Sarmiento y la idea de nación
Por Natalia G. García *
El origen de la nación se presenta en forma de indecidibles. Estado y nación forman temas de un debate que no se limitó a la esfera de las ideas, sino que se disputó en enfrentamientos militares durante buena parte del siglo XIX. La pregunta por el sentido de la nación se actualiza constantemente, desde la conferencia de Renan, "Qué es una Nación", se admite una explicación de su historicidad y su no naturalidad.
Desde su comienzo, el proyecto de las elites gobernantes fue dar sustento de legitimidad a los Estados surgidos de la disolución de los imperios ibéricos. Fueron necesarias construcciones narrativas y operaciones ideológicas para elaborar la idea de un pasado nacional. Las premisas de unidad y exclusividad presuponen la conformación de una idea de identidad nacional, ningún elemento como la lengua, la etnicidad o las tradiciones fueron suficientes para completar la idea de nación. La idea de un capital social sobre el que se asienta la nación, como la culminación de un pasado de esfuerzos y de un pasado heroico protagonizado por grandes hombres aparece en entredicho en la América hispana. El alumbramiento de la nacionalidad como concepto se planteará en la lucha por la independencia en términos de enfrentamiento entre españoles americanos y españoles europeos, como una lucha de principios opuestos, como libertad versus despotismo.
IDEA DE AUTOGOBIERNO
La crisis del orden monárquico no necesariamente implicó la idea de autogobierno. De 1808 a 1825 fue una posibilidad la implantación de una monarquía constitucional en el Río de la Plata, Chile y Perú. La América descubierta por Colón fue engarzada a la Corona de Castilla y, como propiedad de Isabel la Católica, aquellos dominios fueron heredados por su marido Fernando II de Aragón y por todos sus sucesores hasta que Fernando VII produjo, en 1808 el quiebre de la monarquía hispanoamericana por la abdicación de Bayona, quedando el cetro hispánico en las manos de Napoleón. Este episodio dejo a su suerte a las Españas americanas y precipitó la gesta revolucionaria de mayo de 1810 en Argentina y la complicada formación de nuevas comunidades políticas. El proceso emancipador en su afán de establecer una forma de gobierno que permitiera organizar políticamente al futuro estado independiente, desde sus inicios se bifurcó en dos corrientes ideológicas heterodoxas: una proponía un sistema monárquico constitucional y otra una república.
Solo en las últimas décadas del siglo XIX se apreció un patrón estable de estados nación, pero los procesos no fueron lineales. Las nuevas comunidades políticas poseen un rasgo compartido: adoptaron formas republicanas de gobierno basadas en el principio de la soberanía popular.
CONSTRUCCION REPUBLICANA
Las prácticas de construcción republicana se erigieron en torno a los pilares de representación y la opinión pública. Esta experiencia compleja y original se destaca por tres rasgos que guardan relación con los procesos europeos y también al norteamericano. Primeramente, la intensidad y la violencia que implicaron la construcción de comunidades políticas fundadas sobre criterios y jerarquías diferentes al orden social vigente.
En segundo lugar, la fuerza ideológica y política del ideario republicano nutrió un imaginario colectivo en que la política ocupó un lugar central. La nación era sinónimo de república y la libertad, y se asociaba estrechamente a la participación en la vida pública. Y finalmente, la redefinición, cambio y ampliación de las elites políticas, que lideraron los debates que constituyeron las leyes, instituciones y pusieron en marcha la acción política. También con participación de amplios y diversos sectores de la población.
Sin embargo, si bien las cortes de Cádiz habían establecido el principio de que en ausencia del monarca la soberanía retrovertía en el pueblo, no dejaba todavía determinado a qué pueblo se refería. Las nuevas autoridades deberían justificar aquella voluntad autónoma y separarse de la representación común expresada en las Juntas españolas. Abriéndose así el debate en torno a los alcances y límites de las respectivas naciones. Aquello que inscribe la forma nación es un encadenamiento de acontecimientos, de relaciones coyunturales más que una línea de evolución necesaria. Lo característico de los Estados es representar un orden instituido como eterno, aunque en la práctica es lo contrario. Estos acontecimientos al integrarse en nuevas estructuras políticas dan como efecto la génesis de las formaciones nacionales y comienzan a "nacionalizar" la sociedad.
RELATO GENEALOGICO ARGENTINO
En Argentina la nueva elite gobernante esbozó su relato genealógico de nacionalidad, pero bajo la sospecha de que la determinación de la legitimidad del principio de soberanía nacional escaparía al debate racional, lo que nos traslada al terreno de los indecidibles. La estrategia discursiva de los realistas consistió en admitir el principio de soberanía popular para trasladar la disputa a cuál pueblo se refería ese conflicto, así la cuestión se volvía insoluble. Fue el patriota Juan José Paso quien destrabó la cuestión a partir de un argumento político. La acentuación de la crisis puso de manifiesto el carácter político de la articulación nacional, entendida como aquello que yace más allá del Estado y encuentra en definitiva el vínculo entre nación y política.
Ello también contiene una limitación inherente, la del ejercicio del legítimo derecho a la insurrección, que es fundamentalmente "irracional" y queda en posición ambigua respecto de la Ley. Entre nación y Estado, pues, queda establecida una relación conflictiva e inescindible.
Martínez Estrada proyecta en Domingo Faustino Sarmiento la temática de la nacionalidad como una interrogación. Bajo el pretexto de su persona se apropia de la pregunta: "¿Quiénes somos, hacia donde vamos; si somos una raza quienes son nuestros progenitores; si somos nación, cuáles son sus límites?". Asimismo, plantea que Sarmiento cristaliza en su persona y personalidad los términos relevantes para plantear la temática del país y la nacionalidad, un análisis de su obra no será tanto sobre Sarmiento como sobre el país como problema.
EL PROBLEMA SARMIENTO
El Problema Sarmiento es un problema sobre la nacionalidad, la etnicidad, la ciencia y el estado de las cosas y es un complejo indecidiblemente difícil de desentrañar, más aun hoy que en su época. Factores nuevos confunden los términos civilización y barbarie, signo bajo los cuales se agrupan elementos fácilmente reconocibles en la forma de vida de los pueblos.
Un tema clave en Sarmiento es el desierto como rastro negativo dejado por la colonización española. El desierto es la metáfora de la sociedad con habitantes reducidos a la mera naturaleza. América, a pesar de su atraso tiene la misión de desarrollar las ideas que no cumplió: "Nuestros padres nos han dejado una inmensa herencia desierta, y una inmensa tarea que llenar para desempeñar nuestro papel de nación y de parte constituyente del mundo".
Terminadas las guerras de la independencia, en los discursos de las elites aparece el término raza en referencia a los obstáculos para instaurar formas republicanas de gobierno.
Sarmiento se adherirá a la cultura científica de su tiempo, que consolidará el paradigma racial de una argentina blanca en el siglo XX. En la "Conferencia sobre Darwin" leída en el Teatro Nacional el 30 de mayo de 1881, en el aniversario de su muerte, asocia el origen del hombre y la creación de las civilizaciones al descubrimiento de América como una forma de encuentro con el hombre "primitivo". Sarmiento veía ya en el Facundo que la falta de industriosidad y el poco apego al trabajo de gauchos e indígenas, los hacía, a su parecer, incapaces para la vida civilizada. Todo ello, era producto la mezcla de razas, fenómeno que no se dio en América del Norte, donde la población blanca no se mestizó. La gran extensión del territorio trastocaba los valores republicanos de libertad e igualdad y daba lugar a la aparición del caudillismo.
PREOCUPACION REPUBLICANA
Como contracara, Sarmiento plantea una serie de temas en sus escritos políticos que lo ligan a la preocupación por la república y la democracia. En principio, el significado de la Revolución de la Independencia Argentina, como un inicio que irrumpe sobre la nada colonial. Esta construcción implica traer ideas y principios a lo real. Principios como el Estado-nación, centralización, libertad, igualdad, aunque contrarios se conjugan en el gobierno representativo. La historia será la realización de una idea y la esencia de la civilización. Las afirmaciones sobre el trasfondo de una filosofía de la historia están influidos por una lectura no sistemática de Cousin o Guizot. La idea de la historia como marcha general de la humanidad, como movimiento ineluctable que otorga sentido a los hechos singulares. Las figuras de Rosas o Quiroga encarnan el pasado e impiden el progreso. Si se funda en la libertad bajo el respeto a la ley, en oposición a despotismo de un caudillo, entonces la república será cívica. La construcción de la sociedad posrevolucionaria tendrá cercanía con los modelos franceses de Guizot, Leroux o Tocqueville.
El republicanismo sarmientino oscila entre el reconocimiento de los principios de soberanía del pueblo y el rechazo al pueblo real, y resume la ambivalencia de su idea de nación. La república representa un logro de la civilización moderna, de ahí que la oposición civilización y barbarie sea la base interpretativa del pasaje del mundo colonial al mundo moderno.
Del Problema Sarmiento, podemos extraer que república y nación son conceptos complejos, están atados a un proceso dinámico de luchas a partir de las cuales se definen los sujetos políticos y se configura el campo político. Por ello, aun hoy, es preciso dar cuenta de los registros históricos y culturales para aproximarse a la formación de la nacionalidad en su singularidad.
* (Facultad de Ciencias Sociales-UBA). Integrante del equipo de investigación del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas.