Una jornada despareja en el Colón
Sexto concierto de la Filarmónica con Baldur Brönnimann dirigiendo "Fachwerk", de la autora Sofía Gubaidulina
Gubaidulina: "Fachwerk"; Liadov: El Lago Encantado, opus 62; Lutoslawski: Concierto para orquesta. Iñaki Alberdi, acordeón y Orquesta Filarmónica de Buenos Aires (Baldur Brönnimann). El jueves 28, en el teatro Colón.
El jueves tuvo lugar en el Colón el sexto concierto de abono de la Filarmónica (convengamos que a esta altura del año son muy pocos), velada que se caracterizó por cierto por sus contrastantes desniveles. Es que si bien el programa, apartándose de repeticiones trilladas, presentaba títulos de ejecución infrecuente, dos de ellos resultaron desde ya francamente prescindibles, mientras que la traducción del restante, un trabajo magnífico, sobresalió debido a su intensa vibración y su esplendor cromático.
ACORDEON SINFONICO
Conducida por Baldur Brönnimann, figura bien conocida de nuestro público ("El Gran Macabro", "Die Soldaten", "La Vendedora de Fósforos"), la jornada se inició con el estreno de una obra de Sofia Gubaidulina (nacida en 1931 en Christopol), una de las compositoras más importantes y prolíficas de la última generación ruso-soviética. Escrita en 2009, "Fachwerk" es una pieza si se quiere vana, parcialmente adscripta al "minimalismo sacro" propio de su autora, en la que asombra la inventiva que permite estirarla por algo más de media hora.
La idea alrededor de la cual está escrita consiste en explorar al máximo las posibilidades acústico-sonoras, de efectos, tesituras y registros del bayán tártaro (o acordeón en nuestras latitudes), sin ir más allá. La orquesta, de cuerdas y percusión, aparece sólo como un ladero de discurso multiforme, carente de hilo propio ("clusters" y "ostinati", trémolos, imitaciones y notas homófonas, vagarosas). Iñaki Alberdi se desempeñó como solista, y bien puede afirmarse que sin perjuicio del tedio progresivo que produce la audición de esta creación oscura, la óptima labor del músico vasco, muy enfático y musical, lo mostró como dominador absoluto de su instrumento, seguro, diestro en el logro de sus más raras sonoridades y el conocimiento de sus íntimos vericuetos.
En "El Lago Encantado", de Anatoli Liadov, poema sinfónico breve de pretensión impresionista y escasa trascendencia, que no supera el límite de lo agradable por sus debilidades armónicas y la sencillez de sus ideas, la Orquesta, por añadidura, no lució ni siquiera el mínimo colorido y el fraseo insinuante exigibles en una realización de corte feérico.
WITOLD LUTOSLAWSKI
Todo cambió con el Concierto para orquesta, de Lutoslawski, músico polaco de alto relieve, fallecido en 1994. Conectado con la fuerte reivindicación de la nacionalidad polonesa después de la Segunda Guerra, este trabajo de alta envergadura, presentado por Witold Rowicki en 1955, exhibe tocantes elaboraciones disonantes y exquisita diversidad de tonalidades. Destacan también en su contexto el excelente manejo de la orquestación y combinaciones de las voces instrumentales, expresión siempre intensa pero concisa, fanfarrias envolventes, todo en el marco de un perfil decididamente expresionista.
Sin batuta, el maestro suizo produjo en esta sección una versión de alto vuelo, vibrante por donde se la mire, segura en el lenguaje, con ataques impecablemente certeros y muy logrado equilibrio de planos (tarea desde ya difícil frente a esta partitura). En cuanto a la Filarmónica de Buenos Aires, cabe apuntar que su desempeño a lo largo de toda la noche fue de diez puntos, de rendimiento loablemente parejo en todas sus familias, concentrada, sutil en los "pianos" y acabadamente brillante en "fortes" y "fortísimos".
Calificación: Bueno.