PRIMERA PARTE
Historia de las "minas" del Tango
Para poder entender por qué el éxito de Tango sumado a la voz de Gardel, impactó en la gran aldea y en sus habitantes, tenemos que empezar a contar la historia desde la gran inmigración y de los migrantes que al cambiar de país, deben adaptarse a un modo de vida diferente.
Por Martina Iñiguez/ Walter Santoro (*)
La llegada de las primeras grandes oleadas inmigratorias se produce en coincidencia con el auge del orden conservador o generación del '80, modelo de manejo del poder absolutamente oligárquico que cambió los ejes culturales sobre los que pivoteaba nuestra sociedad. Los arquetipos sociales derivados de la cultura variaron radicalmente.
Buena parte de la élite local promovió el arte nacional, las tradiciones argentinas, el auge de los payadores, las danzas y los bailes autóctonos de las diferentes provincias, entre ellos el naciente tango. Durante esta época de los gobiernos liberales-conservadores se produjo la máxima prosperidad que conoció Argentina, siendo el país de más alta movilidad social en el mundo. Ejemplo de ello son los propios Gardel y Razzano, quiénes siendo extranjeros y de humildísima cuna, llegaron en poco tiempo a los más altos grados de popularidad y prestigio por sus méritos personales.
Los cambios originados con la inmigración, fueron multiplicados con tal fuerza y masividad, que inauguraron una dinámica social y un mestizaje con un vuelo que sólo el tango fue capaz de mostrar y expresar.
Fue forzosa la construcción apresurada de nuevas estructuras físicas y simbólicas. Pero el aspecto de la representación democrática no le es extraño, ya que el tango
En sus letras la tragedia, la melancolía y tristeza, comienzan a ser exteriorizadas un año después de instalado el primer gobierno surgido del voto popular y entonces nace un tango que tiene los elementos para catalogarlo como el primer tango canción, porque como establece con muy buen criterio Laura Bedoya, Pascual Contursi tomó el instrumental "Lita" de Samuel Castriota y le acopló una letra con un corpus en el que por primera vez se plantea un tema, se desarrolla y hay un desenlace:
Una lluvia de cantores y cancionistas pobló la poética de de letras runfleras y machistas. La influencia de los movimientos literarios venidos del simbolismo, del modernismo y de otros más derivaron las letras hacia el género Nostos, que no trata solamente del deseo de regresar a la patria sino también de la retención de su identidad.
El nuevo tango empezó a dar cuenta del `lunfardo', una jerga rústica y transgresora formada con la mezcla de lenguas diversas, que del pueblo bajo pasó a constituirse como una forma coloquial y popular de hablar porteño y sentó sus reales en las letras de tango de las primeras tres décadas del siglo XX dándoles el sabor personal que le imprimió ese carácter melancólico y único que tiene el tango.
Buenos Aires y Montevideo eran puertos con antros y entreveros similares, frecuentados por cafiches, fiolos, compadritos, malevos, chirusas y bataclanas, que no poseían etnias ni patrias definidas y nuestras ciudades desarrollaron submundos regidos por leyes y códigos propios.
Aquellos Abastos y nuestros Bajos fueron los que abastecieron de letras al Morocho y sus pares. Decenas de temas y melodías brotarían de su silbido callejero y serían traducidas a música legible. El tango se volvió sinónimo de las orillas del Plata y con el tiempo incorporó abundante minaje que está imponiendo otro tono a la letrística del género.
Pero vamos a comenzar la historia por el principio:
Desde el comienzo de la historia las `minas' son las inspiradoras tanto de las buenas como de las malas ideas. ¿Quién fue el autor de la primera letra a la que puede atribuírsele la redención social del tango?: Angel Villoldo: músico, armonista, cantor, actor, compositor, nacido en Buenos Aires y llamado
Hasta ese momento, los varones no habían hecho más que valerse del tango para `franelear' o para mejorar sus ingresos exhibiendo a sus pupilas, floreando títulos como: `Sacudime la persiana', `¡Qué polvo con tanto viento!' `Dejala morir adentro'... y muchos más terribles etcéteras, en los que es mejor no profundizar.
Con "La Morocha" y gracias a una `mina', el tango dejó de ser una chabonada, es decir: cosa de chabones, para convertirse en un estilo merecedor de dar la vuelta al mundo en las más afamadas gargantas. ¡Qué tal!
Y es que las primeras letrillas de tango, nacieron en los lupanares y luego pasaron al varieté a través de un tamiz que las fue refinando gracias a escritores no muy letrados.
Los temas eran siempre los mismos; animados por un espíritu machista y rufianesco: El tango, `El Taita', 1907, de Silverio Manco y Alfredo Eusebio Gobbi bate fanfarrón:
¡Vaya sobreestimación! Y agregaba:
Y si resiste en aflojar con cachetiarla me la va a dar.
Se llama Elvira la paica mía, y día a día da lindo espor."
"El porteñito", de Angel Gregorio Villoldo se daba corte diciendo:
Y al hacerle la encarada la fileo de cuerpo entero,
asegurando el puchero con el vento que dará."
En 1917, con `Mi noche triste', nace un modo diferente de sentir, de concebir y de plasmar una canción radicalmente nuestra, entrelazada a la jerga lunfardesca, esta vez usada para desarrollar poéticamente un fato amoroso.
Acostumbrado a andar entre cafishios y malandrines, descubrió que también ellos, a veces, tenían un corazoncito y eran capaces de lagrimear cuando se les piantaba la mina y con ella su filón.
Pascual Contursi fue, al decir de Agustín Remón, quién llevó el tango de los pies a los labios, claro que eso ocurrió después que la mina le espabiló los sentimientos al chabón.
El descubre que ella era su alegría y su sueño abrasador. Para olvidar sus penas se encurdela, llora, y se diría que mucho que hacer no tiene porque se la pasa campaneando su retrato. No sabemos si en realidad el espejo está empañado o simplemente roñoso, como consecuencia del paso del tiempo, ni si la lámpara del cuarto ya no alumbra porque se le quemó la bombita o porque la mina al irse no pagó más la luz.
Todo eso no tiene real importancia. Lo realmente importante es que el tipo se apiola, si bien de manera muy elemental, de nuestra real importancia.
Entonces no se le ocurre nada mejor que empezar a tirar culpas a diestra y siniestra, pero siempre apuntando a los blancos femeninos.
Durante décadas, la cosmogonía tanguera mostró mujeres maltratadas por fiolos, tahures y malandras y formó parte de la historia sórdida de la prostitución. La vida de las pupilas era mala y solían acabar en la miseria, enfermas y marchitas en plena juventud. Algunas fueron rescatadas por el amor, confirmando con la excepción, la regla.
Los primeros años del siglo, el tango desfiló por los más famosos locales bailables de la época (la casa de Laura, Mamita, María la Vasca, Hansen ...), abandonando hacia 1914 sus orígenes aparentemente prostibularios, gracias a los compositores de talento que aprovecharon el proceso de cambio que vivió nuestro país con el cosmopolitismo inmigratorio.
Atenuadas las dificultades económicas y sociales se hacía necesario afirmar nuestra identidad incorporando el lunfardo, allí donde se entrecruzaba la orilla, la milonga, los patios de los conventillos, las salas de las casas de familia, las canchas de fútbol, las escuelas, las calles...
Como la sociedad era machista, el tango seguía siéndolo. Si bien había atenuado sus alardes varoniles de malevaje belicoso, no se avenía a abandonar su postura de perdonavidas.
Esto ocurría porque, como consecuencia de la inmigración, abundaban los varones y la `mina' tenía una demanda bárbara. Esa demanda la transformó en una mina de oro para el fiolo, quien floreaba a su pupila y la alentaba a bailar agresivamente, estimulando más los instintos sexuales que los sentimientos. Con este floreo motivaba al gil o formayín a requerir sus servicios.
El amure se convirtió en algo bastante frecuente y la pérdida del amor, en un motivo para llorar, sobre todo si el otro lograba ser feliz en otros brazos.
Es así que el tema se repite en innumerables tangos. Lo que fue ocultado por pornográfico o atrevido reaparece bajo la forma de acusación o reproche dirigido a la que se prostituyó.
Así nacen `Flor de fango' (Pascual Contursi, Augusto Gentile), donde el tipo le recrimina a la pobre naifa que tuvo la mala pata de nacer en un conventillo alumbrao a querosén, que se haya entregado a la farra, cosa que le permitió pasarla bien unos cuantos años y pelechar bastante. Sin embargo, nos cuenta como al pasar, que `los amigos' la engrupieron y terminaron por perderla noche a noche en el festín. -Si la mina hacía rato que estaba perdida, ¿no habrá querido decir que además la afanaron? - En fin, que si lo analizamos un poco, aquí Contursi no deja títere con cabeza.
Se da un caso parecido con `Margot', la pelandruna abacanada a la que se embroca desde lejos. Sólo que aquí el tipo, siendo evidentemente
Hoy en día la mina en cuestión luciría su silueta conduciendo algún programa de televisión o levantándose algún candidato a presidente.
La mina de `Zorro gris', tampoco larga ni los pesos ni el tapado. El autor dice que añora un pasado feliz, pero yo me pregunto si los dolores que la acosan, más que añoranza de la humildad perdida no serán consecuencia de la vejentud ganada.
Lo curioso es que Flor de fango, Margot, Zorro Gris, nos muestran que, si bien la prostitución era un mal negocio para la mina, los que en realidad siempre terminaban reventándola eran `los amigos', quienes se hacían humo en cuanto la veían vieja y sin chance. Una de las letras más populares de la época fue `Ivette' de Pascual Contursi y Costa Roca:
un bacán encurdelado
recordaba su pasado,
que una mina lo amuró"
La conducta de la china lo llevaba de vuelta al alcohol pa buscar consuelo sin dejar de reprocharle el costo de la inversión.
Mientras tanto le augura que sus triunfos, pobres triunfos serán pasajeros, a pesar de que él, bolaceando, le bate que desearía que formen una larga fila de riquezas y placer. Agrega
Más tarde aparece la añoranza por la mujer que en algún momento se abandonó. `Patotero sentimental' ( Manuel Romero - Manuel Jovés)
Cuando tengo dos copas de más, en mi pecho comienza a surgir, "el recuerdo de aquella fiel mujer que me quiso de verdad y yo ingrato abandoné"
El tema se repite en `Nubes de humo'.
Evidentemente, ella no era tan buena como para agarrarlo de nuevo. El la recuerda bien, porque a ella no le quedaron ganas de ensartarse con ningún otro.
Lo que nos muestra que el hombre de la época era capaz de dialogar con los amigos, con la viola y con el bandoneón, pero nunca con la mina. La mina hablaba al cuete. A la mina no se la escuchaba. Cuando la moza se cansa de hablarle a la pared y se las toma, resulta ser una ingrata.
El Mago se había habituado tanto al machismo que exoneraba alegremente a gente de avería y fuera de la ley y con la más dulce y melodiosa voz era capaz de tiernizar hasta el "güen entripao del gaucho bueno" llamado Alberto Arenas: