Por Walter Santoro y Martin Sardella
Gardel había iniciado una nueva etapa en su carrera. Si bien Razzano se ocupaba de la parte administrativa y financiera, eso sucedía en Argentina, Europa era un capítulo aparte. Gardel sabía que necesitaba nuevos interlocutores que conocieran y supieran del manejo de los negocios en esta nueva latitud, eso significaba que hablaran idiomas y supieran gestionar el negocio artístico.
El 30 de septiembre se presentan en el cine Colón de Rafaela, en la provincia de Santa Fe. Razzano, con su garganta exhausta, no puede seguir cantando y Gardel debe finalizar solo la actuación.
Después de meditarlo toda la noche, al día siguiente José le comunica a Gardel la decisión de abandonar definitivamente el canto. Carlos le ruega a su compañero que no se dé por vencido, que se tome un tiempo e intente recuperarse. Pero esto no ocurre y así queda disuelto formalmente el dúo Gardel-Razzano.
De cualquier manera siguen juntos, ya que el Zorzal Criollo lo nombra como administrador y comparte las ganancias con José, que debía mantener una familia y no tenía otra entrada de dinero. Razzano continua entonces como representante de Gardel, dividiendo las ganancias en un 60% para Gardel y 40% para Razzano, incluyendo las regalías por las venta de discos y las audiciones radiales. También se encargaría de seleccionar las canciones que Gardel grababa.
Mientras el dúo estaba funcionando, Carlos había delegado en Razzano la administración, los temas de contratación, el estampillado de los discos, en fin, todo lo que tenía que ver con la parte operativa y financiera. A Gardel no le agradaba administrar, al menos en esa época, los temas económicos. Muchos años después, estando en Nueva York, cambió esta postura y, preocupado por sus finanzas personales, se involucró en la cuestión económica y comenzó una etapa de ahorro y control de su dinero. Ya estaba en su edad madura y pensaba en el futuro, que dependía de su voz y que si algo ocurriera con su garganta perdería su fuente de ingresos. Teniendo siempre presente lo que le había pasado a Razzano.
Cuando José Razzano, en la mañana del primero de octubre de 1925, le comunicó a Gardel que no podía seguir cantando, el Zorzal se convirtió en solista, casi de manera involuntaria, obligado por el acontecimiento.
De cualquier manera, esta transición no fue tan abrupta como parece, ya que los problemas vocales de Razzano llevaban varios años y Gardel en el último tiempo solía cantar más temas que su compañero e incluso lo cubría en algunas actuaciones en las que Razzano no lograba completar el programa.
Ante esta situación Gardel nombra a Razzano como su administrador, y partir de este acuerdo, Razzano se ocuparía de representarlo en su tercer viaje a Europa, a las ciudades de Barcelona y Madrid.
El Zorzal Criollo viaja acompañado por sus guitarristas José Ricardo y Guillermo Barbieri, con quienes en algún momento tuvo alguna desavenencia; en una carta escrita por ellos a Razzano, con fecha del 23 de noviembre de 1927 desde Barcelona, afirmaban que Gardel no les estaba pagando como corresponde y expresan también que extrañaban la forma ordenada de trabajar con él.
Razzano era ordenado, metódico, tenía la capacidad necesaria para llevar adelante los negocios y la administración, aunque en alguna ocasión -ante la falta de efectivo- llegó a firmar contratos por grabaciones y audiciones radiales sin estar Gardel en el país y sin su autorización, cobrando dinero por adelantado.
A medida que avanza la carrera del Zorzal Criollo, se le abren nuevas oportunidades en el exterior, en donde Razzano tenía poca injerencia; su participación era dando consejos, sobre todo al incorporarse en la vida de Gardel Luis Pierotti, un reconocido mánager, quien le conseguiría el primer contrato para cantar en París, así como la oportunidad de grabar en la Ciudad Luz.
Si bien Razzano seguía colaborando, su participación en la administración era cada vez menor y, en algunos casos, innecesaria.
Tras la aparición del cine sonoro en el año 1927, Gardel ve en este avance de la tecnología una gran oportunidad. Hasta la fecha el cine de aquella época se consideraba poco más que una prolongación del teatro, tenía la desventaja de que era en blanco y negro, y, además, mudo.
Si bien Gardel ya había tenido una mala experiencia fílmica 11 años atrás, en 1929 estaba obsesionado por filmar, o participar de una filmación, pero fueron infructuosas todas las negociaciones en tal sentido.
Durante la temporada de 1930 deja en suspenso sus actuaciones en París y Barcelona para actualizar su presencia entre el público argentino haciendo teatro, radio y grabando discos.
Un nuevo contrato con la discográfica Nacional-Odeón le hace grabar con sus guitarristas y, como novedad, conformando un quinteto con guitarras, Rodolfo Biagi en piano y Antonio Rodio en violín, así como también con un sexteto con miembros de la orquesta de Francisco Canaro. Con estas formaciones se completan 87 grabaciones. El programa comprende 48 tangos, 2 estilos, valses, fox-trots, fados y otros géneros como milongas y rancheras.
Asimismo, regresaba un éxito de su juventud, "Mi noche triste", en sistema eléctrico, en donde se puede apreciar, en comparación con la primera grabación, los increíbles adelantos en cuanto a la calidad vocal y el acompañamiento musical.
Para este entonces, Gardel ya le había dado una forma definitiva a su manera de interpretar el tango.
Pese a una venturosa carrera artística, con la casa de la calle Jean Jaurés 735 (Balvanera) hipotecada, además de las deudas por sus caballos de carrera, la situación financiera de Gardel era bastante compleja.
Por otra parte, tiene un problema de salud. La garganta. De no mediar una intervención quirúrgica del Dr. León Elkin, la carrera de Carlos Gardel se hubiera colapsado en 1930. Superando el trance el cantor le responde a la prensa el 13 de julio de 1930:
-¿Piensa que aún puede cantar como de costumbre?
-Sí, che. Después de la operación que sufrí en mi garganta, quedé como nuevo.
-Se dice que usted ha ganado mucho dinero en el teatro!
-Es cierto. Gané mucho, mucho, increíblemente mucho. Pero como buen criollo, me quedé sin nada.
-¿No le asusta el porvenir?
-El porvenir es el presente. Quien lleva sangre criolla no se asustará del porvenir.
El trato con José se sigue desgastando, pero pese a ello el 1º de octubre de 1930 Carlos Gardel, José Razzano y Francisco Canaro firman un convenio para el desarrollo de obras musicales y cinematografías -"Unión Argentina, Sociedad Difusora de Obras Musicales y Cinematográficas"-, y 20 días más tarde Gardel estaba filmando los primeros cortos o films con sketch, siendo esta la primera experiencia de cine sonoro en Latinoamérica.
El Zorzal Criollo estaba ilusionado con esta oportunidad, pero, por la precariedad con que se filmaron, el resultado no fue el esperado. Para esta época Gardel ya había tenido contacto con el trabajo cinematográfico profesional europeo y no iba a esperar menos, por lo que su futuro cinematográfico se encontraba definitivamente en el Viejo Continente.
Con los inconvenientes en la relación con Razzano y sabiendo que los verdaderos negocios estaban en Europa, Gardel necesitaba un socio de negocios que hablara otros idiomas y tuviera los contactos que necesitaba para profundizar su carrera en el exterior.
Tras el fracaso con "La Sociedad Para La Difusión De Obras Musicales Y Cinematográficas", de octubre del 30, y los grandes problemas económicos que estaba atravesando, Gardel le pide ayuda a Armando Defino para sacar una nueva hipoteca sobre la casa de Jean Jaurés 735, que había comprado en 1926.
Defino lo ayuda con ese asunto y encuentra al revisar las cuentas de Carlos una infinidad de desequilibrios, descubriendo enormes gastos y dinero mal administrado. Gardel le confiesa otros problemas de su vida afectiva, que también influían en su economía, por lo que Defino comienza a participar en un plan para reorganizar las finanzas del Zorzal.
De a poco Gardel fue derivando sus asuntos a Armando Defino, a quien definitivamente nombró como el nuevo administrador de todos sus bienes y actividades en enero de 1933, revocando el poder general que le había otorgado a Razzano.
En noviembre de ese año, Gardel firma su testamento y viaja a Europa y Estados Unidos con la tranquilidad de que sus finanzas están por fin empezando a ser encarriladas.
La mayoría de los libros que he leído mezclan el concepto entre empresa y empresario, y esto es un grave error, confunde al lector y es importante la aclaración, para un mejor entendimiento de los hechos en nuestra historia: toda asociación o sociedad tiene sus problemas, estos pueden ser internos o externos y está en la capacidad de quienes la integran sortearlos y solucionarlos. Es muy común confundir la idea de empresa con sociedad o empresario, esto marca una distancia en que la sociedad o los socios tengan diferencias no quiere decir que la empresa haya fracasado.
En el caso del dúo Gardel-Razzano, varios de los historiadores y aquellos que replicaron la historia de estos libros, mezclaron estos conceptos, y ello sobre todo se acentuó tras la muerte de Gardel, donde salieron a la luz cartas privadas, que pusieron en duda la honestidad de José Razzano. Es por eso que es para pocos el título de historiadores, cuando el estudio está basado en un análisis directo con solo parte de la documentación, y mucho menos cuando no se posee la capacidad de análisis o metodología que la historia requiere y se objetivan los hechos. Es por eso que cuando esto sucede solo nos queda remitirnos a los resultados de la historia.
Es así que desde nuestro punto de vista podemos establecer que el dúo fue el binomio perfecto, que el éxito necesitó del aporte y el complemento de ambos integrantes para triunfar, que otorgó a Gardel la base para seguir creciendo y obtener el éxito que luego supo conseguir.
También podríamos especular con la hipótesis de que si Gardel no hubiera conocido a Razzano hubiera logrado triunfado igual, es posible, pero este tipo de hipótesis está teñido, en la mayoría de los casos, por una enorme cuota de afecto y poco análisis científico. Esto se debe a que hay que contemplar miles de variantes para este tipo de estudios, y son muy pocos los que podrían realizar semejante tarea con el rigor científico adecuado, dejando de lado lo emocional; e incluso así, muchas veces habrá que recurrir a hipótesis o especulaciones.
Solo podemos resolver sobre los hechos de la historia y estos son: once años del dúo y sus posteriores siete años como administrador, establecen la pauta del éxito de esta empresa.
A través de esta últimas cuatro entregas, hemos querido establecer la importancia que tuvo la construcción del dúo en la vida de Carlos Gardel y dejar de lado -sin negar ni afirmar- todas las especulaciones societarias del mismo, destacando el importante aporte de José Razzano a la sociedad que formó junto a su socio y amigo, marcando un camino que luego Gardel supo superar.