Un día como ayer, hace diez años, todas las "doña Rosa" de este país, sintieron un pequeño apretón en su corazón cuando conocieron la noticia que Bernardo Neustadt, el periodista que las había tenido en cuenta por primera vez, acababa de morir a los 83 años en su casa de Martínez.
Querido lector, debo confesarle que conocí a Bernardo, trabajé con él, discutí con él, coincidí con él. Usted ya sabe quién fue y qué hizo. Le refresco la memoria: durante 30 años condujo "Tiempo Nuevo" hasta que los militares lo sacaron del aire, el primer programa periodístico político de opinión en la televisión argentina; en radio estuvo años ocupando la mañana de los porteños con el mayor nivel de audiencia con el ciclo "Nuevo Día"; fundó la revista "Extra" y en el final de su carrera, allá por 2008, se convirtió en un férreo opositor al kirchnerismo, algo que mostró en el diario "Ambito Financiero" y en su propio blog, en el que escribió hasta el día anterior a su muerte.
Hay datos biográficos ciertos y otros que no lo son sobre el pensamiento político de Bernardo. Como sucede habitualmente intentaron ensuciarlo, vincularlo a gobiernos militares, adjudicándole operaciones para uno u otro lado. Neustadt fue antiperonista hasta que apareció Carlos Menem a quien decidió apoyar por sus ideas liberales a punto que le organizó en 1990 "La Plaza del Sí", una marcha popular de apoyo al entonces presidente. Pero Bernardo era básicamente un animal periodístico, un genio comunicacional que lo inventó todo en materia de periodismo de opinión política en televisión. Neustadt creó slogans, metáforas, gestos, guiños, palabras con intencionalidad, signos de interrogación colocados para nunca cerrar el tema y sobre todo, se metió en la casa de la gente para hacerla hablar de política, una cosa hasta entonces sólo destinada a los hombres y fuera del hogar. No contento con eso inventó a "Doña Rosa", una imagen que le sirvió para poder comunicarse con todas las mujeres de clase media del país. A ellas les hablaba Bernardo cuando decía por ejemplo: "Usted doña Rosa piense, hable, hágase oir, no se siente en la butaca, súbase al escenario". Era un rebelde al que no le importaba ir de disidente por la vida, opinar lo contrario para provocar porque provocar le encantaba. Bernardo no tenía amigos periodistas pero sí algunos periodistas amigos y te invitaba un café en "La Biela" para decirte que no le gustaba nada lo que habías escrito aunque te reconocía que estaba bien escrito. Quienes vieron su desempeño en televisión no dudarán en que él inventó todo lo que hoy vemos en la pantalla chica ente los periodistas políticos que opinan. Desde los decorados, hasta la importancia de la música de fondo, la forma de plantarse ante la cámara y tratar al entrevistado. Le gustaba decir que dormía cuatro horas y pedir que no lo dejen solo. Sus monólogos de cierre terminaban entre signos de pregunta "¿Lo dejámos ahí?". Yo lo admiré porque era de esos tipos que aman con pasión lo que hacen, viven para eso y viven por eso. Antes que Steve Jobs, Bernardo Neustadt predicó aquello que la única forma de ser feliz es amar lo que uno hace y él lo ejerció hasta su último aliento. No mucho antes de morir, escribió "La muerte no me asusta; me asusta la vejez, la antigüedad mental (...) En una tumba chiquita, abajo de la cruz, me gustaría que alguien pusiera: "Ayudó a pensar"".
Tranquilo "Bernie", obligaste a pensar hasta a los que te odiaron. Vaya este pequeño recuerdo para un periodista que se murió el Día del Periodista como si hubiera querido decirnos que no nos olvidáramos de él. Y no me olvidé. Yo, terminé...
V. CORDERO