Clásico policial duro a la manera de las novelas de Chandler, aquellas con un Philip Marlowe nada sofisticado, pero de puños listos y salidas rápidas, "Nueva York sin salida" rezuma en violencia, persecuciones y personajes característicos del hampa.
Andre Davis, como su padre, policía muerto en su ley (flashback de infancia con sermón y presión de un progenitor modelo que se sacrificó por todos) va a defender con uñas y dientes lo que él le enseñó. Ahora es nada menos que la muerte de ocho policías con unos pequeños ladrones detrás que con su inconsciencia provocaron la masacre envuelta en un halo de droga y adicciones.
Habrá decisiones impactantes para que ellos no se disuelvan en el aire. Los 21 puentes cerrados dentro y fuera de la isla de Manhattan, tres ríos con acceso nulo, cuatro túneles bloqueados, trenes detenidos y subtes dados vueltas de arriba abajo como un guante para que nadie escape. Todo entre las dudas de un jefe que desconfía de la audacia de este Andre Davis que, como él mismo dice, "prefiere mirar el diablo a los ojos".
Clásica persecución, con compañeros de comisaría metidos en masacres impensadas, nada nuevo bajo el sol, pero realizada con la solvencia de un director profesional y productores hábiles que dominan el oficio (los Russo de "Capitán América" y tantas otras). Un actor que parece haber nacido para este tipo de papeles (Chadwick Boseman) y una detective modelo y diseñadora de modas en la vida real (Sienna Miller), que se las trae.
Entretenida, violenta, una más del género, pero hecha con profesionalidad.
Calificación: Buena