En aquella época, la zona era un universo futbolero. El futuro Parque Sarmiento estaba todavía en construcción, y las canchitas del Parque Saavedra, en los confines de ese barrio, eran escenario de campeonatos, duelos, desafíos y enfrentamientos varios, de chicos y muchachos de las zonas aledañas, de uno y otro lado de la vecina avenida General Paz.
Era tanta la actividad futbolística, que cuando había espacio colmado en las canchas, el área parquizada que separaba los carriles de aquel trazado de la historia vial convertido en cinturón verde de la ciudad, era lo suficientemente ancho para que los excluidos jugaran sus partidos, hasta que llegaba la policía para correrlos.
Por entonces, pese a estar afincado en Padilla, un triángulo pequeño del barrio de Florida, era frecuente integrante de los equipos que participaban en la liga de Villa Martelli, que se disputaba en Saavedra, con equipos de varios barrios porteños, en creciente rivalidad con los bonaerenses.
Esos campeonatos suscitaban la atención de los infalibles fichadores de los clubes de primera, que venían sin cesar todos los fines de semana. Varias figuras de diversos planteles que animaban las divisiones superiores del profesionalismo, surgieron de esos potreros. Tal fue la dimensión que alcanzó aquel ámbito de competencias locales, que a comienzos de los 70, comenzaron a concurrir divisiones menores y de baby futbol, de equipos de distintas categorías.
Entre ellos, los famosos
En la zona del vestuario colectivo y circular, se mezclaban los pibes de infantiles, con los grandulones como nosotros, aunque rara vez había mucho dialogo, por la diferencia de edad y porque los chicos eran cuidados celosamente por técnicos, preparadores y allegados.
Pero en una oportunidad, mientras charlábamos fuera del vestuario sobre tácticas para vencer al rival de turno, uno de aquellos
Entre varios lo miraron, y coincidieron: "Rajá enano, anda con los de tu edad''. "Una cosa es hacer jueguito y otra jugar, pibe'', remató
El chico se fue a buscar otra pelota para seguir mostrando sus habilidades, cuando apareció un tal Francis Cornejo, técnico de los
El nombre de Maradona ya sonaba como una de las atracciones del entretiempo de los partidos por entonces, y para mi fue todo un hallazgo haberlo visto divertirse frente a mí. E
Varios años después, fue motivo de mi atención por otras circunstancias. Enero del 91, domingo en la redacción de General Hornos. Llegaba la hora de cierre de la 6°, y era un día donde no había noticias. El secretario de cierre, Néstor