Siete días de política

2017 empezó con la oposición fragmentada y a la defensiva

El receso parlamentario y la dispersión peronista le dieron un respiro a un gobierno habituado a correr detrás de los hechos. También ayuda a Macri la ausencia de una renovación real en el PJ

El gobierno se vio inesperadamente beneficiado en el comienzo del año con una precaria tregua económica y política. La económica coincide con el cambio de guardia en el Palacio de Hacienda que abrió expectativas sobre un posible saneamiento fiscal. La política, con el cierre por dos meses del Congreso y la falta de cohesión del peronismo.

En la Casa Rosada están convencidos de que la caída de la actividad no se puede prolongar mucho más y de que el rebote está cercano. Creen también positiva la imagen que proyecta el nuevo ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, de un menor permisivismo en materia fiscal. Según este razonamiento, los únicos problemas serios, si se presentan, deberían provenir del exterior.

El pronóstico es optimista en exceso, porque las posibilidades de que el flamante ministro congele el gasto resultan bajas. La amplia mayoría de los economistas coinciden en el diagnóstico, hay que bajar el déficit, pero el problema es cómo hacerlo. Prueba de esto es que después de convertirse en el vocero oficial del “ajuste” Dujovne hizo una sola cosa: eliminar la rebaja del IVA para las compras con tarjeta de débito, es decir, aumentar la presión impositiva.

Esto es así porque cuando anuncia cualquier recorte le salen al cruce rápidamente los afectados que pueden dividirse en tres categorías: los opositores de cuidado, los de más o menos cuidado y los mediáticos. Al primer grupo pertenecen los sindicalistas que apenas se enteraron de que el ministro quería bajar el costo laboral reduciendo aportes, se pusieron en pie de guerra. No quieren perder un centavo de recaudación y lo dejaron en claro. Son en la actualidad uno de los pilares de la gobernabilidad, hecho que no es neutral en términos fiscales.

El gobierno también anunció el giro de 25 mil millones a la provincia de Buenos Aires para obras en el año electoral y en ese caso los que se enojaron fueron los gobernadores. Pero pertenecen al grupo de los opositores de más o menos cuidado. Si bien a la hora de pedir fondos están primeros en la fila, a la de apoyar con legisladores en el Congreso tienen una influencia reducida. Su aporte a la gobernabilidad es pobre. Pueden complicarle las cosas a Macri, pero no ahora. Tal vez a partir de marzo. Por último, en el grupo de opositores de menor cuidado o mediático está el aparato político del PJ en las dos Cámaras.

Es de menor cuidado no sólo porque sin sesiones extraordinarias carece de tribuna, sino también porque la fragmentación lo neutraliza y le quita iniciativa. Hasta tal punto de que el gobierno lo sorprendió con la aplicación de la imputabilidad penal para menores de hasta 14 años. Si bien el impacto público de la cuestión no se debió a una maniobra maquiavélica del oficialismo, sino a la difusión sobredimensionada en algunos medios, lo cierto es que por primera vez en mucho tiempo el Poder Ejecutivo apareció retomando la iniciativa.

El hipermediático Sergio Massa se vio obligado a hacer `silenzio stampa' durante 48 horas mientras Margarita Stolbizer se despachaba contra la idea. El problema del ex intendente de Tigre es que hizo campaña en 2015 con la misma propuesta del gobierno que su candidata para la provincia de Buenos Aires rechaza. ¿Cómo conciliar posiciones? La principal causa de las diferencias entre Stolbizer y Massa no proviene de la ideología, sino de la falta de poder del líder `renovador'.

No tiene liderazgo porque no tiene capacidad de disciplinamiento y su futuro electoral es incierto. Depende de la diputada del GEN para atraer votantes no peronistas y debe tolerar desplantes que desnudan incongruencias en el Frente Renovador. Stolbizer por su parte, tampoco puede retroceder porque ya paga un costo alto en credibilidad por su alianza con Massa. La implacable perseguidora de Cristina Fernández, la que declara su `espanto' porque la ex presidenta pueda volver a ser candidata, no sólo absolvió a su ex jefe de gabinete, sino que lo convirtió en socio.

A esta altura Massa ha quedado en una falsa posición. De un lado lo reclama el kirchnerismo residual refugiado en La Matanza y del otro, la inflexibilidad de Stolbizer. Esta situación es producto de la endeblez de la renovación que supuestamente encarna. A lo que hay que agregar que su actitud de francotirador que cambia continuamente de posición para disparar contra el gobierno terminará por erosionar la credibilidad que le queda entre los votantes como ya lo hizo entre los factores de poder (ver Visto y Oido).