El apartheid criollo está en pleno ascenso

Acuarelas porteñas

El ascenso de líderes supremacistas, con el avance de conceptos raciales degradantes no sólo en Estados Unidos, donde implicó una resiliente lucha por la conquista de derechos civiles por parte de los afroamericanos, sino también en países vecinos de la región, ha reavivado algunos conceptos ciertamente riesgosos, y varias consecuencias preocupantes. 

El 8 de noviembre pasado se celebró el Día Nacional de los Afroargentinos, instaurado por ley 26.852, en memoria de la capitana María Remedios del Valle Rosas, combatiente afrodescendiente al mando en el Ejército de Manuel Belgrano.

El gobierno porteño había previsto dentro de su ciclo Buenos Aires Celebra, festejar la conmemoración el sábado siguiente, pero el temporal que azotó la ciudad, obligó a postergar el encuentro. 

Lo llamativo, pese a la continuidad de estos espacios donde se reúne toda la comunidad local, es la incertidumbre sobre su realización, habida cuenta de lo exiguo del calendario hasta fin de año y que tal postergación se da en un marco de denuncias sobre ataques a representantes de esa colectividad.

Precisamente, la consigna de este año es visibilización, reconocimiento y empoderamiento, ante el supuesto acoso a ciudadanos senegaleses, por parte de policías de la ciudad. 

MASSAR BA

Cabe recordar que hace un par de años, la comunidad afro local fue conmovida por la muerte de uno de sus líderes, Massar Ba, quien apareció en la cuadra de México al 1400 inconsciente, con politraumatismos en el cráneo, las piernas y la pelvis. Luego de dos operaciones en el hospital Ramos Mejía, falleció. Era un hombre robusto, de 45 años, vivía en la esquina de esa misma cuadra donde se había mudado poco antes, pero ya tenía mucha historia porteña.

Llegó en 1995 y se afincó. Ante la creciente llegada de senegaleses, se convirtió en un referente de su comunidad ayudando a compatriotas a insertarse y conseguir trabajo. También gestionaba casas y habitaciones en alquiler.

Participó de las asociaciones de afrodescendientes en Argentina: Casa Africa, Todos por Mandela, Asociación de Residentes Senegaleses, Agrupación Xhang, Daira. 

"Cuatro días antes hablamos con él por la violencia en los operativos policiales", relataron sus amigos que formularon una presentación en el área afro de la Secretaría de Derechos Humanos en la ex ESMA, donde Massar Ba colaboraba en la elaboración de denuncias al Estado y buscaba abogados para los senegaleses perseguidos por la policía y la Justicia contravencional. 

"Esta persecución también tiene que ver con el color de la piel", plantean en el contexto del asesinato nunca esclarecido. Poco tiempo después, concurrí a uno de las habituales presentaciones de Amnesty International, entidad dedicada a la defensa de los derechos humanos. 

Pero ante mi sorpresa, todo giró en torno de la situación de Milagro Sala, por entonces recién aprehendida pidiendo la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), integrada por el ex juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni. 

La investigación judicial posterior demostró lo erróneo de la misma, motivando incluso un pedido de excusas al gobierno por parte del organismo y una recriminación de la OEA. 

Pero en la reunión informativa a AI, nada se dijo sobre el crimen de la calle México, y ante mi requisitoria, los directivos afirmaron desconocer la situación, suscitándose un debate sobre la escasa atención a la comunidad negra. 

Ahora, cuando el caso de Sala se encuadra estrictamente en cuestiones delictivas, tampoco parece existir mayor interés en la investigación de la muerte de Massar Ba. 

ANCESTROS NEGROS

Esta muy bien el festejo de la colectividad, el establecimiento de fechas formales para recordar la histórica presencia de la negritud en el país. Pero también recordar que Buenos Aires, fue una de las principales plazas esclavistas del continente y el legado de esa aberrante práctica, parece subsistir en actitudes de segregación y discriminación. 

Los organismos como el Procuvin (Procuración contra la Violencia Institucional), el Inadi (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) y la Defensoría del Pueblo de la ciudad, no parecen preparados ni dispuestos a intervenir. Cuidado con los discursos intolerantes. Y más allá de mirarnos al espejo y vernos blancos, de ojos claros y rasgos europeos, está comprobado (La Prensa, 21 de enero pasado) que un alto porcentaje de porteños contamos con ancestros negros.