En un espiral hacia el infierno, por el desaforado gasto político

Antes el trabajador podía retener el 75% de su salario, hoy el Estado le quita la mitad.

Hace unos días el sindicalista Rubén Pollo Sobrero fue invitado a la televisión, donde compartió una serie de apreciaciones sobre al gobierno actual y la situación económica. Coincido con él en la mayoría de los conceptos vertidos, en particular cuando sostuvo que el gobierno actual hace lo que vino a hacer. Que no sufrimos su impericia, falta de profesionalismo o ineptitud, sino que vinieron con un plan y lo están llevando a cabo. Y ese plan es endeudarnos. Para justificar la toma de deuda inventaron la mentira del gradualismo. ¿Existe un objetivo ulterior a la deuda? El tiempo lo dirá.

No quiero detenerme en las coincidencias sino en un punto en que discrepo con el dirigente sindical. Y creo que -en mi personal consideración- el error técnico del Sr. Sobrero es de buena fe.

 El Sr. Sobrero está en contra de reducir el gasto público. Así, en bloque. Sin discriminar en qué se gasta. Entiendo la razón. Cada vez que un economista petimetre (galerita diría Carlos Maslatón) propone reducir el empleo público, se refiere a echar enfermeros u ordenanzas mientras se autosignan puestos de asesores de 4.000 dólares mensuales. Por lo menos desde Cavallo en los '90 hasta la fecha.
 
Entonces, el sindicalista, en acto reflejo, se opone. Y lo bien que hace. Pero vale la pena desarmar estos puntos, porque en esto nos va la vida. Si no resolvemos esta situación, la Argentina va en un espiral descendente hacia el averno.

Barroca y rococó

El empleo público ha crecido desmesuradamente en los gobiernos de Fernández, no tanto en el de Kirchner, y se ha desmadrado con el actual gobierno. Si Fernández fue barroca, Macri es rococó. Pero no se tomaron enfermeros y camilleros, no se incrementó el sueldo de policías ni del personal ferroviario, no rehabilitaron 100.000 kilómetros de vías férreas, ni se fabrica material rodante y rieles (todo se importa de China), ni los astilleros construyen nuestra marina mercante, ni tenemos pertrechadas a nuestras Fuerzas Armadas con buques, submarinos nucleares, aviones caza, tanques y artillería. No. Llenaron de ñoquis el cuerpo de asesores de FFMM (hasta cineastas contrataron), la jefatura de gabinete duplica el gabinete, como un gabinete en las sombras, y Cancillería rebalsa de gente sin estudios completos. En resumen, son gastos políticos disfrazados de gastos de personal.

Ese verdadero desvíos de fondos tiene consecuencias: la primera es que las personas que sí trabajan en el Estado, tienen malos sueldos. Los policías que se tirotearon la semana pasada ganan $ 38.000.  La segunda es que se gasta en puestos de escritorio (el coordinador del director del vicejefe de gabinete del ministerio) y no en lo que se necesita. Por ejemplo: personal de migraciones en frontera. 

Se gasta dinero sin servicio alguno brindado por el Estado al Pueblo de la Nación. Se lo tragan los políticos para incrementar su patrimonio personal y empresarios asociados.

Tres caminos deshonestos

La malversación de fondos públicos tiene tres formas: subsidios (con los correspondientes retornos), compras y obra pública con sobreprecio (con los correspondientes retornos) y simulación de contratos de trabajo (con los correspondientes retornos). La única diferencia entre unos y otros es que la contraparte de los primeros son personas jurídicas y de la última, personas físicas.

Pero el punto que debería ser de interés de todo dirigente sindical es quién paga ese sobreprecio. Todos los impuestos los pagan las personas físicas. Todo impuesto que se pone en cabeza de una empresa termina trasladado a una persona de carne y hueso. Dentro de las personas de carne y hueso hay comerciantes, empresarios, cuentapropistas, pero la gran mayoría son empleados, jubilados, pensionados o beneficiarios de planes sociales. Cada vez que una señora con cinco hijos de José C. Paz va al almacén con el dinero recibido por la Asignación Universal por Hijo, y gasta $ 500.-; paga impuestos por $ 250.- Los políticos le muestran el dinero hasta que se lo vuelven a quitar.

Un/a enfermero/a de piso, categoría h., convenio colectivo de trabajo n° 122/75, actualización 2019, que gana $ 25.407,43, deja $ 12.703,71 en impuestos. Porque el peso del Estado no cae en los hombros de Coca-Cola. Ellos trasladan los impuestos en sus productos. Eventualmente, en las malas épocas, venderán menos. 

Los que pagan el Estado son los que ganan $ 25.407,43. Cada primo colocado como asesor, los siete familiares del diputado Amadeo, las colaboradoras pulposas de Lipovetsky, todos los familiares de Peña, el hermano de Rodríguez Larreta, todos ellos, son pagados por los trabajadores, no por el Banco de Galicia.

La cuenta con el sueldo del enfermero corre para el Sr. Sobrero y para todos sus compañeros de trabajo y representados.

¿Achicar qué?

¿Qué significa achicar? El Estado grande del gobierno conservador (Agustín P. Justo) con la Junta Nacional de Granos creada en 1933, o la infinidad de escuelas, hospitales y comisarías que construyó el gobernador Fresco, o el gobierno de Perón, con la Ciudad de los Niños, el Balseiro, el Pulqui, el Hospital de Clínicas, o de los años posteriores donde se construyeron represas, puentes, Atucha, puertos, bases antárticas, más escuelas, hospitales y comisarías, todo ese país moderno se hizo con el 25% del PBI. Desde 1930 al 2002. Hoy cuestan casi el 50%.

¿Cuál es la contracara? Antes el trabajador retenía el 75% de su salario. Por eso nuestros abuelos, aunque fueran obreros, podían construirse una casa. Porque se quedaban con el 75% de sus ingresos y no con el 50% como ahora. Ese 25% de diferencia, ahorrado, es lo que les permitía tener bienes que hoy son inalcanzables. Y ese 25% adicional que se queda la clase política no se va en hospitales o rutas. No se va, en lo que al Sr. Sobrero atañe, a  talleres ferroviarios que fabrique material rodante. Se va al INADI con 1.400 empleados, a los $ 10.871.735.349 de la jefatura de gabinete, o a los $ 16.621.332.830 del Ministerio Público Fiscal.

Ese estado gigante, esa duplicación, tiene como correlato el crecimiento patrimonial acelerado de los políticos y perlas como la AUP y la AUT. El Presupuesto Nacional 2019 contempla subsidios por $ 206.444.663.677 en AUP, Asignación Universal por Petrolero, bajo el rubro <Transferencias Corrientes, Energía, Combustibles y Minería. Dinero para Shell, Bulgheroni, Metrogas. También $ 61.837.848.000 de AUT, Asignación Universal por Transportista, Transferencias Corrientes, Transporte

Por lo que nadie más interesado que un trabajador, que gana $ 30.000, $ 40.000 mensuales o un jubilado, en saber en qué gasta ``el Estado presente''. El Estado gigante daña a los trabajadores, que entregan la mitad de su salario, infinitamente más que a las personas acomodadas y desde ya, a los ricos. Es más, la mayoría de los ricos argentinos son proveedores del Estado, miembros del Club de la Obra Pública, evasores fiscales, además de algún contrabandista. Porque ninguna actividad lícita es rentable en la Argentina. No es posible hacerse rico fabricando disyuntores, generadores eólicos, parrillas de hierro o criando chanchos.

Entonces, los defensores de los intereses de los trabajadores, deberían ser prudentes en abrazar el eslogan del Estado presente. Es tomar un eslogan de los contratistas del Estado.

¿Dónde está ese 25%? Antes, los gobernantes gastaban 1 de cada 4 pesos que ganaba un trabajador. Ahora, ni los Kirchner ni Macri, pueden brindar servicios con 1 de cada 2 pesos. ¿Qué hacen con ese dinero? Mantienen una corte de funcionarios de más de $ 100.000 por cabeza, y el resto se lo roban, vía subsidios, compras del Estado y obra pública.

¿Dónde no está ese 25%? En la falta de ahorro de las familias, la falta de reinversión de la actividad rural, los riesgos de subsistencia de la industria, el comercio y las pymes.

¿Realmente le parece bien al Sr. Sobrero que le saquen la mitad de su sueldo a un colectivero para gastarlo en el INJUVE, lleno de señoritos y señoritas de Palermo, Vicente López y San Isidro que no tuvieron un trabajo honesto en su vida o en Roggio o en Metrogas? A mí no. No me parece bien.

(1) https://www.minhacienda.gob.ar/onp/documentos/presutexto/proy2019/ley/pdf/planillas_anexas/capitulo1/anexa101.pdf ).