Los gestos tienen una o varias lecturas según quien los interprete, pero si quien los produce es el papa Francisco, solo hay una forma de entenderlos. Una figura como la del Pontífice no puede dejar lugar a dudas, es lo que dice, hace o piensa y no hay más nada QUE elucubrar. Por esto llama la atención que en el término de pocos días, Bergoglio haya tomado una participación tan concreta en el conflicto entre algunos sindicalistas con el gobierno de Mauricio Macri.
A principio de mes, el Papa recibió en el Vaticano a Pablo Moyano, el principal y más férreo opositor a la reforma laboral que propuso el Gobierno algo que le hizo saber a Su Santidad durante el encuentro. Francisco le preguntó por su padre Hugo y cuando le pidió que le contara cómo está la situación en el país, Pablo le dijo "Estamos luchando contra la reforma laboral". Los observadores mejor informados saben que este enojo de los Moyano no es por la reforma laboral, sino una puesta en escena para meterle presión a Macri y lograr que interceda en el conflicto de la empresa Oca de la que los sindicalistas quieren adueñarse. Pero la participación del Papa siguió y esta vez de forma contundente con una línea de opinión muy concreta. El pasado viernes un grupo de 25 sindicalistas argentinos viajó a la Santa Sede para participar del Encuentro Internacional de Organizaciones Sindicales. La delegación estaba integrada entre otros por Héctor Daer y Juan Carlos Schmid, dos de los secretarios de la CGT que llegaron a un acuerdo con el Gobierno y los empresarios para aceptar las reformas laborales. Francisco decidió no participar del cónclave, pese a que estaba prevista su presencia. En su lugar envió una nota que entre uno de sus párrafos dejó un clarísimo mensaje a los gremialistas argentinos al escribir sobre la "lacra de los que se dicen sindicalistas y se ponen de acuerdo con los empresarios para dejar a miles de compañeros sin trabajo".
No hay nada que interpretar, la conclusión es contundente, Bergoglio vuelve a opinar sobre las decisiones del gobierno de Macri con un sentido crítico y no hay dobles interpretaciones, salvo que la casualidad le escriba al Pontífice los discursos. No soy yo ni este es el lugar para decir si este nuevo gesto de Francisco está bien o está mal, de lo que no hay dudas es que existió y en un único sentido.
V. CORDERO