Hace más de 20 años Leonor Mom de Repetto me invitó a una comida en su casa. Como excelente anfitriona la mesa estaba casi armada a la medida de quienes nos íbamos a sentar en ella. De los invitados, conocía muy poco a uno de ellos era un colaborador de La Prensa a quien acompañaba su esposa, una docente en el ILSE y al otro un poco menos, aunque en ambos casos cultivaban las letras.
El último era un reconocido escritor Jorge Calveti, a quien al momento nos unió el amor a las cosas criollas, a nuestras tradiciones, en su caso a los caballos de Paso Peruano, en los que el jujeño había desfilado con elegancia en una Exposición Rural en Palermo, miembro de la Academia Argentina de Letras.
El otro era Antonio Requeni, con había coincidido en reuniones y como ejercía el periodismo en La Prensa, alguna vez pude leer después brillante cronista de conferencias o congresos, y además destacado poeta y ensayista, que hacía poco también había sido electo miembro de la mencionada Academia.
Lo que no imaginaba era que a los pocos días iba a recibir la invitación de Antonio para su incorporación pública a la Academia y menos que Calvetti iba a ser quien lo iba a presentar. Ya sabemos que para esas formalidades siempre se invita a hacerlo a un amigo, o a alguien muy afín, pero en esa oportunidad percibí que nadie mejor que Calvetti para hablar del nuevo colega, porque a pesar de conocerlo poco -como dije- esa imagen de Requeni era la que yo tenía.
TREINTA AÑOS DE AMISTAD
Comenzó evocando la redacción de La Prensa cuando ingresó: El venturoso azar, dirá alguien, yo digo la Divina Providencia, hizo que en la redacción del diario me asignaran un escritorio no cercano o vecino, sino pegado al de Antonio Requeni. Lo recuerdo muy bien. Era diez o más años menor que yo. Muy delgado, pálido, casi rubio, tímido, siempre sonriente... Poco a poco fuimos afirmando una amistad que habría de durar -sin sombras- treinta años de trato diario y algunos más; ya jubilados, con encuentros menos frecuentes; pero los vínculos de amistad, el afecto, el respeto mutuo, no cesaron jamás. Miguel de Montaigne, gran panegirista de la amistad, cuando habla con pasión nostálgica de su gran amigo La Boetie, lo explica todo: "Fuimos amigos porque él era él y y era yo''.
Agregó su amigo "unas anécdotas que -por su naturaleza- muy pocas personas, salvo los testigos circunstanciales, pueden conocer, porque lo íntimo, lo secreto, lo personal no puede aparecer en las crónicas, no interesa''. Y estas pertenecen de algún modo a La Prensa, y es bueno que alcancen una mayor difusión que la del Boletín de la Academia donde fueron publicadas, ya que esté lo leen los interesados en el tema en particular, en cambio el diario alcanza mayor difusión en estos tiempos y especialmente en las actuales circunstancias. Noventa años de Antonio a modo de homenaje.
En La Prensa, afirmó Calvetti se les recalcaba a los redactores: "El periodismo es un apostolado'' y nosotros lo vivimos así desde que "el muchacho del barrio de Avellaneda'' y ``el paisano jujeño nos unimos también en el trabajo cotidiano''.
Por ello narra unas intervenciones de su colega: No se sabe, por ejemplo, que Requeni desde el suelo -no me gusta decir 'cuerpo a tierra' porque es una expresión castrense-, única manera de salvarse de las balas, hizo la mejor crónica de la masacre de Ezeiza, en 1973, con la llegada de Perón; nadie sabe que cubrió la información de todas las manifestaciones ocurridas, muchas con histórica violencia, en Plaza de Mayo.
"Antonio entrevistó, a bordo del famoso barco 'Calypso', al oceanógrafo Jacques Cousteau y publicó en La Prensa, diario que entonces tiraba 400.000 ejemplares por día, las opiniones del ilustre hombre de ciencia, quien le dijo -esto es para la historia o la memoria de los argentinos-: `El litoral patagónico que ustedes tienen es el más extenso y menos contaminado del mundo. Si lo explotan debidamente, los argentinos podrán pagar sus deudas, olvidarse de las vacas y hasta del trigo'. Hubo -claro- quien lo leyó y lo olvidó porque nada podía hacer. También hubo quien lo leyó y ni siquiera lo comentó con su almohada. Así estamos. Condenados a vaca eterna''.
Antonio lo evocó en ese discurso de recepción: "Nos tocó ejercer el periodismo en una época en que los diarios dedicaban mayor espacio a las informaciones culturales y, especialmente, a los actos académicos. Yo vine muchas veces a esta espléndida mansión, enviado por La Prensa, para cubrir(como decimos en la jerga periodística) algunas reuniones de la Academia Argentina de Letras, entre ellas las incorporaciones de sus miembros de número. La circunstancia de ser hoy uno de ellos, de haber sido designado para ocupar un sitial en este estrado, suscita en aquel joven periodista que todavía vive en mí, una mezcla de confusión, orgullo y agradecimiento''.
LUZ DE SUEÑO
Requeni el año próximo va a cumplir 70 años de su primer libro de poesía 'Luz de sueño'. Así han seguido otros muchos, también ensayos y curiosas historias como la de la Avenida de Mayo, donde ha conocido a muchos de los actores de la cultura en esa arteria. Todo ello le mereció numerosos premios de prestigiosas entidades, fue traducido y también mereció del gobierno italiano la condecoración de Cavalieri.
No podemos dejar de recordar sus muchas semblanzas en la Academia Argentina de Letras de colegas fallecidos. Quiere el destino que ocupe el sillón Miguel Cané, que en su tiempo ocupara Manuel Mujica Láinez a quien calificó como ``el más brillante artífice de la prosa narrativa''; tan diestro en esos retratos de aquellos personajes a los que estuvo vinculado o cuyas lecturas lo impactaron.
Así Requeni siguiendo el estilo de su antecesor ha evocado a González Carvalho, Francisco Luis Bernárdez, Marco Denevi, Enrique Banchs, Saint Exupery, Manuel Peyrou, Camilo José Cela, Roberto Ledesma, Raúl González Tuñón, Julio Verne, Luis Franco, Fermín Estrella Gutiérrez, Bernardo González Arrili, Pablo Neruda, Ulises Petit de Murat, Niko Kazantzakis, Bernardo Canal Feijóo, Abelardo Arias, María Elena Walsh, Miguel Hernández, María Luisa Bombal, Antonio Machado, Sarmiento, Alejandro Dumas, Emilio Salgari, Ramón Gómez de la Serna, Horacio Armani y Jacinto Grau entre otros. Muchos de ellos colaboradores en La Prensa o a los que pudo reportear otros en su trabajo como cronista. Ni decir su emocionada semblanza de Jorge Calvetti al despedir sus restos: ``Tus amigos pierden a un amigo noble, inteligente, sensible y generoso, a un hombre -a todo un hombre, como diría Unamuno''.
Siempre dispuesto a colaborar no duda Antonio en prestar su concurso a las instituciones, así siguiendo la tradición que algún miembro de la Academia integre la Institución Mitre, como lo fue el sabio Houssay o Miguel Angel Cárcano en su tiempo, no tuvo inconveniente en aceptar el compromiso a pesar de ser un hombre siempre ocupado y dispuesto a dar una mano a todos. Nuestros encuentros a veces frecuentes al atardecer en el subte muchas veces viniendo de lugares distintos siempre presentando libros, participando de paneles y estimulando a los jóvenes es otra de sus tantas facetas.
Hace ya más de dos décadas que puedo afirmar que me modestamente me siento uno de los amigos de Antonio, y puedo asegurar como lo dijo Calvetti: ``Trabajó y trabaja siempre con espíritu solidario; sufre con los que sufren y se alegra con la alegría del prójimo. Gracias a Dios no le ha llegado aún la voladora fama -el adjetivo es de Virgilio, Eneida, canto XI-. Ya llegará''.
Sólo quiero enmendar a don Jorge porque en estos tiempos la fama afortunadamente no lo rodea a Requeni en estos altos años que muy bien disimula, lo rodea algo más importante el prestigio y el afecto de sus colegas y amigos, a los que uno a través de estas líneas en el diario que honrara con su talento desde 1958 a 1994.
* Historiador y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.