la ludopatía generada por las apuestas en línea y en el Senado presentó su primer informe el jefe de Gabinete que desató el enojo del kirchnerismo y la ruptura de negociaciones reservadas sobre la integración de la Corte Suprema (ver “Una frase fatal”).
Esas negociaciones, varias veces negadas, eran con Cristina Kirchner, para ubicar en el tribunal a una jueza de su confianza. La connivencia entre el Gobierno y la jefa del PJ, no había pasado hasta entonces del nivel de una sospecha, pero cobró entidad después de que el jueves fracasara una sesión pedida por el PRO para aprobar el proyecto de “ficha limpia”.
Desde el PRO y la Coalición Cívica –los dos partidos que sufren la mayor pérdida de votos a manos de Milei— acusaron de complicidad al presidente y CFK para polarizar el año próximo. El Gobierno negó cualquier pacto, pero la amplificación del tema en los medios y la existencia de indicios precisos y concordantes de la maniobra obligaron a intervenir al propio presidente que prometió apoyar una nueva versión de la iniciativa. También puso en evidencia que las relaciones entre Milei y Macri están rotas.
En esta ocasión Milei dio marcha atrás porque el maquiavelismo infantil de quien le vendió la idea del pacto con CFK lo descolocaba frente a su propio electorado. En ocasiones lo más pragmático puede ser el principismo.