Pandemia: el gobierno y sus asociados llegaron al pico de su incapacidad
La escuela, el trabajo y otros lugares de reunión siempre han sido unidades operativas de vigilancia epidemiológica, para saber quiénes están ausentes, ya sea por enfermedad, accidente, decesos etc. es una fuente necesaria y privilegiada para tomar información básica que permita generar un pensamiento epidemiológico. Es ahí mismo y de manera dinámica que se deben impartir lecciones higiénicas para prevenir enfermedades, evitar contagios, y obtener tranquilidad.
Repentinamente, ante la amenaza de un virus, se publican los DNU que recluyen a los habitantes argentinos a una intimidad salvadora ante un mal viral con 'inminencia de muerte', como único recurso exiguo y fatigoso para garantizar a priori un futuro ilusorio de bienestar público. Una especie de "geriatrización" acelerada de toda la población. ¿Por qué? Porque se obliga al cautiverio, al sedentarismo, la falta de movimiento y ocupación, impactando de lleno, en la aparición segura de trastornos mentales, distrés general, con somatizaciones cardiacas, metabólicas, funcionales, con agudización de los conflictos familiares pre-existentes y el reinado del miedo a la muerte. El hombre está condenado a ser libre, en esta vida que tiene suficientes pruebas de ser un absurdo. ¿Y encima encerramos a todos porque no sabemos qué más hacer?
Los comedores escolares son otro problema no resuelto, porque si no se come el ser humano se debilita y se enferma, a sabiendas de que temprano o tarde el virus aparecerá en nuestro cuerpo sin más con su mensaje de síntomas.
Entonces un conjunto de medidas antipestilentes tomadas por el Sistema de salud precario no significa fin del problema sino el inicio de imprudencias, inexperticias y negligencias.
Hoy tenemos que bregar por una corrección de esto, sin fronteras ideológicas, que se atiendan las verdaderas necesidades comunitarias sin ningún tipo de especulación sectorial y sin ánimos de promover discordias.
Recetar cuarentena a toda la población es una inútil medida si no se cuenta con un sistema adecuado de atención a la salud y de los problemas prioritarios. El sistema de salud está corrupto en sus ideas, se privilegia el interés económico por sobre la calidad de vida de la población.
Tomar el camino del aislamiento y la cuarentena, una vieja práctica medieval, es lo mismo que abandonar a la población a su suerte. Es el retorno al pasado y al feudalismo más atroz. Es un camino de perdición para la tan mentada salud pública, las estadísticas así lo demuestran: somos campeones mundiales en cuarentena y estamos con los peores resultados.
La cuarentena ha demostrado poca o ninguna efectividad para detener la transmisión en el caso de patógenos respiratorios como Sars-CoV-2.
Bombardear "periodísticamente" a la población para afligirla, patologizarla y mandarla a cumplir un aislamiento desesperado es una forma de negacionismo, es taparse los ojos y esperar que el problema se resuelva solo. Es una medida depresiva de la inmunidad poblacional y es condenatoria y facilitadora de la propagación epidémica.
Mientras tanto, los tres subsectores Estado, Privados y Obras Sociales, junto a sus asesores estrellas, no pueden lavarse las manos, son responsables directos de la salud y no pueden dejarla a cargo del auto-cuidado de la gente. Está de moda la autoayuda. Auto-salvate, eres responsable de tu destino. El sistema de salud fue reemplazado por un call center de cotillón, un "touch and go" sanitario. Los servicios de salud son insuficientes y no están preparados para la situación. El gobierno y sus asociados llegaron al pico de su incapacidad.
Transferir el miedo de la salud pública a la población es un intento desahuciado e irresponsable para evitar cualquier protesta y señalamiento. Que haya pocos recursos económicos y mal destinados a salud no significa que no pueda ser corregida tal corrupción. El sistema de salud está desorganizado y mal preparado. Corrijamos eso pero no le pidamos a la sociedad que se desorganice, se disperse y se confine en su casa para luego culpabilizarla de cualquier fracaso.
Pobreza, recesión, parálisis de la economía, aislamiento, enfermedad y muerte. ¿Qué peticionar ante un Estado disperso y confuso? Este texto es para ver y oír otra campana, para que el pueblo no sea manipulado como un rebaño que se quiere manejar con antojo por los dueños del mercado y el poder político, que bajo estas circunstancias se encuentran monolíticamente unidos para lavarse las manos unos a otros. Es evidente que son socios para no hacer nada y que todo siga igual.
Es hora de abrir las fronteras. Las fronteras del conocimiento. Es hora de enfrentar los miedos y la realidad, no podemos escondernos. Hay que ponerse en el escenario y no guardarse en el aislamiento. ¡A no bajar los brazos! El encierro en sí es saberse vencido.
Dr. Cesar Schwank (Psiquiatra)
Matías Díaz (Técnico en Emergencias Médicas)
Dr. Ramiro Salazar (Médico epidemiólogo)
Miembros de Epidemiólogos Argentinos Metadisciplinarios