VICTORIA OCAMPO SEGUN LA MIRADA DE SUS CONTEMPORANEOS PUBLICADA EN "LA PRENSA"
Reflejos de una mujer inclasificable
Días atrás se cumplieron 130 años del nacimiento de la gran promotora cultural argentina del siglo XX. A la vez vanguardista y conservadora, su excepcionalidad no pasó inadvertida para quienes la conocieron de cerca.
POR ANTONIO LAS HERAS
El 7 de abril de 1890 -se cumplieron 130 años- nacía en la ciudad de Buenos Aires, Ramona Victoria Epifanía Rufina Ocampo Aguirre, quien toda su vida decidió darse a conocer como Victoria Ocampo. Difícil definir, con precisión, a esta mujer singular, pionera, vanguardista y, a la vez, conservadora, respetuosa de las tradiciones al punto de desafiarlas casi de continuo, atenta observadora de la realidad, capaz de advertir los cambios que se avecinaban.
Puede decirse de Victoria Ocampo que fue una escritora, intelectual, ensayista, traductora, editora, fundadora de la revista Sur, viajera incansable, única latinoamericana en los Juicios de Núremberg, que almorzó con Charles De Gaulle en el Elyseé, trató con las más notables figuras de su tiempo, mecenas, autora de diez tomos que intituló Testimonios y seis de Autobiografía, libros como Domingos en Hyde Park y Tagore en las barrancas de San Isidro y otros textos, doctora honoris causa por la Universidad de Harvard y también de la Universidad Vishwa Bharati de la India, Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, presidente del Fondo Nacional de las Artes, primera mujer miembro de la Academia Argentina de Letras... ¡y aún así no habríamos conseguido dar una real completa descripción! Mucho menos, definirla.
Personalmente, conocí a Victoria ya de edad avanzada, la traté varias veces, encuentros de poca extensión; y puedo afirmar que su sola presencia modificaba el ambiente. Su buen decir, sin levantar la voz, obligaba a prestar atención a sus palabras a la vez que recorría con su característica mirada a los presentes cual si avisara que esperaba, de éstos, una devolución de ideas a las que atendería con interés y frecuentes repreguntas. Aún escribiendo esto tengo claro la dificultad para describirla en totalidad.
TESTIMONIOS
Por eso, me he permitido, en este artículo, transcribir lo que -sobre Victoria Ocampo- expresaron quienes la conocieron mucho y la trataron por décadas. Todas personalidades que han marcado -con su obra- el campo de la cultura; en varios casos no sólo de la Argentina sino del mundo americano y europeo.
Extraigo este material que fuera publicado en ediciones del diario La Prensa donde la autora publicó varios trabajos -recordamos uno dedicado a Ricardo Güiraldes- y utilizó el "Correo del lector" para manifestar acuerdos, desacuerdos, agrados y desagrados en relación a cuánto acontecía en la Argentina y el mundo. El material que transcribiremos proviene de hace décadas; por lo que hoy se torna -para nuestro objetivo- invalorable.
En un extenso artículo publicado en La Prensa (20 de noviembre de 1977) donde analiza la serie Testimonios, Adolfo de Obieta expresaba: "Victoria Ocampo ejerce magistralmente, desde hace más de cuarenta años, su profesión honoraria de testigo... El testigo, que preserva su inalterable conciencia de veracidad, ha ido acumulando cada vez más sabiduría de vida y hondura de visión, más experiencia con la verdad, y entonces le ha sido dado no eludir los cuadros siniestros con que abruma la realidad contemporánea, para mirarlos y presentarlos cada vez con más precisión, lucidez, piedad. Proseguir sin repetirse es parte sustancial de la hermosa misión de Victoria Ocampo."
VERDAD Y TERNURA
La Prensa del 8 de abril de 1979 incluía comentarios realizados por destacadas personalidades. Transcribimos algunos fragmentos. "Eras la dueña de un inmenso caudal de ternura -escribió Manuel Mujica Láinez-, y a eso lo comprendimos y valoramos unos pocos. Los más sólo captaron la imponente magnificencia de tu exterior de orgullo y de voluntad, sin discernir en él la amparadora máscara de tu timidez."
Resultan muy reveladoras las palabras de Ernesto Sábato cuando manifestaba: "Ya puede figurarse qué falsa y demagógica es esa imagen muy difundida de una revista Sur estrecha. Yo era un desconocido y entraba de golpe en su interior. Jamás hubo allí ningún filtro ideológico o social; sólo había un filtro literario, que en ocasiones pudo ser equivocado, lo que es humano. Allí entraron y publicaron comunistas y conservadores, liberales y anarquistas. Sur mantenía una absoluta amplitud de criterio y nadie puede afirmar que fuera una revista de élite en el sentido peyorativo del término. Lo era en la medida en que toda cultura superior es minoritaria, en el mismo sentido en que es elitista una revista de matemáticas superiores. Algún día se comprenderá todo lo que la cultura del país debe esta empecinada mujer."
La escritora Alicia Jurado describía las hidalgas condiciones que contaba Victoria Ocampo: "Si tuviese que resumir sus cualidades en una sola palabra, elegiría el sustantivo nobleza en la mejor de sus acepciones, el compendio de las virtudes señoriales. Defectos tuvo -¿quién no los tiene?- pero fue incapaz de cometer la menor mezquindad, aún acosada por el resentimiento de los mezquinos. Incapaz de decir siquiera una mentira, ni de finir un estado de ánimo, ni de elogiar sin convicciones: recta como la flecha que eligió para la tapa de Sur, insobornablemente honesta."
La especialista en temas orientales, sobre todo de la cultura de la India y entrañable amiga de Victoria, se refería a ella de este modo: "He tenido la suerte de conocerla y de comprobar en cada momento su autenticidad. Pertenecía al tipo de personas que rara vez uno encuentra en la vida, en las que el ser y el hacer son una misma cosa...Tenía una elevada capacidad de admiración y un amor apasionado por la verdad y por la justicia. Creo que en eso se apoyó su coraje físico y moral."
El poeta Enrique Pezzoni es quien, tal vez, consiguió señalar la esencia vital que todos encontramos en Victoria. Escribe esto: "Usted misma ha sido siempre un espacio donde los contrarios más opuestos han luchado sin cesar. Sólo su "apetito de unidad" (como usted misma lo definió) nunca saciado, pudo hacer que en su alma esos opuestos coincidieran sin reconciliarse. Renunciar a la elección es también una forma de coraje cuando significa exponerse sin cesar a la batalla."
"Era una mujer de una capacidad de creación -comentaba Arturo Uslar Pietri-, de una curiosidad intelectual inagotables, de una voluntad de hacer que la acompañó a todo lo largo de su vida, y de una gran generosidad."
Germán Arciniegas dijo sobre ella: "...se descubrió, se inventó, se realizó por si misma, y fue así la primera mujer liberada de nuestra América...Hay que preguntarse si otra mujer de América u hombre alguno, puede ofrecer una obra tan positiva y generosa, haber animado academia semejante."
Juan Liscano expresó: "Victoria Ocampo estaba enamorada de la vitalidad creadora, del Sol arquetipal, de la armonía, de la limpidez apolínea...luchaba por la exaltación de la persona inteligente en los momentos en que se producida la rebelión de la masa alienada por la publicidad y por la industria cultural, cuando no por la propaganda del partido y el carisma del líder."
Victoria Ocampo falleció en Villa Ocampo (Beccar, provincia de Buenos Aires), su habitual residencia -donada por ella a la Unesco-, debido a un cáncer a la laringe, el 27 de enero de 1979, a la edad de 88 años. Sus restos mortales fueron depositados, al día siguiente del deceso, en la bóveda familiar que está en el cementerio de la Recoleta.
En ese acto, Angel Battistessa, entonces presidente de la Academia Argentina de Letras, señaló: "A veces basta la desaparición de una persona para que toda una generación quede disminuida."