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Crítica: "El juego de la fortuna", con un Brad Pitt que podría ganar un Oscar

Deporte contra viento y marea

La actuación de Brad Pitt es admirable, tiene adrenalina, contagia entusiasmo y transmite el carisma de un buen manager deportivo. A su lado se desenvuelve un meritorio Jonah Hill, como el teórico en matemáticas.

Ficha técnica:
"El juego de la fortuna" (Moneyball). Estados Unidos, 2011. Dirección: Bennett Miller. Guión: Steven Zaillian, Aaron Sorkin y Stan Chervin, sobre la novela de Michael Lewis. Fotografía: Wally Pfister. Música: Mychael Danna. Actores: Brad Pitt, Jonah Hill, Philip Seymour Hoffman, Robin Wright, Chris Pratt y Kerry Dorsey. Presenta: Sony. Duración: 131 minutos. Calificación: Para todo público.

Basado en la novela de un periodista de finanzas, el filme sigue los pasos de un ex jugador de béisbol que logra convertir un fracaso en un éxito.

Brad Pitt se mueve como pez en el agua en esta historia que hace al implacable mundo del deporte, el que parece no tener grises, sino solo blancos y negros: o se gana o se pierde, no hay más.

La película es típicamente estadounidense, en intentar traducir en imágenes ese viejo concepto de que se puede llegar a la cima, desde el lugar más ignorado.

Eso es lo que le ocurre a un equipo de pueblo, los Oakland A"s, cuando van perdiendo uno a uno sus mejores jugadores, los que emigran tentados por las grandes ofertas de clubes más importantes y de grandes ciudades.

El filme está basado en la historia real del ex jugador de béisbol Billy Beane, papel al que Pitt le pone sus entrañas.

Billy Beane llegó a un momento de su carrera que no rendía al nivel que su equipo requería y decidió retirarse a tiempo para emprender otra tarea, no menos competitiva, la de ser el gerente general del mismo club.

CAMINO A SEGUIR

Lo cierto es que como sucede siempre, cuando un perdedor intenta abrirse camino, al comienzo nadie le cree. Solo la tenacidad, la valentía y el convencimiento de que se está en el camino correcto puede llevar a un hombre al triunfo, como ocurre en este caso.

Billy Beane se pregunta qué hacer cuando su equipo pierde a los mejores jugadores y no sabe cómo reemplazarlos. Más aún cuando el club no tiene el dinero suficiente para contratar otras figuras en ascenso.

Frente a semejante desafío Beane decide tomar un atajo en el camino y para hacerlo contrata a un egresado en matemáticas de Harvard.

Un joven que no sabe nada de deporte, pero sí de teorías numéricas y si Beale le pone el cuerpo a las dificultades, el novato que ingresa al club para ayudarlo, pone su inteligencia al servicio de contratar a jugadores desechados por la mayoría, a los que elige por sus cualidades intrínsecas, más que por el lugar que deben ocupar en la cancha.

EL EXITO

El resultado no se hace esperar y las primeras planas de los diarios, como en sus mejores épocas comienzan a ocuparse de los Oakland. Pero a Billy Beane no le será nada fácil tener que lidiar con un caprichoso y arrogante jefe de campo y mucho menos con jugadores que fueron estrellas en un momento y en el presente deben adquirir una nueva cuota de confianza.

"El juego de la fortuna" tiene buenos puntos a destacar. Reúne algo de suspenso, pero escapa a los cánones de sólo ver festejar los logros de los jugadores en la cancha. Aunque hay muy buenas escenas de acción y vértigo en el césped, el director Bennett Miller prefirió mostrar la "cocina" de las negociaciones y dejar correr su cámara en mostrar los aciertos y reveses, de un gerente deportivo, que entre peleas, pérdidas y ansiedades se mantiene firme en sus convicciones.

La actuación de Brad Pitt es admirable, tiene adrenalina, contagia entusiasmo y transmite el carisma de un buen manager deportivo. A su lado se desenvuelve un meritorio Jonah Hill, como el teórico en matemáticas.

Calificación: Muy buena