SEGUNDA PARTE DE LAS ENTREVISTAS A VICTORIA VILLARRUEL, FERNANDO ROMERO MORENO, L. CARENA Y MIGUEL A. IRIBARNE

Dilemas de la batalla cultural (II)

Pensar la batalla cultural desde posiciones tradicionalistas, conservadoras o nacionalistas equivale en muchos casos a discutir la viabilidad de soluciones políticas que acompañen esa disputa. Al mismo tiempo, ese ejercicio invita a buscar modelos de combates similares en la historia que hayan tenido resultado exitoso. Esos y otros temas aparecen en esta segunda y última parte de la entrevista conjunta a Miguel Angel Iribarne, Victoria Villarruel, Fernando Romero Moreno y Lucas Carena.

-El éxito en la batalla cultural sigue siendo esquivo para la derecha, al menos en lo general. Pero hay y hubo excepciones. ¿Ve algún modelo en el pasado o el presente que sirva de orientación?

-Carena: No hay lamentablemente fórmulas para encarar el combate. Hay fuentes, desde luego, muy buenas y muy vastas, no necesariamente coincidentes entre sí, que aportan un valioso material y que deben ser puestas en debido contexto. La desconfianza del aparato institucional educativo es fundamental, no confiar en lo que se enseña en las universidades es prioritario. Pero esto no nos debe llevar al ostracismo o a no profesionalizarnos; al contrario, debemos ocupar espacios, inmiscuirnos en el aparato institucional y transformarlo desde adentro. De suma importancia resulta, por ejemplo, producir lo propio. Yo por ejemplo, escribo, hablo, no sólo busco nutrirme de un pensamiento alternativo, sino también producirlo. No estoy exento de error, pero el ejercicio mismo de producir propias ideas, se hace imitable.

-Villarruel: Tal como conocemos hoy la batalla cultural no veo referentes, porque este fenómeno se ha dado principalmente en la modernidad y, luego de (Antonio) Gramsci, podría rescatar políticos o individuos que han sido ejemplos con sus vidas o quehacer, como (Carlos) Sacheri o (Jordán Bruno) Genta en el campo de lo filosófico. Pero si tuviera que decir quién encarnó eso en la vida política diría que Perón es quien mejor comprendió la necesidad de minar todos los órdenes del quehacer ciudadano con una visión política. Es quien llevó adelante un movimiento que abarcó lo estudiantil, sindical, político, económico, y lo llevó a una dimensión de la cual, a favor o en contra, seguimos hablando hasta el presente.

-Romero Moreno: Aunque no sea mi ideal de máxima, creo que el fenómeno de la "rebelión conservadora" en los EE.UU, posterior a 1945 hasta la fecha, es un referente que siempre me ha cautivado. La confluencia de tradicionalistas, conservadores y liberales clásicos (incluyendo a los paleo-libertarios, y excluyendo a neoconservadores y a libertarios libertinos) en torno a la defensa de los valores tradicionales, un gobierno limitado y la economía de mercado, y teniendo como enemigo al progresismo en todas sus vertientes, es digno de ser estudiado. De esa paulatina confluencia fueron surgiendo revistas como National Review (al menos hasta fin de los "80), Modern Age o The American Conservative; instituciones académicas como Thomas Aquinas College o Christendom College; políticos como Barry Galdwater, Ronald Reagan, Pat Buchanan o Donald Trump, y pensadores como Richard Weaver, Russell Kirk y John Senior. En fin, una "contrarrevolución cultural" de la que debemos aprender mucho los hispanos y latinos. 

-Iribarne: Por lo pronto, en países como Estados Unidos Francia, Italia, Europa Centro-Oriental, entre otros, el vigor de las escuelas culturales correspondientes al arco que va del centro hacia la derecha es incuestionable. Paralelamente, el hastío de la sociedad civil con las clases políticas retroprogresistas se hace día tras día más notorio, generándose el fenómeno que el periodismo habitualmente clasifica como "populismo de derecha". Si estos procesos confluyeran, fecundándose y corrigiéndose recíprocamente, dejarían de ser excepciones para convertirse en una de las tendencias especialmente gravitantes en los escenarios futuros.

LA POLITICA

-Es habitual buscar un correlato político de la contienda cultural. ¿Piensa que esa relación es necesaria o puede soslayarse?

-Romero Moreno: Absolutamente necesaria. Sin estructuras políticas que ayuden a la formación de una comunidad virtuosa, que respete su tradición y sea consciente de su misión, es imposible dar y ganar la batalla cultural. A su vez, sin esta última, el mero hecho de ocupar cargos de gobierno conduce a poco y nada, pues en un divorcio entre lo que se llama la sociedad civil y el Estado, el que lleva todas las de perder es el Estado. En consecuencia, hace al bien común político que se libre de modo adecuado y digno la batalla cultural, sin descuidar la estrictamente política, que incluye la electoral.

-Carena: Creo que lo que existe es una tensionalidad entre la incorrección política y la obtención de votos. El discurso jugado, políticamente incorrecto, incluso allí donde pueda estar equivocado o parecer confrontativo, es un discurso transparente, que va en contra de la hipocresía de la politiquería que no habla de los temas de fondo, que no se juega por nada, que quiere quedar bien con Dios y con el diablo. El discurso incorrecto, no es bifásico, no busca sumar por la suma misma. Y los pueblos, hartos de la vacuidad temática electoralista, empezaron a mirar con buenos ojos al que se la juega. El problema es que luego la politiquería se apropia de este recurso (como una fórmula que funciona) y busca aparentar la incorrección política, sobre todo en figuras nuevas, emergentes, para volver a acercarse a ella en la medida que gana adhesiones y suma seguidores.

-Villarruel: La relación de identidad afectiva que desarrolla el líder con el hombre masa no pasa por la razón. Esa relación es independiente del voto. Apoyará pase lo que pase, porque hay una atadura que excede lo racional. Pero también están los que militan y lo hacen por un sueldo, es decir consagran su esfuerzo a sostener un líder siempre que haya una paga o cargo público que retribuya. Actualmente, encontramos estas dos tendencias de personas frente al político, el que desarrolla una relación afectiva y el que ve esto como un medio de subsistencia. No deberíamos generalizar, hay matices, por supuesto. Lo conveniente en realidad sería que la lealtad fuera al país y a un proyecto de país, más que a personas determinadas.

-Iribarne: En lo que usted llama la contienda cultural existen muchas dimensiones y otras tantas vocaciones. Pero de ninguna manera puede excluirse a priori el interés nada menos que por los efectos políticos de semejante contienda. Restablecer el "sentido común" de la sociedad no puede separarse de lo que actualmente tiende a denominarse metapolítica.

OTRAS EXPERIENCIAS

-¿Hasta qué punto las experiencias que desembocaron en Trump, Bolsonaro o Vox, por citar algunas recientes, están en condiciones de ser imitadas? De ser así, ¿deben imitarse?

-Villarruel: Bolsonaro, Trump y VOX son experiencias únicas que responden a la necesidad de una clase dirigente y a una sociedad determinada que en general no está conforme con los resultados de los gobiernos de izquierda. En la Argentina antes de intentar copiar esas experiencias se debería dar una discusión acerca de qué es la derecha, cuáles son los valores actuales que va a defender y cómo lo va a hacer, toda vez que una gestión política no se trata únicamente del líder. Casualmente, fueron estas inquietudes las que me llevaron a participar el año pasado del proceso eleccionario de VOX en España, donde estuve acompañando a sus dirigentes principalmente, a Javier Ortega Smith, con quien nos conocemos hace mucho. Allí pude ver la profesionalidad de VOX en el planteo de las ideas, en la forma de difundirlas, en el respeto de cada uno de sus referentes por los restantes en este cuarteto que funciona sincronizadamente y que sigue sumando líderes a nivel nacional y autonómico. Aquí todavía seguimos esperando un líder y la realidad es que lo que hace falta es un equipo al que lleguen los mejores, los más capaces, los que tengan fojas más intachables y los que sean patriotas. Porque la política debe dejar de concebirse como una forma de ascenso social o de agencia de colocaciones laborales y más como un servicio a la Nación a la que uno pertenece.

-Iribarne: Creo que las figuras y partidos políticos a los que alude resultan para nosotros más significativos por lo que expresan o, si se quiere, por aquello a lo que dan voz que por las características peculiares de cada uno de esos líderes y estructuras. Lo mismo vale para Marine Le Pen, Matteo Salvini, Giorgia Melloni, Andrzej Duda, Viktor Orban, etc. Son ofertas político-electorales que sintonizan con una demanda social que yo calificaría de derecha popular, la cual de otro modo hubiese quedado al margen del sistema político. Creo que la acción cultural a que nos referimos en esta nota debe tender, precisamente, a cimentar el vínculo entre un amplio sector de la población hasta hoy despreciado o maltratado y quienes demuestren condiciones para interpretarlo. Más aún: debe apuntar a que ese vínculo no desemboque en políticas meramente reactivas, sino proactivas.

-Romero Moreno: Algunos amigos consideran que se trata de una "falsa derecha" o de una "derecha controlada" por el globalismo. Es posible que haya algo de eso. Yo las veo, en línea de principio, como fenómenos positivos, como una revuelta en favor del sentido común que forma una "ola conservadora antiglobalista", todo lo confusa y heterogénea que se quiera, pero con muchos aspectos positivos. Cada experiencia, es sin embargo, distinta en cada nación. En tal sentido, no puede ser imitada, salvo en sus grandes rasgos. Pero creo que se pueden afianzar vínculos a nivel global, aprender de ciertas estrategias, apuntalar los valores que nos unen, entre otras cosas. En el caso de la Argentina, es importante que se forme un Frente Nacional que, o bien actúe como un tercer partido frente a los otros dos más dominantes (por el momento Juntos para el Cambio y el Frente de Todos) condicionándolos, o bien crezca y termine siendo el Partido de una Derecha Nacional frente a otro claramente de centro- izquierda. Ese Frente Nacional no debe ser un partido de centro, "buenista", sin enemigos a la izquierda o con miedo a los centros financieros de poder global. Debe ser un Partido que encarne los valores fundacionales y tradicionales de la Patria, tanto de la Patria Antigua que hunde sus raíces en el siglo XVI y de la cual recibimos religión, idioma, cultura, instituciones políticas, etc., como de la Patria Nueva surgida de la Independencia, de la cual nació el Estado Nacional argentino, con sus más y con sus menos, y que tuvo un cierto Proyecto Nacional compartido hasta 1983.

-Carena: En parte conforman esa expresión de hartazgo que mencionaba antes. Si bien y con matices, estas expresiones son el emergente que confirma el orden internacional en decadencia, también son la versión moderada y más amigable de los poderes fácticos que hoy dominan el mundo. Yo hace no mucho titulé un video "Mucho cuidado con los nacionalismos de importación" refiriéndome al tema. No estoy diciendo, desde luego, que no haya la más mínima genuinidad en estos actores, o que sean meros títeres para engañar (aunque no lo descarto). Pero sí que, si desarrollamos un proyecto programático, ya sea en lo político o en la batalla cultural, deberá ser por confrontación contra el progresismo globalista, no por imitación de experiencias foráneas, porque en ese caso estaremos contrariando nuestra propia lógica, practicando un nacionalismo y un soberanismo importado. Así que creo que la respuesta es que de esas experiencias hay que aprender, no imitar.

Posibles efectos de la pandemia

La pandemia y las reacciones estatales que generó irrumpieron como un factor imprevisto que desconcierta al planeta. ¿Influirá también en el desarrollo de la batalla cultural?

"No lo dudo -considera Fernando Romero Moreno-. Más allá de si este virus fue inducido o no, de si las medidas tomadas fueron las más prudentes o podrían haberse tomado otras, creo que la aparición del covid-19 ha sido aprovechada para realizar la primera gran experiencia de control a nivel planetario de la población y con éxito".

Y las consecuencias de ese éxito se presentan sombrías. "Estamos ante el peligro de un totalitarismo global en nombre de nuestra salud y de la igualdad -advierte-, el gran mito de las izquierdas en todos sus matices. Tocqueville y Donoso Cortés lo vieron claro en el siglo XIX".

Victoria Villarruel cree "evidente" que los tiempos políticos "han acelerado una gran cantidad de cambios culturales, políticos y jurídicos". Al margen de la evolución de los hechos, en la Argentina se avizora un panorama de "fragmentación social, constante disminución de la clase media, reducción de las libertades fundamentales y una tendencia del Poder Ejecutivo a romper el balance republicano, junto con una economía de corte populista similar a la de Maduro".

Para Lucas Carena nos hallamos "ante un globalismo en ocaso, un mundialismo agonizante que está dando manotazos de ahogado viendo su propio desmoronamiento". Al mismo tiempo, "se ha vuelvo más peligroso que nunca porque está dispuesto a hacer cualquier cosa para sostenerse". De ahí que sea "muy conveniente una pandemia que obliga a los pueblos a alinearse y a rendir pleitesía a organizaciones muy desprestigiadas, como la misma OMS".

"Los gobiernos serviles y los organismos internacionales -apunta Carena- han hecho todo mal para evitar esta pandemia (si es que no la han generado) y todavía hostigan a los pueblos impidiéndoles trabajar, circular e incluso opinar en disidencia, cuando son ellos los que deberían estar pidiendo disculpas y dando explicaciones de su incompetencia e irresponsable falta de previsión. Yo creo que habrá cambios, que algunas cosas no serán nunca más iguales. Dependerá de nosotros que esos cambios sean en favor de nuestra libertad o incrementen nuestro sometimiento".

Por último, Miguel Angel Iribarne entiende que el ascendiente logrado por los científicos sobre las decisiones políticas "nunca ha sido tan alto", lo cual "podría resultar una fuerza a favor del cosmopolitismo y de una profundización de la globalización". En paralelo "la gente se vuelve hacia sus respectivos Estados nacionales en busca de protección; e incluso, por debajo de ellos, proliferan las fronteras ad hoc entre regiones, provincias y aun comunas". Algo comparable al estado de cosas "digno no ya de la plenitud del Medioevo, sino de las edades oscuras que lo precedieron". "Tengo para mí que ni el sistema capitalista ni la sociedad global van a desaparecer (¿qué los reemplazaría?), pero sí que en su seno se producirán reacomodamientos, pulseadas e innovaciones que harán que esta época sea cualquier cosa menos aburrida", finaliza.