El pasado 18 de diciembre, cuando en la calle se realizaba una protesta por la reforma previsional, un grupo de animales identificados con el kirchnerismo, agredió brutalmente al periodista Julio Bazán, incluso llegaron a tirarle brasas encendidas en el rostro, además de piedras, palos y golpes.
Entonces el tránsfuga Leopoldo Moreau, justificó la agresión diciendo que "Bazán no sólo fue víctima de un grupo de inadaptados, ha sido víctima del grupo donde trabaja". Aquello pasó, el hecho recibió tímidos repudios y pasó.
Ayer, otro periodista, Nicolás Wiñazki, fue agredido a la salida del Congreso Nacional, donde estaba cubriendo el debate por la ley para detener la suba de tarifas, por un grupo de cuatro simpatizantes kirchneristas de La Cámpora, que no contentos con golpearlo en la cabeza e insultarlo uno le hizo al agredido una amenaza muy particular: "¡Cuando volvamos te vamos a matar"". Le gritaron "mentiroso" y "vendepatria", y finalmente le tiraron una lata de cerveza.
Yo no soy para nada corporativo y no defiendo colegas a ultranza, pero soy, eso sí, claramente un defensor de la democracia y todos sus métodos. Esos cuatro imbéciles bastan para dejar claro qué hay detrás de este costado nefasto de la oposición que quiere mantenerse visible a cualquier precio y ante la incapacidad intelectual de debatir lo que ya no pueden, insisten en los sistemas violentos, en la agresión vil y traicionera y en la amenaza con destino político. Miren idiotas útiles, el "si volvemos" hasta hace poco podría ser una utopía pero a esta altura del país, es una estupidez sin sentido. No van a volver porque la gente ya dijo que no quieren que vuelvan, son ustedes cadáveres políticos que deambulan intentando colarse en el justicialismo, o intentando destruir cualquier posible acuerdo que los deje fuera de circulación definitivamente.
La diferencia está en que no hay cuatro energúmenos esperando a los periodistas militantes en ningún lado para escracharlos, insultarlos y amenazarlos porque no hace falta, porque en todo el arco opositor, salvo ustedes, nadie tiene esas formas, nadie busca este efecto miedo. No conozco a Nicolás Wiñazki y no coincido en muchas de sus opiniones, aunque sí creo que es un formidable periodista de investigación, pero su ataque es un ataque a toda la democracia. Estos barrabravas de la política seguirán siendo alimentados por todos los argentinos decentes y trabajadores que aportan con sus impuestos para que estos impresentables cobren sus subsidios cada mes o una paga a través de las unidades partidarias. No escuché muchas voces repudiando el hecho, como en el caso de Julio Bazán y es curioso que ningún kirchnerista hable del tema, ni fustigue a los agresores, ni los identifiquen y los expulsen del movimiento. Me solidarizo con cualquier ciudadano que sea agredido vilmente por cuestiones políticas o diferencias de otro tipo. La violencia nunca es el camino y si no se sabe otro, es mejor retirarse antes que un día la piedra sea otra cosa y una herida pueda ser la muerte. Ya lo vivimos, ya no queremos vivirlo más, yo, al menos no quiero vivirlo más. Aguanten los Wiñazki de todo el país.
V. CORDERO