Edgardo Moreira protagoniza dos obras de temática actual, mientras graba para Telefe y analiza la pantalla
Un actor apasionado por los extremos
"La televisión está muriendo", alerta en referencia a un modo de trabajo que conoce desde los años "70. En teatro encarna un gay que reencuentra a un viejo amor de juventud, y a un médico misógino y filonazi.
Por estos días, la agenda de Edgardo Moreira está más comprometida que nunca. Es que luego de un año de gran suceso con la obra "Un enemigo del pueblo", volvió a escena con dos piezas teatrales, "Príncipe azul" (sábados a las 18 en el teatro Regina) y "Cabo verde" (viernes a las 20:30hs en Nün), mientras graba para Telefe la tira "Victoria Small". Por si algo le faltara, continúa dando clases de teatro en su escuela La casa de Moreira, lugar en pleno centro porteño que sirvió de escenario al encuentro con La Prensa. Una charla en la que el actor analizó el recorrido de la televisión de los "80 al presente, el fervor por el teatro y el cambio de paradigma de la mujer en el espectáculo.
-Luego de "Un enemigo del pueblo" vuelve con dos obras.
-Exacto. Más de un año de hacer seis funciones semanales junto a Juan Leyrado y un hermoso elenco, fue agotador. Cuando trabajé con Thelma Biral en "La herencia de Esther" nos dimos cuenta que entendíamos el teatro de igual forma. El año pasado, Thelma me propuso leer para el ciclo Teatrísimo la obra "Príncipe azul" y quedamos en retomarla más adelante, con Fito Yanelli y ella como directora. Es una obra hermosa que fue estrenada en el marco de Teatro Abierto. Muestra la relación homosexual de dos tipos de 65 años, algo que en su momento era muy fuerte y dentro de ese movimiento contestatario y político, un canto a la libertad y la autodeterminación.
CODIGOS DEL AMOR
-¿Sigue vigente un texto de esas características?
-En verdad, no tiene ese poder de fuego, primero porque estamos en democracia y luego, porque el matrimonio hoy es igualitario. Pero la obra no perdió nada de su vigencia porque lo importante es el amor entre dos tipos que se conocieron en un verano a los quince años y se prometieron verse cincuenta años después. Tiene los códigos del amor universal en algo que hoy es común. Lo atractivo del libro es ver lo que sucede con cada uno de ellos frente a todo lo que vivieron en su vida, contrastado con lo que sintieron, algo que nunca más volvieron a sentir. Cada uno tuvo vidas diferentes pero ninguno pudo encontrar algo parecido.
-La clave es el amor, lo que busca todo ser humano aunque no lo reconozca.
-También hay un factor que es la edad, porque no es lo mismo ver a dos jóvenes que ver a dos señores de 65 años. Es más difícil de asimilar. A la gente le llega la humanidad de estos tipos, la ternura, el dolor que sienten por haber atravesado la mayor parte de su vida y no haber decidido seguir en su momento. Mi personaje es el presentador de un cabaret de cuarta y canta, baila, hace chistes. Es un alcohólico, lo que me permite una gama de recursos muy atractivos.
UN FENOMENO
-¿Qué tiene el teatro que, aun estando en crisis, se siguen estrenando tantas obras?
-El teatro es un fenómeno sociológico apasionante. Yo empecé a actuar en el "72, en la obra "Tupac Amaru", junto a Thelma y Federico Luppi. Formé parte del teatro independiente, antecedente de Teatro Abierto. Teníamos 32 obras en cartel, que era el número de salas que había en Buenos Aires. Hoy no sé qué cantidad de salas hay, pero se estrenan un promedio de setecientas obras por año. En una sociedad fracturada, conflictiva, desesperanzada y golpeada, que de pronto puedas tomarte una hora para venir a ver "Príncipe azul" es como una sesión de masajes. Y eso, además de ser necesario a nivel físico y mental, es vital.
-Va del amor en "Príncipe azul" al odio de "Cabo verde".
-Lo que todo actor busca. Los extremos, el cambio, el juego. "Cabo verde" es una obra de Gonzalo Demaría que transcurre luego de la presidencia de Roque Sáenz Peña, donde se estableció el voto universal. Mi personaje es un médico filonazi, muy perverso y misógino, que considera que el voto universal se hizo porque la mujer le comió la cabeza al Presidente, y apunta contra ella. La obra tiene que ver con la caída del patriarcado. Una pieza muy oscura, con mucho humor negro.
NUEVOS TIEMPOS
Fue en 1974 que Moreira oficializó su profesión cuando se graduó en el Conservatorio Nacional, momento en el que Agustín Alezzo lo convoca para dar clases en su escuela. Desde entonces siempre estuvo unido a la actuación, tanto en televisión como en teatro. "Viví a pleno las décadas de los "80 y "90, pero el quiebre fue a fines de los "90. Recuerdo que en el "83 grabábamos dos capítulos de la novela "Dar el alma" por día en Canal 9. Los decorados eran como boxes, de un lado y del otro, y las cámaras circulaban por el centro. Estaba todo tan deteriorado que cuando llovía los camarógrafos le ponían un piloto a sus cámaras para que no se mojaran. Así se hacían tiras a lo pavote. Esos años fueron una máquina infernal de generar dinero. Y después fui testigo de las privatizaciones y la llegada de exponentes como (Marcelo) Tinelli y Adrián Suar, quienes pusieron gente del cine en la tele y cambió totalmente la estética. Hoy la televisión está muriendo, o al menos perdiendo el concepto de como se la conocía antes".
-Sin embargo, usted parece resistir todos los cambios.
-Mi generación sigue estando porque las tiras, por suerte, siguen necesitando gente grande en algunos roles. Uno se amolda a los tiempos que corren y se deja llevar. Ahora estoy grabando "Victoria Small", producción de Telefe, junto a Julieta Díaz, Luciano Castro y Facundo Arana. Soy uno de los villanos, un CEO de una empresa cervecera que no quiere que Julieta, su empleada más eficaz, tenga una hija porque le saca recursos. La historia también aplica a los tiempos que corren.
-Hablando de los cambios sociales, el pasado de muchos actores parece estar hoy en tela de juicio.
-Me inquieta la manera en que se trató lo de Juan Darthés. No entendí por qué se puso en escena de la forma en que lo hizo el Colectivo de Actrices. "Ahora les vamos a hacer a ustedes lo que nos hicieron a nosotras". Entonces se convierte todo en una caza de brujas. Darthés ya está crucificado desde lo social, no va a poder trabajar más. Si abusó que pagué su condena, pero no de esa manera porque no veo justicia en esos modos. Recuerdo lo de (el director) Omar Pacheco, que se viralizó, y me impresionó saber que el tipo en ese momento se estaba colgando de una parrilla de luces. Entiendo que al principio el cambio tiene que ser abrupto, pero ojalá que se aquiete y encuentre su centro porque así no creo que se llegue nunca a la verdad.
EPIGRAFE FOTO 3
Moreira (centro), junto a Bruno Pedicone y Raúl Rizzo, en una escena de "Un enemigo del pueblo".