La larga mano de la KGB
Camus debe morir
Por Giovanni Catelli
BŠrenhaus. 176 páginas
"Albert Camus era un hombre libre, indomable, peligroso. Peligroso para el poder, para cualquier poder..." dice el italiano Giovanni Catelli en el prefacio de este libro, un ensayo histórico y revelador que desentraña las oscuras maniobras de la Unión Soviética para atentar contra la vida del intelectual francés, un acérrimo enemigo del régimen estalinista.
Con traducción de Pablo Ingberg, el autor investiga cómo pudieron haber influido los espías de la KGB en el fatal choque automovilístico del 4 de enero de 1960, un hecho que despertó profundas sospechas por haber sucedido en una ruta ancha y sin tráfico, pero que terminó con uno de los grandes pensadores del siglo XX.
Para ello recoge el testimonio inédito del poeta checo Jan Zábrana (y disidente de la URSS), quien asegura que el accidente vial en el que falleció Camus fue saboteado por el Kremlin por orden directa del canciller Dmitri Shepilov, enfurecido por las constantes críticas del novelista hacia su gobierno.
Los motivos para asesinarlo iban desde las gestiones que hizo para que el Nobel de Literatura le fuera concedido al ruso Boris Pasternak, hasta la "salvaje intervención" del Ejército Rojo en Hungría, sin pasar por alto las operaciones secretas de Moscú en el exterior.
Sin embargo, "a muchos benefició su muerte" cree Catelli, ya que el pensamiento del creador de La peste contrastaba con varios intereses: nacionalistas galos, extremistas argelinos, comunistas soviéticos y hasta los fascistas españoles.
Sin duda su palabra incomodaba. Pero hoy, a 104 años de su nacimiento, esta más que interesante publicación intenta iluminar lo que parecía un crimen perfecto, llevándolo con dosis literarias por el complejo y a veces turbio mundo de la política internacional.