Con la celebración de las fiestas es muy común reflexionar sobre cómo nos fue en estos últimos doce meses, viendo lo bueno y lo malo

Llega el fin de año y es tiempo de balance

Especialistas consultados señalan que suelen aparecer conflictos familiares, estrés y cierta emoción a flor de piel. Pero puede ser una buena oportunidad para sepultar lo que no se alcanzó y proyectar un mejor tiempo.

Se acerca diciembre y con él llegan las fiestas, las reuniones familiares, actos escolares y encuentros con compañeros de trabajo. Y, en medio de esta vorágine también aparece el balance, el mirar cómo nos ha ido en este año, con lo bueno y lo malo. ¿Se puede lograr un equilibrio en este tiempo particular del último mes del año sin caer en miradas negativas o cargadas de melancolía, como muchas veces ocurre? ¿Cómo podemos cuidarnos desde lo anímico?

‘‘Hay fechas particulares que arrastran consigo un fuerte peso simbólico, como cumpleaños, aniversarios y todo lo que implique cierta renovación de ciclos. Entre ellas, por supuesto, la finalización de un año despierta emocionalmente todo lo referido a cuentas pendientes y promesas para el año entrante’’, expresa a La Prensa la médica psiquiatra Nora Leal Marchena.

‘‘Habitualmente - continúa Marchena, miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA)- cuando llegan los últimos días del año aparecen sensaciones de urgencia, ya que muchas veces se siente que hay que terminar todo lo que se está haciendo o todo lo que está pendiente. Es como si se perdiera la sensación de continuidad del tiempo y todo fuera a terminar en esos días’’. La profesional menciona que ‘‘esto conduce a situaciones de estrés y se llega a las tan ansiadas vacaciones completamente agotado’’.

Leal Marchena agrega que en esta época ‘‘hay también cierta conflictiva alrededor de las fiestas que no siempre se disfrutan, a veces aparece la obligación de reunirse con gente que no es la deseada, suelen generar conflictos cosas tales como el lugar donde se hace la reunión o lo que se va a poner en la mesa’’.

En este sentido la profesional aconseja colaborar ‘‘con la organización de los eventos que nos interesan, poder decir que no y compartir sólo con quienes queremos. Dejar de lado rencores y reproches, entender que los regalos pueden darse todo el año, y que ésta no es la única ocasión en la que hay que salir corriendo a comprar, padeciendo los aumentos de precios y las aglomeraciones’’.

‘‘Es bueno no dejar todo para último momento y anticiparse con cosas tales como hacer algunas compras durante el año y que diciembre nos encuentre con muchos temas resueltos’’, prosigue.

La psiquiatra destaca que ‘‘debemos recordar que siempre es mejor recibido un trato amable y una muestra de afecto que un objeto comprado por compromiso’’.

Por último, la miembro de APSA dice que ‘‘suele ser época de balances y melancolías y cuando aparece esa sensación de discontinuidad en el tiempo hay que tener en cuenta que el planeta da una vuelta al sol cada 365 días y que esto se repite desde hace 5000 millones de años’’.

Este fenómeno ‘‘se repetirá otro tanto en una órbita casi circular que no tiene comienzo ni final. Si entendemos esto podremos relajarnos con la conciencia de que mañana será todo igual aunque sea el año que viene, y que los cambios que se produzcan van a depender más de nuestras acciones que de las fechas’’. ‘‘Esta es una época especial ya desde la antigüedad.

Se alargan los días con el solsticio de verano y siempre fue el tiempo del surgimiento del sol, una suerte de nacimiento de ciclo’’, expresa en tanto, el psicoanalista Harry Campos Cervera.

A esto, indica el titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) luego se agrega el nacimiento de Jesús con el cristianismo, y el origen del año, lo que da una fuerte carga simbólica. ‘‘A esto se suma la reunión familiar, los encuentros’’.

‘‘Esta suerte de nuevo origen nos lleva a que en esta época del año pensemos en un renacimiento, un balance y proyectemos que hacer hacia adelante’’. Para el psicoanalista no deja de ser un simbolismo. ‘‘Del paso del 31 de diciembre al primero de enero es lo mismo’’.

De todas formas, el profesional ve como una oportunidad ‘‘de sepultar lo que no se hizo y mirar con nuevos propó-sitos hacia adelante’’.

Campos Cervera comenta que en esta época de reuniones familiares hay situaciones que pueden ser negativas. ‘‘Si la familia es funcional es un lindo momento, pueden pasarla muy bien. Pero cuando hay disfuncionalidades, pueden aparecer conflictos, peleas. Para las personas que están solas también suele ser un momento duro’

SUSTITUIR

Sobre este punto el profesional indica que ‘‘quien está solo en estos días debe saber que el ser humano tiene la capacidad de sustituir. Así que puede reunirse con amigos, gente que haga de familia sustituta, no tiene que angustiarse’’.

El miembro de APA también se refiere a situaciones más triviales. ‘‘Son tiempos de gastos y muchas veces tendemos a querer hacer regalos que nos implican después cuentas difíciles de pagar. Como buenos latinos somos más expresivos y pensamos más desde lo simbólico’’.

En definitiva, el profesional dice que más allá de los simbolismos los tiempos de fin de año nos invitan a pensar en ‘‘rectificar las cosas y mejorar los vínculos. Si algo está mal poder separarlo. Y también es un tiempo para acercarnos con quien estemos peleados. Las peleas que se prolongan en el tiempo resultan dañinas’’. ‘

‘Es la hora de los balances personales, de expectativas cumplidas e incumplidas que pueden ser fuente de intensa angustia y malestar cuando se debe confrontar con sentimientos de fracaso que repercuten fuertemente sobre la propia estima’’, señala por su parte el médico psicoanalista Ricardo Rubinstein.

Además -continúa el profesional- las reuniones familiares con parientes y modos ritualizados de celebración que muchos detestan pero se sienten incapacitados de modificar o escapar a riesgo de aislarse potencian también estados angustiosos y a veces depresiones’’.

‘‘La consulta psicológica y la apertura de opciones que nuestra cultura hoy ofrece pueden modificar o variar significativamente estas vivencias’’, señala Rubinstein.

IDEALIZADO

‘‘Inicialmente festividades religiosas inherentes al cristianismo, en particular la Navidad, se implantaron en nuestra cultura como un momento de grupalidad festiva.. casi obligatoria, de manera independiente de la condición de creyente’’, expresa en tanto Juan Eduardo Tesone, médico psiquiatra de la Universidad de París XII y titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

‘‘Si en algunas ocasiones -continúa- se produce un pasaje depresivo, es quizá porque se ha idealizado dicho momento, en el cual se supone que las familias se reúnen en paz y sin conflictos, como si debiera alcanzarse una armonía perfecta, más próxima a la Sagrada Familia que a las familias reales. Algo que obviamente no se logrará, dado que los vínculos nunca son sin conflictos’’.

Por otro lado, expresa el profesional el aspecto instituido de las fiestas es contrario a la festividad espontánea, dándole a veces un carácter imperativo. ‘

‘Es elocuente los malabares que se deben hacer para reunirse, en particular en el caso de familias ensambladas, para que nadie se sienta excluido’’.

Tesone indica que ‘‘es frecuente que en estas fechas las emociones estén a flor de piel. Por un lado porque son íconos relacionados con la infancia, dan cuenta del tiempo que pasa y de la ausencia de seres queridos que no están más para festejar. Señalan con agudeza la presencia de las ausencias que en otros momentos del año no suelen ser tan vívidas’’.

‘‘La presión cultural -continúa- del gran momento de felicidad que deberían ser las fiestas, no deja de ser una forma de imperativo angustiante: tenés que ser feliz en Navidad ! Como si un momento de felicidad, algo tan inmanente y subjetivo, pudiera alcanzarse de manera voluntarista en una fecha predeterminada’’.

El miembro de APA agrega que también las fiestas de fin de año, en particular el tránsito del año viejo al año nuevo, suele ser un momento de balance, de evaluación de aquello que se logró, pero también de frustración por lo que no pudo lograrse en el curso del año.

‘‘Así surgen proyectos de cambio y propósitos loables, como si el fin del año marcara en la persona un momento bisagra en sus deseos. Los proyectos y deseos están pautados por tiempos internos y no por fechas de calendario’’.

Tesone señala que este tiempo de fiestas también puede afectar a ‘‘los grupos más vulnerables, aquellas personas que por el motivo que sea se encuentran solas y no viven su soledad de manera serena. Puede generarse en ellas un sentimiento de exclusión de las festividades colectivas y por ende de la vida en sociedad que incremente su vivencia de soledad angustiante’’.

También aparecen con problemas -prosigue- los niños en situaciones precarias de vida, momento en el cual las carencias, ya sean afectivas, económicas o ambas, se ponen en relieve. El profesional resalta que entonces ‘‘puede ser un momento de generosa empatía para con el otro que quisiera festejar y no tiene con quién, acercarse, compartir. En ese caso puede ser una magnífica oportunidad de festejar el encuentro solidario’’.

SUGERENCIAS

El profesional da algunos consejos para pasar unas fiestas en la forma más armoniosa posible:

◆ No vivir las fiestas como un momento obligado de reunión sino como una ocasión más de encuentro grupal, pero sin expectativas desmesuradas en cuanto a la “perfección” de dicho momento.

◆ Vivirlas serenamente, dándoles un contenido simbólico que permita lograr a la vez substancia y sentido.

◆ No esperar el fin de año para hacer balances de vida, sino ir haciéndolos en el curso del año, en acuerdo a sus propios deseos, y no en función de mandatos externos que nos alienan.

◆ Tener en cuenta que las festividades suelen revelar estados de ánimo latentes, ya sea de tristeza o de alegría, una manera de tomar consciencia de un estado de ánimo que en otros momentos del año puede pasar desapercibido.

◆ Y si no se logró una fiesta “perfecta” y Ud. no fue “totalmente feliz”...es porque Ud. es un ser humano que no logrará nunca la perfección...algo que si se logra aceptar....es digno de ser festejado!.