Elecciones que podrían cambiar todo

La votación en Estados Unidos inicia un año electoral que en 2017 tendrá de protagonista a América Latina. Las últimas encuestas indican que Trump se recuperó levemente frente a su rival, pero la mayoría de los encuestadores anticipan que la ganadora será Hillary

POR WALTER MOLANO *

El revoloteo de fantasmas y demonios en el último Halloween sirvió para recordarnos algunos de los horrores que nos aguardan en un horizonte no tan distante. Las elecciones estadounidenses están a días de distancia y el paisaje electoral es cambiante.

La campaña de Trump detuvo algo de la hemorragia que sufrió luego del tercer debate y las posteriores denuncias por acoso sexual. Al amordazar a su candidato, el equipo proselitista permitió que la atención volviera a Hillary Clinton, a la andanada de filtraciones de WikiLeaks y a la reapertura de la investigación del FBI.

Las últimas encuestas indican que el republicano se recuperó levemente frente a su rival, pero la mayoría de los encuestadores anticipan que la ganadora será Hillary. Sin embargo, a los mexicanos no les gusta la noticia. La mayoría coincide en que una victoria de Trump sería catastrófica para la economía mexicana, lo que explica la debilidad de su moneda. Por supuesto que el daño no se limitaría a México.

El triunfo de Trump desataría profundas caídas en los papeles de todo el mundo. La economía planetaria está sumamente integrada, y las empresas multinacionales verían perjudicados sus balances, ya que la probable caída en el comercio internacional las obligaría a reducir el valor de su patrimonio en el exterior.
Eso no quiere decir que una victoria de Clinton sería abrazada por los mercados.

La retórica anticomercial de Donald Trump y Bernie Sanders obligó a Clinton a ir en una dirección similar. No se cree que vaya a anular el Nafta, pero el próximo presidente tendrá que reformular el acuerdo.

Además, la composición del Congreso venidero sigue siendo incierta. Un Congreso controlado por los republicanos planteará dudas de gobernabilidad, ya que la oposición sigue adoptando políticas obstruccionistas. Existe la posibilidad de que un triunfo abrumador de Clinton lleve a un Congreso dominado por los demócratas, pero eso no necesariamente es un buen augurio para el mercado, porque conduciría a la suba de impuestos. De ahí que a los mercados les aguarde un repliegue.

CAMBIO MONETARIO

Otra quimera es el cambio inminente de la política monetaria en Estados Unidos. Tras un decenio y medio de lasitud, la Fed ya no puede postergar el ajuste de cuentas. Las condiciones laborales se están endureciendo. Por años la tasa de desempleo descendió sin que hubiera un impacto importante en los salarios. Al final la situación ha cambiado y los trabajadores demandan mejores remuneraciones.

El cambio demográfico contribuye al proceso, conforme la generación del baby boom empieza a jubilarse. Minutas recientes de la Fed indican que muchos de los miembros con voto en el Comité de Mercados Abiertos piden subir las tasas. En diciembre, superadas las elecciones y salvo que gane Trump, ya no habrá excusas para que la Fed postergue lo inevitable. Lo cual hará correr un escalofrío por el mercado. Por lo demás, Europa da indicios de vida. El mercado de títulos europeo también se prepara para un cambio en la dirección monetaria. Y todo eso ocurre después del que fue uno de los mejores años en los mercados emergente.

Además de las preocupaciones electorales en Estados Unidos y las perspectivas de condiciones monetarias más estrictas, la suba del petróleo podría perder impulso. El derrumbe en el gasto de capital lo convirtió en uno de los activos de mejor rendimiento en 2016. Aun así, la duplicación de los precios del petróleo reanimó el interés de los inversores por el sector, y el dinero está retornando. Los yacimientos de petróleo no convencional en Texas y Dakota del Norte están en movimiento, y se aprestan parte de los proyectos a largo plazo en Brasil y el Cáucaso. Los precios podrían subir en 2017, pero no al mismo ritmo que en 2016. 

Por último, el calendario electoral latinoamericano se pone interesante el año próximo. Ecuador será el primero, con elecciones presidenciales el 19 de febrero. Aunque el índice de popularidad del presidente Correa es bajo, la fragmentación de la derecha política mejora las posibilidades del sucesor, Lenin Moreno.

Más importante es que las elecciones legislativas en la Argentina dominarán la agenda política y económica en 2017. La coalición de Macri no sólo tratará de mantener el dominio del Congreso, también habrá una batalla feroz entre el sector K y el frente de Massa por el control del peronismo. Eso aumentará la sensación de inestabilidad social en la Argentina, con buenas posibilidades de que haya violencia política.

De menor importancia, Chile celebrará elecciones presidenciales en noviembre. Los recientes comicios locales señalaron que el electorado se mueve a la derecha. Podríamos ver el retorno de viejos rostros, como Ricardo Lagos o Sebastián Piñera, pero no veremos cambios importantes en la política económica. Chile es un país muy estable, con pocas variaciones en la política económica.

Por lo tanto, debería seguir siendo un oasis de estabilidad en una región turbulenta. Venezuela, por último, tendrá elecciones locales el año que viene. Los cargos de gobernadores y alcaldes son poderosos, y el gobierno espera que la mejora en el precio del petróleo aceite la maquinaria política.

* Economista de BCP Securities