"La contaminación por arsénico es absolutamente natural y es un fenómeno que se originó hace millones de años cuando se levantó la estructura de lo que hoy conocemos como la Cordillera de los Andes. En nuestro país, las áreas geográficas más damnificadas con este fenómeno son el 70 por ciento de la provincia de Buenos Aires, particularmente lo que es el corredor de la ruta 5, como son las localidades de 9 de julio, Bragado, Casares y Trenque Lauquen, y también zonas aledañas a Mar del Plata. Además, se encuentra en todo el sur de Córdoba y Santa Fe y en La Pampa y Mendoza. En el norte, en particular Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa'', explicó a La Prensa el doctor Jorge Daniel Stripeikis, director del Departamento de Ingeniería Química del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).
Con una extensa trayectoria en la investigación de temas vinculados al agua y estudio de arsénico, Stripeikis ha evaluado el impacto que trae la falta de su tratamiento en el país. "Esto afecta a cuatro millones de personas que viven en esas zonas áreas geográficas y que potencialmente tienen el riesgo de consumir agua con algún nivel peligroso'', resaltó el especialista.
Para ser considerada segura y sin arsénico, el agua debe cumplir ciertos parámetros que difieren actualmente con los estándares internacionales. "Tenemos hoy una problemática de normativa legal. Por un lado, la Organización Mundial de la Salud ya hace años que está recomendando para una ingesta segura, en términos de arsénico, que la cantidad de esta sustancia presente tiene que ser menor a 10 microgramos por litro o 10 partes por billón. Es una cantidad muy pequeña. Acá ahora hay una discusión legal porque nuestras normas tenían como límite máximo 50 microgramos por litro, es decir, 5 veces más. Y ahora hay una pausa legal donde se les pide a los organismos que se adecuen para satisfacer esa demanda que recomienda la OMS'', explicó Stripeikis quien adujo a cuestiones económicas la demora en los avances de adecuación.
Consumir arsénico en pequeñas dosis durante 5 a 10 años, provoca una enfermedad que se llama HACRE: hidroarsenicismo crónico regional endémico. Entre las patologías que pueden desarrollar quienes padecen esta dolencia figuran el cáncer de pulmón, cáncer de laringe, tos crónica, tos persistente y fibrosis pulmonar. En el hígado puede generar cáncer, cirrosis hepática y disfunción hepática. Y a nivel de la piel provoca hiperpigmentación y queratodermia, que es el engrosamiento de las palmas de las manos y las plantas de los pies.
Las poblaciones más afectadas son las comunidades rurales, los pueblos originarios, los asentamientos urbanos empobrecidos, las poblaciones cercanas a industrias que contaminan el agua y las zonas que sufren de aridez y de sequías prolongadas.
Consultado sobre el manejo de agua segura en estos parajes más afectados, Stripeikis resaltó la existencia de dos problemáticas diferenciadas que se tratan de distintas formas. "Por un lado, hay grandes sitios urbanos afectados por la problemática y, por el otro, hay población muy dispersa como establecimientos rurales. En los sitios urbanos, entiendo que la responsabilidad tiene que darse a través de las autoridades municipales y las cooperativas que distribuyen el agua más centralizada a través de una red. Y de hecho muchas localidades lo están haciendo al incorporar un módulo dentro del tratamiento de potabilización del agua que abate el arsénico. En la provincia de Buenos Aires, algunas ciudades como Venado Tuerto o Casares han incorporado este sistema dentro de lo que es el tratamiento normal de potabilización social y están distribuyendo agua segura a la población'', enfatizó el directivo del ITBA.
Luego continuó que: "En la población más dispersa la solución es más puntual y tienen que ser dispositivos domiciliarios de bajo consumo de energía, de costo y que no requiera una expertise técnica para su uso. Hoy hay muchos centros de investigación que están proponiendo soluciones a través de diferentes materiales que absorben el arsénico, como clavos de hierro, virulana, arcillas naturales y nano materiales de óxido férrico. En la localidad de San José de Boquerón, en Santiago del Estero, se están implementando estas soluciones individuales con efectividad. El problema es que los esfuerzos son muy puntuales y llegan a poca gente''.
ABUNDANCIA ESFIMERA
El consumo del agua en la Argentina varía según la región y su accesibilidad a este vital recurso. La concientización de su relativa abundancia ha provocado que la población de cada región tenga una actitud distinta a su uso. "Hay un tema con el agua que la damos por sentada. En apariencia parece abundante, muy disponible: está alrededor y en la lluvia. La asociamos a un recurso que está muy alcance de todos. Y detrás de eso, si bien el agua está ahí no toda esta disponible como agua potable y creo que ahí está el punto de la diferencia que hace que las personas se hacen al preguntarse de dónde viene esa agua'', explicó a La Prensa la ingeniera Vergenie Aude Luppi, docente de la carrera de Ingeniería Química en el ITBA, quien es especialista en el origen del agua que consumimos a diario y su potabilización.
En tanto, el impacto de la escasez de agua segura en las poblaciones tiene un lapso cada vez menor. "Hoy nos vamos dando cuenta que los recursos son escasos porque nos comienzan a afectar directamente a nosotros. Antes los impactos de lo que hacíamos estaba en varias generaciones más adelante y hoy los vemos en nuestros hijos y nuestros nietos. Eso cambia totalmente la visión. Además, ha generado un grado de incertidumbre, porque si bien estamos todos de acuerdo en que el hombre generó un impacto importante en el medio ambiente tampoco tenemos la certeza. Hay gente que dice que si y otra que no. Pero la incertidumbre y la cercanía hace tomar otra actitud, al menos un principio de precaución importante``, destacó Aude Luppi.
La región por excelencia, para el abastecimiento de agua potable en el país, es el Río de la Plata. A modo de ejemplo, la planta potabilizadora General San Martín (sita en CABA) produce, a partir del agua del Río de La Plata, 3.000.000 metros cúbicos por día de agua potable y abastece a unos 6.000.000 habitantes, incluyendo a toda CABA y 8 partidos del conurbano bonaerense. Eso hace un promedio de consumo para estos partidos y CABA de 500 litros por habitante por día (entre consumo familiar e industrial).
"En las Ciudad de Buenos Aires tenemos la gran suerte de tener al Río de la Plata que es una fuente muy buena de agua potable. Aun así, necesita un tratamiento que tiene un costo bastante importante, pero es un agua buena, si la podemos definir de una manera genérica. Después tenés otras fuentes superficiales u otros ríos subterráneos que tienen problemáticas distintas. Por ejemplo, el problema del arsénico que ni siquiera tiene un origen de la acción del hombre. Nuestras aguas ya tienen arsénico en gran medida por el agua subterránea y según el origen se define el tratamiento. Mientras más contaminantes tiene el agua más difícil es llevarla a una condición potable. Eso presenta un desafío porque si además se vive en una comunidad alejada con poca gente y la fuente es una de agua subterránea tampoco se puede implementar sistemas de tratamiento que son a gran escala y que abaratan muchísimo el costo. Lo que se hace es implementar soluciones puntuales que encarecen mucho el proceso potabilizador. Por más que uno diga que colocar un tratamiento no sea muy caro, si se analizan los costos de litros que se entregan por habitante o por litro producido el valor es mucho más caro de lo que puede salir en territorio porteño'', enfatizó Aude Luppi.
PROYECTO
El desafío de encontrar nuevos materiales y modalidades para mejorar los problemas de contaminación del agua es una tarea ardua, pero factible. Un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) llevó a cabo un proyecto para eliminar los metales pesados, como el plomo y el cromo, en el agua del país.
"La contaminación del agua es un el problema muy grave porque es un recurso escaso en el mundo y una buena parte está contaminada no sólo con metales pesados, sino que también con contaminantes orgánicos en el agua. Es decir, a medida que la civilización avanza cada vez la problemática del agua es más grave'', enfatizó a La Prensa María Inés Errea, Profesora Asociada-Departamento de Ingeniería Química-Instituto Tecnológico de Buenos Aires, quien está a cargo del estudio realizado para eliminar metales del agua de consumo humano.
Entre estos nuevos contaminantes generados por las actividades humanas se encuentra el uso de los antibióticos. "Uno los asocia únicamente y masivamente con el consumo humano. Pero se usa mucho en veterinaria que terminan en la tierra y de ahí pasan a los cursos de agua en cantidades que no son todavía muy grandes, pero si lo suficiente para incidir en la microflora, para generar algunos desordenes en el ecosistema. En algunos países el problema es más grande que en otros. En la Argentina todavía no es un problema importantísimo, pero están en las primeras alertas cuando ves el espectro de contaminantes. Lo mismo que los agroquímicos que también terminan contaminado los cursos de agua'', enfatizó la investigadora del ITBA.
Así, el proyecto dirigido por Errea, junto a la participación de los Doctores Jhon Alejando Avila y Ezequiel Rossi, becarios de postdoctorado del Conicet, se basó en el desarrollo de nuevos materiales obtenidos a partir de fuentes renovables, abundantes y ambientalmente amigables que permitan eliminar distintos contaminantes que puedan estar presentes en el agua. El objetivo es que sean versátiles como para que el mismo material pueda servir para eliminar más de un tipo de contaminante al mismo tiempo. Hasta el momento se comprobó su eficiencia para la remoción de plomo y cromo, aunque el objetivo en el corto plazo es evaluarlos para la remoción de agroquímicos, colorantes y antibióticos.
"Cuando visualicé que la problemática era tan compleja, en general, todos tendíamos a enfocarnos hacia uno u otro contaminante. Y lo ideal quizás era buscar un material versátil que fuera a funcionar para purificar el agua frente a varios tipos de contaminantes como algunos antibióticos, metales pesados y agroquímicos, entre otros. Así que en este momento estamos tratando de trabajar ahora con materiales versátiles que puedan abarcar la contaminación del agua desde un punto de vista más completo'', resaltó la profesora.
Generalmente, para la detección en el agua de estos metales a muy bajas concentraciones, se utilizan equipos muy costosos y de difícil manipulación. Por eso, además de trabajar en el diseño de nuevos materiales, desde el ITBA se desarrolló un método que permite realizar las mediciones en un equipo mucho más económico y fácil de utilizar, contribuyendo a la accesibilidad de las mediciones de estos contaminantes.
"Mi foco está puesto en que los materiales se puedan producir con un costo relativamente accesibles. Y por eso trato de trabajar con materias primas que sean abundantes y económicas e inclusive con basura organiza. Porque una de las materias que uso es un derivado de la caparazón de los crustáceos que sería procesado, transformado y modificado y que es un producto accesible'', resaltó la especialista. Las múltiples aplicaciones podrían ser como filtro de cocina en canillas en zonas que tengan agua de pozo con alta concentración de arsénico. También podría implementarse en el tratamiento de efluentes de las industria, que es una manera de captar los residuos que le pueden quedar, sobre todo los agroquímicos y antibióticos que las industrias los producen.
Consultada sobre la dificultad que actualmente puedan tener en conseguir algunos insumos que son importados y están dolarizados, Errea enfatizó que: "en el proceso de transformación tenemos algunos reactivos, sobre todo uno, que para nosotros es muy importante y que en el mundo es muy barato pero que conseguirlo en la Argentina es muy difícil. Nosotros ahora estamos tramitando y pidiendo unos reactivos de Lituania. Si uno se fija en un sitio web, como por ejemplo Alibaba vende el kilo de ese reactivo a 100 dólares, pero en la Argentina si lo compró por las vías comunes los 25 gramos me salen 800 dólares. Entonces hay que buscar la vuelta''.
Así, el desafío de suministrar agua potable a todas las comunidades seguirá siendo la principal razón que estos tres especialistas buscarán avanzar en sus investigaciones. Pese a la pandemia que los alejo de los laboratorios, su incansable trabajo brindará nuevas soluciones para este otro mal que se extiende en el país. "Creo que hay que hacer hincapié, con respecto al arsénico, que los centros de investigación están trabajando mucho y sería ideal que a un nivel más masivo se interiorizaran de estos esfuerzos individuales para potencializarlos y que lleguen a más hogares'', concluyó el director del Departamento de Ingeniería Química del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).